Los Carnavales de Villanueva de Valrojo, al detalle
Los Carnavales de Villanueva de Valrojo tienen gran fama en la provincia de Zamora, y es que se caracterizan por su originalidad y su pervivencia en el tiempo. Una de sus vecinas, Ester Vara Fernández, ha querido compartir con NoticiasCyL todos sus conocimientos sobre este ‘Antruejo’ que no deja indiferente a ningún visitante:
I. Primeras impresiones
La prensa zamorana se ha hecho cargo últimamente del Carnaval de Villanueva de Valrojo como de algo original, no identificable del todo con el modelo común, vigente en el llamado mundo occidental. Con el fin de aclarar algunos conceptos, me dirigí al pueblecito zamorano ubicado en las estribaciones de la Sierra de la Culebra. Me acompañó en la excursión etnológica el fotógrafo profesional José María Gamazo. Entre los dos tratamos de captar –gráfica y literariamente– las características de aquellos antruejos populares, en su versión 1987.
Mis primeras impresiones ante el gran espectáculo carnavalesco que contemplé, pueden quedar reducidas a los siguientes puntos:
1. La fiesta del pueblo
Para los habitantes de Villanueva de Valrojo, los Carnavales constituyen su fiesta, la fiesta por excelencia a lo largo del año, aunque las fiestas patronales siguen conservando su importancia y rango oficial. Los Carnavales de este pueblo tienen la virtud de congregar todavía a toda su población, la residente y la emigrada. Allí pudimos ver individuos provenientes de Madrid, Barcelona, Baleares, Francia, Alemania… Más aún; yo creo que los trasterrados son los que muestran mayor interés por la fiesta, los que la promueven valiéndose de todos los medios a su alcance. De los cuatro jóvenes autores de un folleto multicopiado sobre el antruejo de Villanueva de Valrojo, tres viven fuera del lugar. El magnífico realizador de carteles de propaganda de este año es un maestro nacional, residente en San José (Ibiza). Había venido –como tantos otros– ex professo a la fiesta teniendo que vencer dificultades notables. Por cierto, cuando intenté localizarle, me resultó imposible: estaba disfrazado como un vecino más.
Pero esto no es de ahora: siempre ha sido así. Los Carnavales de Villanueva tienen siglos de existencia. Pueblos cercanos celebraban también festejos similares. Pero los perdieron con el inicio de la guerra civil española. Villanueva de Valrojo, en cambio, los mantuvo siempre contra viento y marea, sorteando prohibiciones oficiales, denuncias particulares… En esto les acompañó la suerte: las autoridades del lugar no crearon dificultades especiales; más bien colaboraron al mantenimiento de la fiesta tanto en la guerra como en la inmediata postguerra. Los alcaldes, por ejemplo, se ausentaban del pueblo durante los festejos carnavalescos con el fin de no tener que informar. Con el mismo fin, los guardias civiles que pasaban por allí de servicio entraban en cualquier domicilio a merendar, invitados por algún vecino. El cura, con tal de que no se corriese el carnaval durante la misa y el rosario, se daba por satisfecho. Según se dice en el folleto anteriormente mencionado, la única oposición fue por parte de los maestros que había en el pueblo, “seguramente porque eran de fuera y no sentían un arraigo especial por la fiesta, aparte de sus ideas políticas”, quizás identificadas con las del régimen.
El pueblo, por su parte, colaboró en términos generales, no dando motivos para que se suprimiese la fiesta. Existieron incidentes y accidentes, más o menos graves y con diversas secuelas. Sucedió esto sobre todo en los años anteriores a la guerra civil, en que Villanueva de Valrojo –como tantos otros pueblos– quedó literalmente partido en dos por una mal asimilada política de partidos. Un llamativo percance entre mozos “dio lugar a que el alcalde pusiera un número en la careta de cada uno, de tal forma que, si algo ocurría, debía responder el propietario de la misma, aunque no fuera él el que la llevara. Hay que decir que este sistema no dio mucho resultado, ya que los mozos se las cambiaban sin control alguno”.
