Nada más verlas, nos parece estar viendo una escena de una película de ciencia ficción, o leyendo Los viajes de Gullliver y las criaturas gigantes de Brobdingnag. Pero nada más lejos de la realidad. Las calabazas gigantes se han convertido ya en una tradición en la localidad zamorana de Fermoselle, corazón de Los Arribes del Duero, donde las bondades de su microclima animan a la tierra a dar sus mejores frutos, ayudados, claro está, del mimo y la dedicación de sus agricultores.
Tal es el caso de Manuel Ramos, uno de los vecinos de Fermoselle, que un año más se apunta el récord de la localidad sayaguesa y deleita a sus paisanos con la contemplación de este maravilloso ejemplar de 700 kilos. Ayudado por sus dos hijas durante meses, "con amor y dedicación", ha extraído de su huerto dos enormes calabazas que han sido trasladadas a la plaza mayor de Fermoselle para su admiración pública y la enhorabuena que bien merece la superación de un récord difícilmente igualable.