zamora diocesis obispo

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Zamora

El obispo llama al compromiso con los pobres en el Corpus

17 junio, 2017 12:37

El domingo 18 de junio, solemnidad del Cuerpo y de la Sangre de Cristo (Corpus Christi), la Iglesia en España celebra también el Día de la Caridad, promovido por Cáritas con el lema “Llamados a ser comunidad”. Tras la presentación, ayer, de los datos y valoraciones de la situación actual por parte de Cáritas Diocesana de Zamora, su responsable principal, el obispo Gregorio Martínez Sacristán, ha hecho pública su carta pastoral con motivo de esta jornada eclesial.

En la misiva, el prelado explica el sentido más profundo del Corpus Christi y sus implicaciones en la vida de los creyentes, que deben acoger la caridad de Dios y compartirla con los demás en comunidad. Recuerda que Cáritas “es la misma comunidad cristiana que vive la caridad de un modo organizado” y llama, por tanto, a “sensibilizarnos con sus proyectos, apoyar sus programas, incluso, implicarnos personalmente en sus diversas actividades”.

El buen trabajo de Cáritas Diocesana de Zamora, según monseñor Martínez Sacristán, constituye “un llamamiento para que en nuestra vida ejercitemos gestos concretos de acogida hacia las otras personas, sobre todo, hacia los últimos de la sociedad”. De ahí su invitación concreta a “ofrecer lo mejor de nuestra persona para que cada comunidad, sobre todo las parroquias urbanas y rurales, se conviertan en una casa donde todos son acogidos y pueden participar irradiando el amor cristiano que suscita lazos y acciones de unidad, justicia y solidaridad”.

Reproducimos la carta pastoral a continuación:

ACOGIDOS Y ACOGEDORES

CARTA PASTORAL DEL OBISPO DE ZAMORA EN LA FIESTA DEL CORPUS CHRISTI Y DÍA DE CARIDAD 2017

Muy queridos hermanos en el Señor Jesucristo:

Gracias a la llamada de Cristo participamos de su entrega al Padre por amor nuestro en esta emotiva, jubilosa y relevante fiesta de la Iglesia Católica: la solemnidad del Corpus Christi, en la que celebramos que el Señor Jesús se hace presente en el Sacramento de la Eucaristía para alimentarnos con su Cuerpo glorificado. Cuantos recibimos el Pan de la vida formamos, en torno al Hijo de Dios, un mismo Cuerpo, en el cual cada creyente acoge la Caridad divina, que nos convierte y capacita en enviados para difundirla entre los demás hombres y mujeres, acogiéndolos como verdaderos hermanos. Viviendo así seremos una sola familia o una comunidad en la que todos nos reconozcamos y nos sintamos amados, acompañados y miembros activos para seguir sembrando, ya aquí, el Reino de Dios.

Por ello el Corpus Christi es el Día de la Caridad, ya que el Cuerpo eucarístico de Cristo es el Sacramento de su Amor a favor de toda la humanidad. La piedad, que todos los cristianos debemos mostrar públicamente en esta jornada hacia la verdadera presencia sacramental de Jesucristo en el Pan consagrado, que portamos con fe por nuestras calles, también ha de complementarse y verificarse necesariamente en una vida cristiana plasmada de caridad hacia cada uno de nuestros semejantes, sobre todo, a favor de quienes están necesitados de ser acogidos, debido a su situación de pobreza, soledad o marginación.

Así, en este día cobra un protagonismo especial Cáritas, en cuanto que es la misma comunidad cristiana que vive la caridad de un modo organizado, para testimoniar, con palabras y obras, que el amor recibido de Cristo en su banquete pascual, lo acerca y extiende, de modo preferente, a los hombres y mujeres que ven vulnerada su dignidad personal. Con ello pretende que sean reconocidos sus derechos fundamentales, puedan alcanzar un nivel de vida digno en sus necesidades esenciales, se reintegren decidida y cualificadamente a la vida familiar, profesional y social, y se trabaje para erradicar las estructuras injustas de nuestro mundo, a fin de que todos vivamos aprovechando y cuidando la Tierra: nuestra casa común.