Por lo que respecta a la actualidad, aseguran los autores del folleto: “No debemos engañarnos y reconozcamos que también hay problemas, pero el espíritu de la fiesta y las ganas de correr el carnaval quedan por encima de todo esto, al menos deberían quedar”.
2. Participación total
En teoría, sólo podían participar en estas mascaradas los varones, quedando prohibida la intervención a mujeres y a muchachos. Pero en la práctica ha participado siempre todo el pueblo, sin distinción de sexo o edad, aunque el protagonismo principal haya correspondido a los mozos. Al pedir a uno de los enmascarados que levantase la careta, me encontré con un señor cercano a los ochenta años, un ejemplar típico del pueblo. Me dijo que a lo largo de su dilatada existencia “había corrido todos los años el carnaval”. Según su propia confesión, al llegar esos días sentía un hormigueo en el cuerpo que le impelía de forma irresistible a disfrazarse y a correr por las calles. Si no lo hiciese así, se sentiría ya muerto, irremediablemente muerto… Más o menos es lo que ocurre a todos los vecinos del pueblo.
Tal vez no exista un lugar donde se viva y comparta la celebración del antruejo de una manera tan general. A ello coadyuva indudablemente su modo peculiar de utilizar los disfraces. Antiguamente, máscaras y disfraces eran construidos artesanalmente en el mismo pueblo. Ahora, además de las creaciones artesanales, existen muchas piezas compradas y aun alquiladas fuera. De esta forma, se reúne en el pueblo un número muy notable de disfraces variopintos. Se depositan todos en un lugar común: pajar, corral, tenada… Allí se visten los enmascarados e intercambian sus atuendos con licencia explícita o tácita de los propietarios. Hay un trasiego interminable de indumentaria durante el Domingo Gordo y el Martes de Carnaval principalmente. ¿Cuántos pasan por el pajar a lo largo de esos días? En principio puede pasar todo el pueblo.
3. Mezcla de Carnavales y Carochos
Otra cosa que me llamó poderosamente la atención fue la coincidencia en los Carnavales de Villanueva de elementos nuevos con otros añejos y de rancia tradición. Los cuatro autores del folleto aludido citan algunas de las pantomimas “modernas”, organizadas antes y después de la guerra:
a) La banda de música
Un vecino la copió de la del cuartel donde había estado cumpliendo el servicio militar. Se preocupó de que se confeccionasen uniformes adecuados, dio forma a trombones y trompetas, hizo simulacros de partituras… Lo más destacable fue un niño que llevaba un tambor más grande que él; en su interior iban colgadas unas esquilas que sonaban al golpearlo.
b) La corrida de toros
Se simuló al astado a base fundamentalmente de corcho; la cabeza era de bovino muerto; el cuerpo iba cubierto con una piel de ternero. Según dicen los testigos, la corrida se celebró en la Plaza de Arriba y se utilizaron para la función espada y banderillas auténticas.
c) La boda tradicional
La celebración de una boda auténtica el Domingo Gordo, dio lugar a la resurrección de una costumbre tradicional: en un carro de arrastrar piedras, adornado con sábanas, colchas y cuatro antorchas de mañiza ardiendo en las esquinas, hicieron subir a los novios y padrinos, paseándoles así por todo el pueblo.
d) Aterrizaje de una nave espacial
Se preparó este número con todo detalle, pero no se pudo realizar del todo al haber sido rota la nave por la fuerza de un viento huracanado.
Y podíamos seguir citando ejemplos: vikingos, robots, punks, partos sin dolor, políticos… han pasado por los carnavales de Villanueva.
Pero además de estos elementos de actualidad, existen otros de origen ancestral, cuyo nacimiento se pierde en el túnel del tiempo. Son los mismos que encontramos en los carochos alistanos y en las talanqueiras sanabresas. Esto nos induce a creer, con todo fundamento, que los carnavales de Villanueva de Valrojo son, en cierto modo, una modalidad de mascaradas invernales de dichas zonas. Ya tardíamente se trasladó su celebración de la Navidad a la pre-cuaresma (como ocurrió en tantos sitios), añadiendo nuevos ingredientes, tomados de las celebraciones carnavalescas y que son muy parecidos en todas las partes.
