
Sebas en su bar de Delicias y el popular cartel
Sebas, su conocido bar en un famoso barrio vallisoletano y un curioso cartel: "Vendemos el mejor calamar de la ciudad"
El hostelero, de 69 años de edad, ensalza el precio de sus cafés, a un euro. También el de las cervezas en un lugar para disfrutar del buen comer.
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Hay personas que, pese a pasar por muchos oficios a lo largo de su vida tienen una vocación por una profesión de forma marcada. Y ese oficio, duro y arduo, con jornadas de trabajo maratoniano, es el de hostelero.
Es el caso de Sebastián González. Nacido en Melgar de Fernamental (Burgos) hace 69 años pero que lleva más de 23 años viviendo en Valladolid tras pasar por Benidorm (Alicante), Madrid, Santander y Osorno (Palencia).
Nuestro entrevistado está al frente, desde hace tres años, de un bar que lleva el nombre de El Chiringuito de Sebas. Se ubica en el Paseo San Vicente del barrio de Las Delicias y cuenta con un curioso cartel en su puerta.
“El Gobierno sube los precios. Yo, no”, se puede leer a la entrada de este establecimiento hostelero en el que el café se paga a un euro y la caña a poco más.

Imagen de El Chiringuito de Sebas
Charlamos con este amante del deporte que cuenta a EL ESPAÑOL de Castilla y León los secretos de su éxito.
Una persona activa a sus 69 años
“Me considero una persona activa a mis 69 años. Me paso en el bar más de 16 horas y no me duele nada. Mi vida pasa por estar activo continuamente y eso es lo que intento. Soy feliz así”, asegura Sebas.
Nació en Melgar de Fernamental (Burgos) y con siete años se fue a Santander para hacer la mili. “Después estuve 14 años en Madrid, en el Ministerio de Cultura”, confiesa en declaraciones a este medio.
Después volvió a su pueblo natal para ser el encargado, durante 12 años, de una granja porcina antes de llegar, hace 23 años, a Valladolid con un lapso de tres años viviendo en Benidorm por enfermedad de su hija.
“Desde pequeño he querido tener un bar. Nunca he bebido ni he fumado, pero, cuando iba, tomaba refrescos o cosas sin alcohol. Sin embargo, siempre he querido tener mi propio bar”, confiesa, porque le “gusta estar con la gente”.
Un curioso cartel en un bar con historia
Ha pasado por varios establecimientos hosteleros en Osorno (Palencia) y también en Valladolid. Incluso en Benidorm. Pero, desde hace tres años está al frente del Chiringuito de Sebas, en pleno corazón del barrio de Las Delicias.

Sebas poniendo una caña
Suma, con la ayuda de su mujer, sin la que no podría sacar el negocio adelante, tres años al frente del archiconocido bar en el Paseo San Vicente. Cuenta con 40 metros cuadrados y una gran terraza con nueve mesas.
En un negocio que cuenta con 40 años de historia previa, en la puerta, se puede leer un curioso cartel en el que pone: ‘El Gobierno sube los precios. Yo, no’, que llama la atención de clientes y de los que pasan por allí.

El cartel en la puerta de El Chiringuito de Sebas
“Vendo el café a un euro. La caña a 1,50. El cañón a dos euros. Tenemos precios muy bajos y eso es lo que quiero para mis clientes. De ahí, el significado del cartel que tenemos en la puerta”, explica.
Una gran curiosidad.
El “mejor calamar” de Valladolid
“Vendemos el mejor calamar de Valladolid. Además, hago una hamburguesa inspirada en el chef Alberto Chicote que tiene un gran éxito. También tenemos patatas bravas, chopitos, rabas de Santander y croquetas caseras que ofrecemos con la consumición”, explica el hostelero.
Seas recalca que “lo que más vende” y “su fuerte” es el calamar. Apunta que cada semana vende “100 kilos de calamar” y añade que los clientes que pasan a diario a visitarle para disfrutar de un buen rato en gran compañía “salen encantados” tras probar la delicia.
Sobre el futuro, Sebas es optimista y quiere seguir más tiempo “ayudando a su mujer” y “disfrutando” de una profesión tan sacrificada como es la suya.
“El futuro lo veo de una manera prometedora. Siempre he trabajado bien, con precios ajustados y no damos abasto. Damos mucha tapa con el calamar como producto estrella. Es lo que nos define”, finaliza.
Un hombre único, a sus 69 años, con el que da gusto hablar.