A todos los católicos nos corresponde asumir más vivamente que Cáritas forma parte de nuestra pertenencia eclesial, como lo hemos venido insistiendo, promoviendo y alcanzando en nuestra Diócesis con los objetivos y programaciones de algunos cursos pastorales más recientes. Por esto, sensibilizarnos con sus proyectos, apoyar sus programas, incluso, implicarnos personalmente en sus diversas actividades, no es algo opcional para aquellos cristianos que sienten un mayor interés por las problemáticas sociales, sino que ha de ser una exigencia que nos corresponde hacer nuestra a cada creyente. O sea, que Cáritas está llamada a ser constituida y acrecentada por todos los miembros de cada comunidad cristiana: tanto a nivel diocesano, como arciprestal y, sobre todo, parroquial. Así, la celebración de esta jornada eucarística nos ha de motivar para que cada uno de los cristianos reforcemos nuestra adhesión convencida y comprometida con nuestra Cáritas. Ya que no se trata sólo de ser colaboradores puntuales con esta organización, sino de implicarnos en su vida para que, con nuestra singular aportación personal, extienda su servicio en bien de más hombres y mujeres vulnerables, y se muestre ante la sociedad, que ya valora sus acciones tan generosas, como una obra conjunta y distintiva de cuantos integramos la Iglesia de Zamora.

Como bien muestra nuestra Cáritas Diocesana, por la cotidiana generosidad, creatividad y laboriosidad de sus abundantes voluntarios y contratados, la dinámica que la genera, moviliza y acrecienta es el amor hecho acogida hacia cada ser humano que llama a sus puertas. Si las acciones promovidas por Cáritas desbordan en acogida fraternal, se debe a que, cuantos en ella están involucrados han experimentado en la propia persona que, primeramente, han sido acogidos amorosamente por el Señor Jesús al nutrirlos con su Carne sacramental. Por ello se sienten urgidos a vivir acogiendo a los otros, sin importarles las diferencias de procedencia, cultura, religión o condición social, ya que en cada persona necesitada descubren el rostro del Hijo de Dios, que se ha hecho uno de nosotros. Así debemos constatar que los múltiples y cuidados programas que promueve Cáritas de Zamora son un llamamiento para que en nuestra vida ejercitemos gestos concretos de acogida hacia las otras personas, sobre todo, hacia los últimos de la sociedad. O sea, nos estimulan a procurar y mantener relaciones con todos los demás en gratuidad, misericordia y comunión.

Por lo cual este Día de la Caridad nos interpela acerca de la calidad de nuestra acogida hacia las otras personas, ya que la caridad nos impulsa a practicar la aceptación cordial, la escucha atenta, el cariño desinteresado y la ayuda concreta en bien de cada hermano y hermana nuestra, para que se sienta justamente tratado según su dignidad. Integrarnos en nuestra Cáritas Diocesana constituye un cauce eficaz para que se despierte, se modele y se ejercite nuestra común vocación de ser acogedores, según el ejemplo de Cristo, de los más desfavorecidos de nuestro mundo, a veces tan indiferente a los clamores de los menesterosos. Por ello nos corresponde plantearnos cómo se ha de concretar nuestro personal compromiso con nuestra Cáritas, y con decisión atrevernos, si aún no lo somos, a acrecentar el número de sus voluntarios. Aquí, tanto jóvenes, como adultos, incluso mayores, tenemos un sitio en el que ofrecer lo mejor de nuestra persona para que cada comunidad, sobre todo las parroquias urbanas y rurales, se conviertan en una casa donde todos son acogidos y pueden participar irradiando el amor cristiano que suscita lazos y acciones de unidad, justicia y solidaridad.

Con mi agradecimiento por vuestra acogida de la llamada de Cáritas, os bendigo.