II. Vestigios antiguos del Carnaval de Villanueva
1.Los cencerros
Los utilizan aquí, como en otras latitudes, para anunciar la llegada de los carnavales y son elemento esencial de los festejos propiamente dichos. En ningún pueblo de Zamora he visto que se saquen tantos cencerros a las calles en plan festivo. Los habitantes del lugar tienen conciencia clara de la importancia de este hecho: “Una de las cosas más importantes de los Carnavales son los cencerros, ya que se oye el ruido desde cualquier parte del pueblo, y los que tienen miedo corren a esconderse”. Es también la pieza más cara del traje de Carnaval, por lo que no es de extrañar que, hasta no hace demasiado tiempo, los que no los tenían los iban a pedir a los pastores, incluso a otros pueblos. En casos aislados los robaban a los ganados de los pueblos vecinos, aunque luego los devolviesen al finalizar la fiesta. Y todo esto con el único fin de divertirse y divertir a los demás, porque el miedo es también a veces diversión.
2. Las tenazas o escaleras
Se trata de un instrumento similar al que utilizan los carochos de Riofrío, Abejera… y las talanqueiras sanabresas. Se describe así en el folleto tantas veces mencionado: “Los cencerrudos llevan una tralla (también la lleva a veces el gitano de los carochos) que van haciendo sonar en el aire como signo de fuerza y autoridad, y unas tenazas (o escaleras) de madera con las que cogen un brazo o una pierna de la gente. Este artilugio fue creado con el fin de agarrar a las personas que veían pasar los Carnavales desde balcones o ventanas, normalmente las mozas, ya que tenían miedo a que las pellizcaran o les metieran mano” los autores del escrito lo han dibujado de esta manera:
3. La “lavativa”
Como en Abejera, los enmascarados echaban a la gente a veces agua, a veces tinta, a veces anilina de diversos colores… Se valían para ello de una especie de jeringuilla (llamada vulgarmente “lavativa”) construida manualmente con un palo agujereado.
4. El Diablo
El Diablo ha sido uno de los enmascarados inevitables de la fiesta. Se le veía a veces discurrir por las calles. Pero su aparición más sorprendente es la que hacía en el baile del martes: “Una de las cosas más importantes de este día y a la que, por supuesto, hay que aludir, es la aparición del Diablo en el baile. Entraba el maligno con una tornadera de madera y con azufre ardiendo en una lata, de modo que sembraba el pánico entre la gente por el brillo y el olor que despedía”. Los autores del folleto opinan que esta presencia del demonio en los Carnavales del pueblo “data de los años 1927 o 1928, a raíz de una obra de teatro (La Iglesia Perseguida) representada en Nochebuena. En ella aparecían seis o siete diablos. Los protagonistas de la misma conservaron los trajes y las caretas, y los utilizaron el Martes de Carnaval, iniciándose así una tradición que ha continuado hasta hoy. La careta que se emplea ahora es una de las de entonces, aunque ha sido retocada porque se encontraba en mal estado”. Sin embargo, algunos informantes viejos del lugar me han asegurado que ellos conocieron desde siempre al Diablo en los Carnavales, mucho antes del año 27. La careta actual sí data de esas fechas.
5. Los “monos”
Son figuras típicas del Carnaval de Villanueva. Los encontramos también en las Vacas Bayones de Sayago y en algunos carochos alistanos y en otras celebraciones carnavalescas. Los “monos” llevan puesto un amplio mono de trabajo lleno de hierba o paja, de manera que andan con bastante dificultad. Antiguamente metían también espinos en las espaldas, protegiendo éstas con una chapa. Con los espinos picaban a la gente que se les acercaba.
