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El médico sayagués que ayudó a salvar a una joven de 16 años al borde de la muerte por coronavirus

4 mayo, 2020 20:34

Era una de las noticias más esperanzadoras sobre la ardua labor de los instensivistas. Una chica valenciana de 16 años se convertía en la paciente más joven de Europa en ser tratada y recuperada, por la técnica de medicina intensiva más extrema, la técnica ECMO. 

Un caso que tiene a un médico de Sayago como uno de sus protagonistas. Marcos Barrios de Pedro es médico intensivista en el hospital de La Fe de Valencia, y fue uno de los doctores que atendieron en la UCI a esta joven, cuyo caso por coronavirus la llevaba al borde de la muerte. Este especialista, nacido en Torregamones, cuenta a Noticiascyl Zamora todos los detalles de esta novedosa técnica ECMO y cómo ha sido el trabajo de los intensivistas durante la pandemia del coronavirus.

Pregunta.- Empecemos por el principio, ¿cómo llega un joven de Sayago al equipo del servicio de Medicina Intensiva del Hospital La Fe de Valencia?

Respuesta.- Hasta los cinco años estuve en Sayago con mis padres. Mi padre es de Torregamones y mi madre de Luelmo, prácticamente toda mi familia es de allí. Pero en el segundo año de Educación Infantil, mi madre aprobó la plaza de Correos, y el lugar más cercano era Madrid. Tras esto, hemos vuelto siempre.

En mi caso, estudié en Madrir y al conseguir una buena nota, quise ir a un hospital que fuera grande y potente, y conocer otras regiones de España. Supe que La Fe tenía este sistema y quise conocer más.


P.- ¿Y por qué medicina intensiva? Igual no es una especialidad muy llamativa o conocida.

R.- Es desconocida, sobre todo a nivel de la sociedad. Yo mismo cuando empecé la carrera no tenía ni idea de que existía la especialidad. Pero en cuarto, me empezaron a hablar de ella y interesó. Es una especialidad que ves de todo, de todas las patologías, y además te centras en pacientes graves y agudos. Tienes muchas técnicas que practicar, sobre todo cuando ingresan.

Entonces, nosotros en sexto teníamos unos rotatorios libres, donde podíamos elegir el departamento de hospital a elegir y pedí intensiva. Estuve un mes rotando en la UCI del hospital de La Princesa en Madrid y me encantó. Tenía que dedicar a cada paciente muchas horas, conectarlos a respiradores, hacer técnicas, analíticas, estudiar su historia, pensar mucho que le puede estar pasando… Todo ello bajo mucha presión, porque son pacientes graves, que se podían morir.


P.- ¿En qué consiste la técnica ECMO?

R.- El equipo ECMO trabajan en la Comunidad Valenciana eligiendo pacientes a los que es viable realizarles esta técnica. Es una técnica que hace de corazón y pulmón artificial, donde saca la sangre del cuerpo, la oxigena y la devuelve, cuando los pulmones no funcionan bien. Es una técnica muy específica que no se hace en todos los hospitales, pero aquí sí está centralizado en el Hospital de la Fe, con intensivistas de La Fe, que están especializados en esta terapia. Por lo tanto, hay un equipo de cirujanos e intensivistas que están como de guardia localizada, por si hay algún otro hospital que lo necesite para trasladarse allí.

Este fue el caso de la joven de 16 años, que se encontraba en otro hospital de la Comunidad, y los compañeros de intensivos de dicho centro la prepararon para recibir este tratamiento. Porque hay que explicar que es un tratamiento de rescate, es la última opción que se tiene, porque es el relativamente agresiva. Una vez llegó aquí, yo la traté en conjunto con el compañero de ECMO y otros dos médicos que giraban conmigo en la guardia.


P.- Ósea que son pacientes que sí teníais ya habitualmente antes de toda esta pandemia.  

Exacto, por otro tipo de patologías como infartos graves, otro tipo de neumonías… Llega un momento que, cuando no tenemos más terapias que darle, se puede utilizar esta técnica que llamamos ‘puente’, a la espera de que ese pulmón o corazón sean capaces de recuperarse. Con lo que conseguimos es ganar tiempo, porque sin él, antes eran pacientes que se morían porque no tenían tiempo de responder al resto de tratamientos que se les habían puesto.


