Zamora, el mágico enclave de las Rutas Jacobeas
Sanabria, Sayago, Toro, Benavente, Aliste… La provincia de Zamora está compuesta por una gran diversidad de parajes, muy distintos entre sí y cada uno con una belleza inimaginable, digna de descubrir en profundidad. Cada comarca tiene unas señas únicas, tanto en sus paisajes, monumentos, gastronomía o cultura, y afortunadamente el Patronato de Turismo de la Diputación de Zamora ofrece una forma fantástica para conocer todos sus detalles y secretos: sus Rutas Jacobeas.
Estos caminos jacobeos atraviesan prácticamente la totalidad de la provincia, y ofrecen la oportunidad a los peregrinos de recorrer casi 100 municipios zamoranos de una forma diferente, y de llegar a lugares muy especiales que de otra forma quizás pasarían por alto. El Patronato de Turismo ha cuidado al detalle que los visitantes cuenten con toda la información necesaria para vivir esta experiencia natural y espiritual, más teniendo en cuenta que el próximo 2021 será Año Santo Jacobeo. Tanto desde las oficinas de turismo de la provincia como a través de su web oficial, el peregrino tiene a su disposición todo lo necesario para vivir esta intensa experiencia a través de la provincia de Zamora.
Aparte de su belleza natural, Zamora ofrece el aliciente en sus rutas jacobeas de su firme intención de recuperar la acogida tradicional de peregrinos. La red de albergues zamoranos cuenta cada día con más hospedajes que se rigen por el antiguo sistema de pago por donativo, donde el peregrino paga la voluntad y los hospitaleros se desviven porque éstos reciban el trato más hospitalario y hogareño posible.
Zamorana de los Caminos de Santiago
A parte del necesario descanso, estos albergues organizan encuentros de convivencia para hacer comunidad entre los peregrinos y los propios vecinos zamoranos. Cinco son actualmente los hospedajes que ofrecen esta experiencia añadida: Fontanillas de Castro, Tábara, Almendra del Pan, Ricobayo de Alba y Alcañices.
Camino Sanabrés
Esta ruta discurre entre las entrañas de las comarcas de Tábara, La Carballeda y Sanabria, lugares de gran riqueza natural, arquitectónica e histórica. Durante el camino, que comienza en Granja de Moreruela, los peregrinos pueden observar con sus propios ojos como las tierras de Tábara comienzan a ondularse, continuando por los valles de Valverde y del Tera, los más fértiles de la provincia, para luego alcanzar las montañas sanabresas, paisaje que ya no se abandonará hasta llegar a Santiago de Compostela.
Este camino permite disfrutar del paseo entre bosques y prados, atraviesa ríos y arroyos y da la oportunidad de conocer bellos y desconocidos santuarios, ermitas, puentes y una veintena de pueblos que han conservado su patrimonio arquitectónico de piedra, madera y pizarra hasta nuestros días y cuyas gentes acogen a los peregrinos con amable hospitalidad. Es el caso de la pequeña Santa Marta de Tera, cuya iglesia parroquial guarda el secreto del fenómeno de la luz equinoccial y es visitada continuamente por los peregrinos en su descanso tras finalizar una de las etapas de este Camino Sanabrés.
Casi obligada también es la parada en la histórica Puebla de Sanabria, cuyo conjunto histórico-artístico formado por la iglesia de Santa María del Azogue, el Castillo de los Condes de Benavente o la fachada del propio Ayuntamiento hipnotizan al peregrino con su belleza inigualable, donde se puede observar en directo el paso de las diferentes etapas históricas.
Vía de la Plata
La Ruta de la Plata atraviesa, de Sur a Norte, la provincia de Zamora entrando desde Salamanca en su largo recorrido para llegar a Astorga. Este camino permite ser testigo del paso de los diferentes periodos históricos por la provincia, con especial atención en la capital y en los Valles de Benavente.
Los peregrinos tienen una oportunidad de oro para visitar algunos de los vestigios prerromanos y romanos de la provincia, o deslumbrarse con algunos de sus templos y fortificaciones medievales. Es el ejemplo de la capital, cuyo rico patrimonio románico al completo es una de las joyas imprescindibles de la provincia, o en Benavente los restos del palacio de los Condes del que sólo se mantiene en pie la Torre del Caracol y el Hospital de la Piedad, creado inicialmente como hospital de peregrinos.
