La Diputación Provincial cede la Iglesia de La Encarnación para realizar el desfile solidario, que organiza la Asociación Zamorana de Violencia de Género y que tendrá lugar el 22 de noviembre, a las nueve de la noche. Este año AZAVI quiere visibilizar la violencia de género en el medio rural, donde los datos sobre víctimas descubren un problema sumergido por el silencio.
El presidente de la Diputación, Francisco Requejo, destacó la necesidad de la implicación de todos en la lucha contra la violencia de género y su prevención, y en la importancia de llegar al medio rural. En este sentido, se refirió a la colaboración de la actividad de AZAVI, suficientemente reconocida, y la estructura asistencial de la Diputación en las comarcas, a través de los Centros de Acción Social CEAS.
Anunció además el apoyo y colaboración de la Diputación en el proyecto ESCAN, elaborado por el equipo multidisciplinar de la asociación, que introduce terapia asistida con perros para mujeres maltratadas y menores víctimas de violencia de género. El proyecto ha sido presentado recientemente a la institución provincial.
Por su parte la representante de AZAVI, Mila Rueda de los Ríos, explicó la actividad que lleva realizando la asociación, centrada especialmente en la prevención, razón por la cual trabaja activamente en la implantación de talleres en Centros de Secundaria desde 2014, a través de programas de ciberacoso en redes sociales, primeras relaciones tóxicas entre adolescentes, y asistencia psicológica a víctimas y familiares de violencia de género. También se incluye asistencia social, jurídica o talleres de empleabilidad entre otras acciones.
Dependencia económica y afectiva que a veces deriva en violencia
El programa ESCAN presentado a la Diputación está adaptado a esta problemática y a los problemas de la violencia en el ámbito rural, donde también se reproducen relaciones de dependencia económica y afectiva que favorecen la subordinación, control y dominio, y derivan a menudo en violencia, bajo un silencio sumergido que las mujeres no se atreven a romper.
Se refirió a datos y cifras que elevan el porcentaje de víctimas en el medio rural al 60% , cuatro veces superior a la incidencia de esa violencia en el ámbito urbano, y cuyas edades se sitúan entre los 40 y 59 años, aunque también aludió a una edad invisibilizada en víctimas de violencia machista a partir de los 65 años.
La solución, además de una mayor sensibilización, pasa en su opinión por la dotación de más recursos y profesionales que permita proporcionar herramientas y llegar a esos casos que se producen en medio de un silencio aplastante.