P.- Pero igualmente es una técnica muy agresiva, que no todos los pacientes pueden recibir.

R.-No, hay que seguir unos criterios muy concretos. Se le aplica a pacientes que, por otra serie de parámetros, vemos que, si ganamos ese tiempo, pueden responder al resto de tratamientos previos.


P.- Con él le habéis salvado la vida a una joven de 16 años, que se convertía en la paciente más joven de Europa en recibir dicho tratamiento

R.- 

Era mi paciente, junto a otros dos compañeros, porque con las guardias, un paciente suele ser tratado por unos tres médicos que siguen su caso en profundidad.


P.- ¿Habéis podido hablar con ella?

R.- Si, en nuestra unidad ya estuvo despierta. Además, su madre vino y nos mandó un vídeo al email de la unidad de cuando se fue a casa.


P.- Era una paciente muy joven para estar en una situación tan extrema, ¿tenía alguna patología previa o algo que complicara especialmente su caso?

R.- Nada, no tenía ninguna patología previa. Se le complicó y punto. No sabemos si con el paso del tiempo se descubrirá el porqué de su gravedad. Esperemos que cuando pase la pandemia podamos saber por qué, en determinados tipos de pacientes, el virus produce una inflamación muy importante al pulmón. Aunque luego sí que responden a la medicación que se le está dando, pero que inicialmente produce tanta inflamación, que se hace muy difícil oxigenar a los pacientes. Por eso ha habido tantos pacientes en la UCI, tanta falta de respiradores.

En el caso de esta chica no sabemos muy bien el motivo, imagino que cuando veamos en retrospectiva, también con otros países, lo sabremos. Le produjo una inflamación tan importante al pulmón que quedo sin sus funciones, y hubo que utilizar este sistema, hasta que volvieron a reaccionar.

Y eso que, en el vídeo que nos mandaron cuando se fue a casa, la chica se fue andando como si ni hubiera ocurrido nada.


P.- Viendo este caso, ¿es posible que los menores también puedan enfermarse y tener complicaciones graves?

R.- La verdad que, sobre los niños, lo desconozco. Conozco por la prensa que ha habido varios casos graves, de los que no saben los motivos. Los intensivistas en la UCI tratamos pacientes a partir de los 16 años, y el caso de esta chica es el único que hemos tenido.


R.- ¿Cómo han sido estos casi dos meses enfrentando al coronavirus cara a cara?

P.- Ha sido más intenso aún de lo que ya es de por si la UCI. Pusieron más médicos de guardia de los que somos habitualmente y hemos pasado de 24 camas a 45, en total. Entonces, cuando teníamos guardias malas, que fue a finales de marzo y principios de abril, teníamos mucho ingreso por coronavirus, pero además, el resto de pacientes que también seguían precisando cuidados intensivos. Por desgracia, la gente sigue teniendo infartos e ictus.

Hemos tenido guardias de no dormir en 24 horas y no ver a tus compañeros en todo el día, porque estábamos cada uno con un ingreso, de una punta a otra. Hemos llegado a juntarnos, ya a las doce de la noche, a comer un bocadillo y un café cinco minutos y a seguir.


P.- ¿Ha llegado a estar desbordado el hospital de La Fe?

R.- La verdad que no hemos tenido en ningún momento la sensación de estar desbordados. El hospital tiene una UCI relativamente grande y pudimos ocupar parte de la zona de reanimación, dado que la actividad quirúrgica había bajado. Entonces, cogiendo parte de su estructura y teniendo ayuda por su parte, conseguimos no estar sobrepasados.

Después, los hospitales comarcales también duplicaron las camas de Cuidados Críticos, pasando de 12 camas a llegar a tener 24 o 25 camas. Gracias a esto han conseguido que los hospitales grandes, no nos hayamos saturado mucho. Lo bueno de la Comunidad Valenciana es que su sistema sanitario se basa mucho en los hospitales comarcales y se ha podido dimensionar mucho la pandemia, y teníamos margen de movimiento.


P.- La Comunidad Valenciana tiene algo más de 10.000 casos por coronavirus, ocupa una posición intermedia entre las Comunidades Autónomas, ¿cómo has vivido la evolución desde la zona más crítica, que son las UCIs?