6. Petición de chorizo y cena comunitaria
El carnaval de Villanueva termina como terminan todas las mascaradas invernales de Zamora y Tras-os-Montes: con petición de donativos (sobre todo de los referentes a la matanza del cerdo) y con una merienda-cena en común. Se dice en el aludido opúsculo: Merece también reseñarse la “cena de los chorizos”. Los mozos salen a pedir un chorizo en cada casa, para comerlo luego. No sabemos desde cuándo se lleva a cabo esto… ni su motivo. Suponemos que se trata de una especie de pago a los mozos por haber divertido al pueblo durante unas semanas. Antiguamente salían a pedir el Miércoles. Después se ha hecho el sábado con un sentido práctico, ya que al día siguiente es domingo. En tiempos pasados, a la cena nunca iban las mozas. Ahora en cambio es habitual y aun imprescindible su asistencia. En la donación de chorizos aparecía también la broma, tan propia del carnaval. A veces los mozos se encontraban chorizos hechos “a peto” con trapos o berzas, o enormemente picantes, como el chorizo del Zangarrón de Montamarta.
III. Personajes y disfraces
Los personajes de la farsa carnavalesca son muy variados, como también lo son los disfraces que utilizan. Sin embargo, podemos hablar de un tipo estandar que se repite con frecuencia y suele ir acompañado de cencerros. Los autores del opúsculo mencionado lo describen así:
– Pañuelo o trapo para tapar el cabello o el cuello.
– Careta que cubre la cara. Ahora es normalmente comprada.
En épocas pasadas eran de cartón, trapo “de babero”, cuero, etc.
– Blusa ancha, de colores vistosos, con volantes de distinto color que tapan hasta las manos.
– Bragas: pantalones anchos y apretados en los tobillos con volantes parecidos a los de los puños. Pueden ser o no del mismo color que la blusa, pero siempre con dibujos muy llamativos.
– Faja: trapo que se coloca en la cintura con el fin de que los cencerros no estropeen el traje.
– Collar de cencerros colocados en la cintura para que suenen al correr. El número de cencerros varía según las posibilidades y deseos de cada uno.
Las mujeres con frecuencia se disfrazan poniéndose el traje típico de la comarca, que consta fundamentalmente del “rodao” y del mantón de Manila o del mantón de Ramo Negro. Pudimos contemplar ejemplares magníficos en el pueblo. La singularidad del “rodao” de Villanueva estriba en que da vuelta y media, mientras que otros dan sólo una vuelta.
IV. Correr el Carnaval
“Correr el Carnaval” es la expresión popular con que se nombran los festejos anteriores a Carnestolendas. De hecho, las carreras o corridas quizás sean lo más llamativo de la mascarada carnavalesca de Villanueva de Valrojo. Vamos a describirla de forma un tanto concisa.
1. El anuncio
Varias semanas antes del Domingo Gordo ya comienzan a sonar los cencerros por las calles de la aldea, como anuncio de la llegada del Carnaval. Hay años en que los mozos adelantan su sonoro anuncio a San Antón (en enero), que es fiesta notable en la localidad. A la gente del pueblo le parece esto un poco excesivo. De aquí el refrán que se oye frecuentemente por estas tierras: “Los mozos sin seso por Antón corren el antruejo”.
2. El Domingo Gordo
Es la expresión que se emplea tradicionalmente para designar el domingo inmediatamente anterior al inicio de la Cuaresma. En él comienza ya la mascarada, que se prolonga el lunes y culmina el martes, la gran explosión del disfraz. En Villanueva sólo algún año (por ejemplo, en 1931) se ha celebrado en el Miércoles de Ceniza el entierro de la sardina: llevaron a un monigote que simulaba un muerto camino al cementerio entre el llanto de la gente y la repulsa del cura. Los actos que componen la mascarada desde el Domingo Gordo hasta el Miércoles de Ceniza pueden reducirse a los siguientes puntos:
a) Las corridas
Ya dije antes que quizás sea lo más llamativo de los carnavales de Villanueva y lo que más recuerda y comenta la gente durante el año. Actualmente el trayecto de las carreras va fundamentalmente de un bar a otro, colocados en los extremos del pueblo. Suele haber una parada en la plaza de la iglesia y diversas excursiones por las calles del lugar. En estas corridas se producen acosos a la gente, amparándose en el anonimato del disfraz. En ocasiones, sólo se exhiben los disfraces, los andares simulados, los gestos equívocos…, para que los asistentes adivinen la personalidad real de los enmascarados.