Pese a la creencia inicial de que la Vía de la Plata es un recorrido de gran dureza para los peregrinos, la realidad es que el camino que discurre desde Zamora a Santiago de Compostela es una opción perfecta para aquellos que quieran realizar una peregrinación de 15 días. La climatología estival no es tan extrema como en otros lugares por los que discurre la Vía de la Plata, ya que cuando el peregrino va a adentrándose en los valles del Tera y el Esla la temperatura va suavizándose y ofreciendo una ruta mucho más apacible.
Camino de Poniente
La Ruta de Poniente discurre por la comarca de Sayago, una vasta penillanura granítica, que dulcifica su relieve hacia el Este. Un paraje coronado por el río Duero, que señala el límite con Aliste y la frontera con Portugal; y por el río Tormes al Sur, que fija la raya con Salamanca. Este camino permite disfrutar de uno de los paisajes más bellos de toda la provincia, que se abre paso en esta comarca: los Arribes del Duero. Un espacio natural protegido de más de 106.000 hectáreas.
Los peregrinos medievales recorrían estos Caminos de Poniente que conducían a la calzada principal: La Vía de la Plata en Zamora. Una red viaria secundaria trazada siglos atrás por los romanos, que permanece hasta nuestros días, y sobre las que se asientan las actuales carreteras regionales. En este entramado viario sayagués destacan cuatro calzadas: Zamora-Ledesma, Zamora-Miranda do Douro, Zamora-Fermoselle y Zamora-Almeida/Carbellino.
Y es a través de ellas donde los peregrinos pueden descubrir algunas de las particularidades más arraigadas de Sayago como son sus chiviteros, pequeños habitáculos construidos en piedra por los pastores para proteger al ganado, o las cortinas, cercados de fincas con pared de piedra que delimitan los pequeños minifundios en los que pasta el ganado.
Camino de Levante
Es la ruta seguida por los peregrinos procedentes del Este peninsular o de los valles del Duero y Guareña, que llegan a la histórica urbe de Toro, para enlazar con la Vía de la Plata en la ciudad de Zamora. Un trazado que, en buena parte, se remonta a la época romana, y que ofrece tres variantes: La primera sería desde Torrecilla de la Abadesa-Toro-Matilla la Seca- Coreses-Zamora, la segunda saliendo de Villafranca de Duero-Toro-Peleagonzalo-Villalazán-Zamora, y la última partiendo desde Toro-Fresno de la Ribera-Coreses-Zamora.
La parada más que obligatoria en este recorrido es la bellísima ciudad de Toro. Conjunto histórico desde 1963, cuya riqueza artística y arquitectónica no tiene fin. Cuna de uno de los vinos más apreciados desde el medievo, presume de su Alcázar, cuyas imágenes datan del siglo X; de la Colegiata de Santa María la Mayor, donde descansa el impresionante Pórtico de la Majestad o el Monasterio de Sancti Spíritus el Real con sus bellos artesonados.
Camino Portugués
Su trazado discurre por las comarcas de Alba y Aliste hasta traspasar la raya de Portugal, para llegar a Verín y continuar hasta Santiago. Este camino atraviesa tres espacios naturales: Los Arribes, La Sierra de la Culebra y Montesinho. Un recorrido de 200 kilómetros de una belleza natural interminable, que permite al peregrino realizar una travesía de gran diversidad biológica entre dos países vecinos.
El aislamiento de estas comarcas zamoranas hace que muchos de sus pequeños pueblos constituyan auténticos museos etnográficos pues, junto a una arquitectura tradicional basada en el empleo de la piedra, sus gentes han conservado una rica cultura popular, que aman, respetan y valoran como signo de identidad propia. Durante prácticamente todo el año, el peregrino puede encontrarse con celebraciones tan peculiares como las mascaradas, una tradición teatral religiosa; o las romerías, donde los vecinos mantienen vivas indumentarias tradicionales como los Bordados Carbajalinos y la Capa de Honras, confeccionada en paño pardo.
Este recorrido es además la elección perfecta para el peregrino que busque la tranquilidad y huya de la masificación durante su travesía. Estas tierras suponen un enclave excepcional para disfrutar de caminos poco transitados, que permiten al peregrino disfrutar de su búsqueda de soledad y reflexión.