Jornada de muy agradable y aceptable compañía la discurrida en Fuentesaúco, justificada por la novillada de la Junta, pero lo mejor, en realidad, -al margen del sencillo pero suculento almuerzo- ha sido estar con amigos de los de apreciar. Lo del frío no lo contaremos…



Carlos Velasco, el editor de la cosa esta digital…, (www.noticiascyl.com) que el  pasado mes de agosto se entretuvo en analizar las visitas de los (2.208.000) DOS MILLONES DOSCIENTOS OCHO MIL) usuarios únicos, según https://www.ojdinteractiva.es/medios-digitales#.

Velasco, como decía, nos había invitado a almorzar en Fuentesaúco, aprovechando que mi amigo Gonzalo Santonja y María Antonia, su encantadora esposa, acudirían a la cuarta de las novilladas que ha organizado la Junta de CyL, con la colaboración de la Fundación del Toro de Lidia.

Detalle: Gregorio Muñoz, a la sazón secretario general de la consejería de Cultura y Turismo, -“nuevo en esta plaza”- estaba en Fuentesaúco, y según me dicen ha estado en todas las novilladas. Ejemplo a seguir. El máximo responsable de la cosa del toro en nuestra comunidad tiene que “guardar la viña”. Porque, entre otras cosas, han prometido que estos ciclos de novilladas tendrán su continuidad.

Por cierto, impecable la organización en cuanto al protocolo de la seguridad sanitaria en el coso saucano. De eso, y del buen desarrollo del festejo, se han encargado los empresarios salmantinos Nacho Matilla y Angel Castro. Qué buena novillada, con dos excelentes erales de Ignacio López-Chaves, a uno de ellos le dieron la vuelta al ruedo.

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Pero, por una vez, no les hablaré de toros. Para ello están, por un lado, nuestro Luis Falcón, un todo terreno del periodismo que, después de haber recorrido redacciones tan importantes como las de TVE, entre otras, ha recalado en NCYL para dar aliento a quien fuera su director en la época de Tribuna de Salamanca. El de Villarino de los Aires sabe buscarse y ganarse bien las habichuelas.

Y, por otro lado, mi entrañable Gonzalo Santonja quién ejerce de “enviado especial” en este ciclo de novilladas como un becario recién salido de la facultad. Y es que la afición puede al catedrático.

De ambos tendrán ustedes amplias crónicas esta misma mañana.

Yo venía a hablarles de amistad, de satisfacciones personales cuando uno ya alcanzó cierta veteranía, -más por los años que por sapiencia- y se encuentra feliz escribiendo en este medio con plena y absoluta libertad. Nunca tuve tiempo de escribir tan frecuentemente, y ahora que gozo de él lo disfruto.

“La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos”… (Cervantes).

Conocí a Carlos Velasco cuando ejercía de responsable de comunicación con su paisano Manolo Estella, que entonces presidía las Cortes de Castilla y León, allá en Fuensaldaña. Uno laboraba entonces en Antena 3 de Radio. Y no nos perdimos nunca de vista. Lo visité en alguna ocasión cuando dirigió Tribuna de Salamanca y ciertamente, siempre, me pareció un tipo interesante desde el punto de vista periodístico, además del humano. Serio por dentro… y por fuera, pero cabal como dicen los taurinos. Y pragmático.

Luego, pasados los años, coincidimos en su aventura editorial cuando me llamó para colaborar y posteriormente dirigir una deliciosa revista mensual llamada “Valladolid XXI Magazine”. Ahí arrancó la aventura que ahora trata de consolidar, junto a otros interesantes proyectos.

Velasco, salmantino de Sancti-Spíritus, e hijo de un picador de toros; profesor de Literatura y licenciado en 

CCII, sigue siendo amigo de sus amigos y de vez en cuando nos sentamos a comer para charlar de cosas del futuro, y me pide opinión. Cosa que uno ya tan mayor agradece. Y por eso le correspondo, porque la amistad une.

Así que nos volvimos a sentar y, a mesa y mantel puesto, volvimos a conversar con el catedrático bejarano de por medio, y con María Antonia y Luis de testigos. Y nos metimos entre pecho y espalda un sencillo, pero primoroso, guiso de garbanzos como los que nacen, recolectan y cocinan en Fuentesaúco, o lo que es lo mismo en la comarca de La Guareña. Hubo quién repitió, y es de más allá de la capital salmantina.

Rematamos con un escalope de esa carne tan deliciosa de Zamora. Filetón, que se salía del plato, acompañado de papas fritas de las alargadas. Un flan y natillas compartieron María Antonia y Gonzalo, mientras que nosotros dimos cuenta de un flan casero que nos había recomendado el servicial camarero del Mesón Capotin. Que dicho sea de paso tienen buen servicio y calidad.

Salimos a unos 15 euros por cabeza, incluido un vino D.O. Toro cuyo nombre me encantó: “Madremía”. Uno volvió a decantarse por el clásico clarete con gaseosa. Gonzalo volvió a insistir en su afamada gaseosa bejarana “Molina”. Pero no había. Luego lo resolvió regalándome media docena de productos de la casa que había traído desde Segovia. Gracias, catedrático.

Tras los cafés enfilamos hacia el coso donde pasamos una tarde de abrigo…

Sin comentarios. Por cierto, echamos de menos en el almuerzo a nuestra dire, Silvia García, una periodista zamorana de raza que lleva escasos meses al frente de NCYL. Y se ha notado, sin duda, ese aire fresco, nuevo y dinámico del periódico. Y es que Velasco siempre se apoyó en Silvia desde los inicios. Por algo será. Tendremos ocasión de saludarla en Pucela. ¡Me debe una comida!