Nosotros hemos llegado a tener 50 pacientes ingresados en la UCI, mientras que en hospitales de Madrid o Barcelona unos 150. Entonces, es totalmente diferente y cuando se tomaron las medidas, nosotros estábamos bajo control.

El principal problema que ha tenido Castilla y León es que ha tenido muy cerca zonas como Madrid en Segovia o Ávila. Quieras o no, el virus no entiende de la línea provincial.


P.- Los intensivistas eráis, como decíamos antes, grandes desconocidos para la sociedad, y ahora parece que han puesto el foco sobre vosotros. Supongo que te habrá llegado el comentario de que vosotros decidíais a quién salvar en las UCIs, ¿qué tienes que decir?

R.- Lo hemos vivido con un poco de rabia, porque no es así y no es la realidad. No hemos actuado de forma diferente a cómo se hace normalmente. Ingresar un paciente en medicina intensiva y someterlo a las terapias, que implica esta medicina, no es ponerle un tratamiento, pasarlo a planta y ver cómo evoluciona. 

Cuando se pone un respirador tienes que estar seguro, primero, que ese paciente va a mejorar con la terapia que le estas dando, y después que va a ser capaz de superar esa terapia. Es decir, un paciente que tiene un cáncer de pulmón terminal, que los compañeros de oncología no tienen tratamiento que darle para mejorar, aunque se le conecte a un respirador, no va a servir de nada. Ese es un tipo de paciente, que se le dan los cuidados necesarios en planta, pero no se le traslada a una UC, haya o no camas libres. Es lo que llamamos un tratamiento ‘fútil’, donde sometemos a un paciente a un tratamiento agresivo y no va a servir para nada, porque no tengo nada para curarle.

Y, también, hay que tener en cuenta que, tras ese tratamiento agresivo, el paciente tenga capacidad de soltarse del respirador, porque quitarlo es un estrés muy importante para el paciente. Hay determinados tipos de patologías o situaciones basales de pacientes, como puede ser una persona de 95 años que ya no sale de la cama, estudiando su caso, sabemos que una vez conectado al respirador, no va a poder separarse del él y respirar solo.

Los pacientes tienen que cumplir una serie de características, que se establecieron entre los intensivistas a nivel nacional, pero que tampoco diferían mucho de lo que se hacía hasta ahora. Porque, incluso en los hospitales más masificados, mejor o peor se han encontrado respiradores. Puede que no fueran los más idóneos que nos gustaría tener, pero al final todo paciente que ha necesitado uno, lo ha tenido.

Nosotros en la UCI, aunque las cosas sean feas, si tenemos algún atisbo de que el paciente puede mejorar vamos a poner todos los medios y someterlo a las terapias necesarias. Pero no somos dioses, y a veces, por mucho que hagamos, la medicina llega hasta donde llega.


P.- La Fe de Valencia donde tú trabajas fue nombrado el hospital público de España con mejor Gestión e Innovación en 2014, ¿ha hecho honor a ese título durante la pandemia?

R.- Hasta yo llego sí. En general se ha organizado bien, aunque siempre se puede mejorar, como en todos los sitios. Dentro de lo que teníamos que soportar, las cosas se han hecho bien, se han ido abriendo las plantas según se iba pudiendo y se ha apoyado a los compañeros de neumología y medicina interna.


P.- ¿Qué has sentido al saber que miles de españoles salen a sus balcones cada día a las 20.00 horas a aplaudir vuestro trabajo?

R.- Te emocionas, y el primer día te quedas pétreo, porque no sabía ni lo que era. Quieras o no te emocionas, te da un poco de fuerzas para seguir, sobre todo durante la época más dura, cuando no había nadie en la calle cuando te levantabas. Estaban las calles desiertas y era como una sensación de ‘Walking Dead’, pero luego escuchabas y veías los aplausos a las 20.00, y aunque estuvieras llegando a casa reventado o las guardias fueran malas, por lo menos pensabas que se está valorando tu trabajo.

Solo espero que, cuando todo esto pase y dejemos de aplaudir, tomemos conciencia de la necesidad de tener una sanidad pública fuerte y que, sobre todo, los políticos veamos que hacen o dejan de hacer con ella.


P.- ¿Crees que se va a aprender a valorar la sanidad pública?

