El Congreso Nacional de Hermandades y Cofradías alcanzaba su colofón esta mañana en la Catedral con la celebración solemne de la eucaristía presidida por D. Gregorio Martínez Sacristán y concelebrada por una treintena de sacerdotes, algunos de ellos procedentes de otras diócesis.
Gregorio Martínez, saludando a todos los presentes, de manera especial a los que han llegado de fuera, resumió el evangelio de San Lucas como una invitación a la misericordia, “una propuesta desconcertante que exige a los cristianos una actuación según Dios”, que es el que nos regala la vida y nos hace a su imagen y semejanza. Pidió a los presentes que vivieran esta invitación y la expresaran en su actividad diaria.
Tuvo el Obispo unas palabras especiales para Monseñor Marco Frisina, Maestro Director de la Capilla musical Lateranense que en esta celebración dirigía el Coro Sacro “Jerónimo Aguado”. Le invitó a descubrir la singularidad de nuestro templo catedralicio, “con su cimborrio, único en el mundo”, perteneciente a nuestra historia cristiana y a su cultura, “el mayor legado que tiene Zamora, una diócesis pequeña, pobre y despoblada”, pero que cuida con esmero esta herencia recibida de sus antiguos y “que hay que saber respetar”, en alusión a algunas “actuaciones provocativas e incluso soeces” que se han realizado en su entorno inmediato. Le pidió a Monseñor Frisina que disfrutara con la contemplación del magnífico templo en el que se encontraba y que siguiera haciendo tanto bien con su música.
Al finalizar la eucaristía se inició el Vía Crucis por las calles de la ciudad con una elevada participación de fieles. El vía Crucis, indicó D. Gregorio Martínez, “es una manifestación de fe y por tanto no es un espectáculo más” sino el hecho histórico más relevante de nuestra vida creyente, que “no debe mezclarse con otras cosas que no son”, tal y como piensa y siente mucha gente que vive la experiencia de la muerte y resurrección de Cristo como un acontecimiento vertebrador de sus vidas, que les convierte en hombres nuevos. El prelado recordó a las autoridades, “que deben velar por la libertad de todos”, y facilitar el ejercicio de las creencias, sin impedimentos ni dificultades, como ocurriera en la celebración del Corpus Christi del pasado año. Pidió insistentemente que se respetase la fe grande del pueblo de Zamora “que se agarra a la Semana Santa” como una sagrada tradición.
Terminó pidiéndole al Señor que bendijera a los presentes a través de la gracia de la eucaristía, que les guardase en su paz y misericordia, que les reconciliara con Él y que les llevara a la vida eterna.
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