En UGT han vuelto a firmar el convenio de colaboración con Ecoembes para proporcionar información y concienciar a la sociedad y, en particular, a las personas trabajadoras sobre la importancia de reciclar los residuos de envases, así como prevenir los impactos ambientales en todo el ciclo de vida de los mismos. Gracias a este convenio impulsan una campaña de Centros de Trabajo Sostenible (CTS) para promover un consumo responsable y sostenible, así como la correcta separación de los residuos de envases, ejerciendo el papel de enlace o facilitador para que cualquier empresa pueda solicitar un diagnóstico. Una vez solicitado, se analiza la situación de la empresa, detectando el número de papeleras necesarias y facilitando además, material de sensibilización.

La problemática ambiental de las colillas de cigarrillo

Una grave problemática que se sucede verano tras verano y que demuestra que aún falta mucha sensibilización y concienciación al respecto, son las colillas que acaban tiradas en el suelo, playas, etc.

La mayoría de los filtros de las colillas están hechos de acetato de celulosa, un tipo de plástico que se funde a altas temperaturas para poder moldearlo, y que pueden contener sustancias tóxicas como hidrocarburos aromáticos, nicotina, arsénico, cadmio y otros metales pesados. Cuando estas sustancias entran en contacto con el agua, se liberan en el medio, teniendo efectos catastróficos en la naturaleza. De este modo, la calidad del agua se ve amenazada, lo que afecta a muchas especies acuáticas que pueden resultar envenenadas por la bioacumulación de las diferentes sustancias tóxicas o al ingerir directamente las colillas. Siguiendo la cadena trófica, esta contaminación termina afectando a la salud humana, al estar presente en los seres vivos de los que nos alimentamos.

Pero las colillas también pueden ser detonantes de incendios forestales. Colillas lanzadas por la ventanilla de un coche o abandonadas en el monte provocan cada año multitud de incendios, actos que, sumados a los impactos que provoca el cambio climático en los ecosistemas forestales, tienen un potencial de peligro aún mayor. Además, su recogida supone un elevado coste, al ser un residuo de pequeño tamaño, lo que dificulta especialmente la tarea de extracción. De hecho, en muchas ocasiones las colillas no son recogidas por los servicios municipales de limpieza sino por campañas de recolección voluntaria promovidas por asociaciones o grupos de diversa índole.

Impacto de las colillas en nuestro medio natural

En Castilla y León el 22,7% de la población se declaró fumadora en 2018, consumiendo unos 118 millones de cajetillas, es decir, unos 2.360 millones de filtros al año, un residuo que tarda entre 7 y 12 años en degradarse hay estudios que afirman que incluso 25 años), y del que una parte termina en nuestros ríos, embalses y lagos, convirtiéndose en un residuo tan común que constituyen la primera fuente de basura en el mundo −el 30% de del total de desperdicios, superando incluso a los plásticos−, destruyendo los ecosistemas naturales y amenazando la vida de las especies acuáticas.

Castilla y León carece de litoral, pero en su territorio se albergan una treintena de zonas de baño oficialmente reconocidas por la Junta de Castilla y León –nueve en la provincia de Zamora− y, con toda seguridad, otras muchas zonas que sin estar incluidas en este censo oficial también son aprovechadas para refrescarse ante el calor. Desde UGT entendemos que es irracional que en zonas de aguas aptas para el baño incluidas en espacios naturales protegidos −como ocurre en el lago de Sanabria (Zamora)− se permita la deposición diaria de cientos de colillas, convirtiendo sus orillas en un auténtico cenicero.

Propuestas

Debido a la gran problemática ambiental que generan las colillas, desde UGT entendemos la necesidad de buscar alternativas menos contaminantes. Podrían analizarse soluciones encaminadas a la reducción de los componentes tóxicos de las colillas y a la sustitución de los actuales filtros de acetato de celulosa por otros que sean biodegradables, una cuestión compatible con el fomento de su recogida y reciclaje y la promoción de su depósito en lugares especialmente indicados para ello. Pero se podría ir un paso más allá y debatir con urgencia la necesidad de declarar “espacios libre de humo” estos escenarios naturales ensuciados por las colillas, como ya se está realizando en playas interiores de la comunidad gallega, en sintonía con el cumplimiento de la Agenda 2030 que nos insta, por ejemplo, a:

  • Fortalecer la prevención y el tratamiento del abuso de sustancias adictivas (ODS 3, Salud y bienestar).
  • Mejorar la calidad del agua reduciendo la contaminación, eliminando/minimizando el vertido de productos químicos y materiales peligrosos (ODS 6, Agua limpia y saneamiento).
  • Procurar desvincular el crecimiento económico de la degradación del medio ambiente, así como elaborar y poner en práctica políticas encaminadas a promover un turismo sostenible (ODS 8, Trabajo decente y crecimiento económico).
  • Lograr la gestión ecológicamente racional de todos los desechos a lo largo de su ciclo de vida y reducir significativamente su liberación a la atmósfera, el agua y el suelo a fin de minimizar sus efectos adversos en la salud humana y el medio ambiente (ODS 12, Producción y consumo responsables).
  • Fomentar que la gente obtenga la información y los conocimientos pertinentes para el desarrollo de estilos de vida armoniosos con la naturaleza (ODS 12, Producción y consumo responsables).

Estamos empezando a concienciados de que tenemos que cambiar nuestros hábitos de consumo para poder reducir la contaminación de los plásticos, especialmente el de un solo uso, pero junto a este gran problema, está el de las colillas, una amenaza desconocida e infravalorada en la que hay que poner el foco, porque lo que no se conoce no se previene.