b) Las escenificaciones
De cuando en cuando se realizan escenificaciones en algunos lugares del pueblo, principalmente en la plaza de la iglesia. En ellas intervienen diversos personajes, cada uno con su papel especial. Lo mismo simulan un juicio que el congreso de los diputados. Suelen ser ocasiones para la sátira y denuncia social a todos los niveles: local, provincial, nacional e internacional. Hay un gran derroche de inventiva y creatividad por parte de los participantes.
c) Las carrozas
Son especiales las que se utilizan en Villanueva de Valrojo. Están hechas a base de un carretillo de mano, sobre el que se monta un armatoste de madera, todo ello recubierto con colchas y telas de muy diversos colores. Representan diferentes motivos y van adornadas con riqueza de imaginación. Entre los acompañantes de las carrozas y de grupos de enmascarados, me llamó la atención la presencia de guardias civiles y policías en número considerable. Llevaban el uniforme auténtico y caretas hilarizantes o satíricas de cerdo, perro, etc.; casi todas eran de animales… Me dijeron que bastantes del pueblo habían ingresado en las fuerzas del orden público. No vi disfraces eclesiásticos, cosa muy frecuente en las mascaradas del Carnaval.
V. El Martes de Carnaval
Según los propios habitantes de Villanueva, para ellos “el martes es un día festivo, quizás la mayor fiesta del año, en el que el vino y la gaita hacen olvidar muchas de las rencillas que pudiera haber”. Su celebración ha tenido diferente contenido a lo largo de los siglos, que todavía puede variar con el correr del tiempo. Seguimos al opúsculo tantas veces citado en la descripción de los actos especiales del Martes de Carnestolendas.
1. Tareas comunales
Hasta hace pocos años, por la mañana de dicho día se tocaba a Concejo y se iba a arreglar caminos vecinales hasta las doce o la una aproximadamente. Por la tarde se volvía a reunir a todo el pueblo y se hacían con brevedad otros actos de común interés: subastar los robles de propiedad colectiva, arrendar los pastos comunales, como la era, etc. Estas formalidades no solían llevar mucho tiempo, pues la mayor parte de él había que dedicarla a “correr el carnaval”.
2. El convite
Tradicionalmente se ha celebrado esta comensalidad del pueblo entero en la Plaza del Palacio, corriendo la invitación a cargo de la Junta Administrativa. Hasta épocas cercanas se ha convidado solamente a pan y vino, que regalaban el alcalde y unos almacenes. Después se añadió escabeche, aceitunas, galletas… Todos deben participar en la misma comida y en la misma bebida.
3. El baile
Durante el convite y al son de la gaita, se iniciaba el baile popular, en el que era frecuente que los matrimonios cambiasen de pareja. Se continuaba el baile en la Casa del Concejo hasta el anochecer en que el cura tocaba al rosario. Como dijimos antes, uno de los números más esperados del baile del Salón era la aparición del Diablo en el mismo, con el terror de los presentes, sobre todo de las mozas.
4. Las mascaradas
Se sucedían ininterrumpidamente a lo largo del día, interceptando con frecuencia los actos que acabamos de mencionar. Como dijimos al hablar del Domingo Gordo, las mascaradas son reducibles a tres formas:
– Corridas.
– Escenificaciones.
– Carrozas.
5. Pedición de aguinaldo y comensalidad final.
Ya hablamos de este punto en líneas anteriores; por eso no vamos a insistir en él. Únicamente queremos recordar que este mismo es el final de todas las mascaradas invernales.
VI. Apéndice: la gastronomía.
En Villanueva existían comidas especiales de Carnaval. Enumeramos algunos de los platos más degustados:
– Rabo y lengua de cerdo, puestos a cocer con garbanzos en un puchero.
– Morcillas, generalmente, dulces.
– Fiyuelas: fritura hecha a base de huevo, harina, leche…; se servía generalmente como postre.
– Chorizo del carnaval, del que hemos hablado anteriormente.
VII. Futuro de la fiesta.
Cerramos este apartado con unas palabras de los autores mencionados, que seguramente interpretan el sentir íntimo del pueblo: “Para nosotros, los Carnavales representan algo muy bonito por lo que merece la pena luchar; esta tradición debe seguir viva…”.