‘Espiritualidad ecológica: aprendiendo a vivir de otra manera’ en las Jornadas Diocesanas
El delegado episcopal de Cáritas Española diferenció tres partes en su ponencia con el objetivo de concienciar y sensibilizar al auditorio de la necesidad de hacer un cambio de mentalidad, no solo dentro de la Iglesia sino en el conjunto de la sociedad. Siempre con el fin último de propiciar el cuidado y respeto de la Creación.
En primer lugar, habló de la crisis medioambiental que sufre la sociedad actual. Existen tres consecuencias claras: daña la casa común, empobrece aún más a quienes ya lo son, y por último perjudica al conjunto de la sociedad. “El abuso de los bienes que Dios puso en la tierra, está destruyendo la obra de Dios. Al hablar de naturaleza hablamos de la creación de Dios. Todo lo que le ocurra a la tierra le ocurre a los hijos de la tierra”, señaló. En ocasiones, el individuo vive en una permanente confusión, según explicó el ponente: “el crecimiento económico es confundido con crecimiento humano”.
Por tanto, la razón última de esta crisis se encuentra en lo más profundo del hombre, o como el papa Francisco lo llama: “antropocentrismo desviado”. Es imprescindible que el hombre genere una nueva visión que aporte los equilibrios naturales: el social, el económico, y el ecológico. Este equilibrio hacia el que habría que caminar han de ir acompañados del “bien común y la justicia” y no responder únicamente a intereses económicos.
En segundo lugar, puso de manifiesto la clave cristiana en esta apuesta por el cuidado de la naturaleza. O lo que es lo mismo: descubrir la tierra como creación de Dios.
Vicente Martín apuntó la necesidad de reencontrarse con la madre tierra y volver a mirarla como Dios la mira. El delegado de Cáritas insistió en no olvidar que la tierra es creación de Dios, un reflejo del amor de Dios.
Por tanto, no hay que perder de vista, según el ponente, que la tierra “se nos ha donado para todos, no solo para unos pocos. No somos sus dueños, pues el resto de criaturas también ocupan un lugar en el corazón del Padre. No tenemos la tierra, sino que es ella la que nos sostiene, nos precede, abarca y supera: somos sus huéspedes”.
En tercer lugar, se refirió a la “conversión ecológica” como un cambio de estilo de vida y fomentar una educación para la alianza entre la humanidad y el medioambiente. La conversión ecológica requiere un cambio en el ser humano y su relación con la naturaleza. En definitiva, supone un desafío social, político y sobretodo espiritual. “No es posible cambiar el modo de vida sin una auténtica espiritualidad, sin ella no habrá conversión ecológica”, afirmó.
Señaló el ponente 5 claves para poder llevar a cabo esta conversión ecológica:
- Aprender a vivir la dimensión contemplativa y gratuita de la vida. Cuando se descubre que la creación es un regalo, la respuesta no es otra que el agradecimiento, la alabanza.
- Descubrir nuestra verdadera dimensión y lugar en la creación. No somos los dueños de ella, sino que vivimos gracias a la creación, pues somos criaturas a imagen de Dios.
- Asumir nuevos estilos de vida. Como ciudadanos y como creyentes hemos de plantearnos nuestra relación con el consumo, no podemos consumir de cualquier manera, comprar es un acto moral.
- La cultura del cuidado. Se sustenta en la compasión, en el respeto profundo al otro, en una responsabilidad compartida, unido todo a la solidaridad y cooperación universal.
- Trabajar por el cambio social. Estamos llamados a un compromiso en favor de la casa común.
Tenemos que ecologizar nuestra Iglesia: reducir lo necesario, reutilizar todo lo posible, reciclar materiales, restaurar los daños, reeducar en una visión. Para la Iglesia, la ecología es algo más que una moda, ha de estar en todos los aspectos de la vida eclesial.