R.- Me pillas. Me gustaría que sí. La verdad es que la sanidad española es buena y es fuerte. Lo vas a comparar con otros países, que muchas veces tienen una gestión semiprivada y salimos ganando. Es bueno, pero es mejorable, se puede dotar, sobre todo, de más personal. Porque las infraestructuras son buenas, pero nos hace falta más personal trabajando. ¿Lo harán? Pues no lo sé.


P.- ¿Y cuándo otros han dejado notas a sanitarios en sus portales para que no volvieran a casa por miedo al contagio?

R.- Era una minoría y lo teníamos claro. También nos daba mucha rabia, porque igual que se han puesto a las puertas de urgencias para que les viera un sanitario, pero luego no vuelvas a casa, que no te quiero ver en el portal. Aunque, si que es cierto que, luego, bastantes compañeras de enfermería nos han enseñado carteles que les habían puesto sus vecinos mostrando su apoyo en los ascensores.


R.- Castilla y León tiene unos 6.000 afectados más que Valencia, ¿te ha llegado algo de cómo se está gestionando la crisis en nuestra Comunidad? ¿Qué te ha parecido?

R.- Pues la verdad que no mucho. Tengo una compañera de facultad en Valladolid, pero no he seguido mucho el plan regional de Castilla y León. Ella me ha contado que sí han tenido una situación peor que la nuestra, pero han podido aumentar las camas de UCI y haber podido ‘fagocitar’ en el servicio de reanimación. También han colaborado para elaborar grupos multidisciplinares.


P.- Zamora es la provincia menos afectada de toda Castilla y León, pese a ser el territorio más envejecido de toda España, ¿por qué crees que ha sido así?

R.- La España vaciada tiene sus beneficios. Al final, este virus cuando estaba en pleno pico, lo que se necesitaba es que las personas enfermas no estuvieran en contacto con otra gente, porque sino se transmite de forma exponencial. Entonces, en provincias en las que no se haya tenido demasiado contacto, bien porque tu provincia tiene pocos habitantes o está alejada de zonas muy afectadas, pues se ha visto el virus un poco más dificultado. Por mucho que Zamora sea la zona más envejecida de España, si las personas enfermas no han estado en contacto con otros, el crecimiento es mucho menor.


P.- ¿Qué opinas de cómo se va a realizar la desescalada? ¿Realmente está la situación controlada en los hospitales para ir devolviendo a la gente a las calles?

R.- De momento, si el número de casos sigue siendo igual, la verdad es que creo que los hospitales si están preparados para hacer frente a los pacientes actuales, en comunidades como las nuestras. Y en Madrid o Barcelona si que están dando bastantes altas y cerrando los hospitales de campaña, por lo que vamos volviendo a la infraestructura normal. Por lo tanto, creo que, si se hace de forma escalonada y, en las provincias según vaya tocando en cada una, puede ser posible. Y en caso de un rebrote, como ya lo hemos hecho, tenemos la posibilidad de aumentar el número de camas y de volver a parar el sistema.

Aunque creo que lo mejor es pecar de precavidos, y si hay que tardar en lugar de 6, 8 0 10 semanas, creo que es mejor.


P.- Precisamente sobre ese tema, la Junta de Castilla y León propone que, en lugar de hacerlo por provincias, se establezca la desescalada por zonas básicas de salud.

R.- Sería lo ideal, pero a nivel de infraestructura es muy difícil. Porque cuando tienes diferentes territorios en distintas fases de una epidemia, para evitar que una zona con peor situación no transmita a otra que está mejor, tienes que evitar el desplazamiento. Yo creo que, de momento, se ha elegido hacerlo por provincias porque logísticamente es más fácil acotar la población.

Aunque la división por áreas de salud sería lo ideal porque te permite una desescalada acorde con el nivel de infección, logísticamente evitar que vecinos de Aliste no se trasladen a Sayago, o viceversa, es más difícil. Que, a lo mejor, lo terminan haciendo porque seamos todos capaces de ir de la mano.

Creo que es importante que, para eso, el Gobierno Central de las competencias necesaria a las comunidades y estas cojan las riendas. Son ellas las que mejor van a saber qué ocurre en cada provincia, y más, cuando las diferencias entre territorios sean aún mayores. Las comunidades saben con qué recursos cuentan, las características de su sistema de salud y cómo gestionarlo.