Junio de 2015. El foco mediático giraba hacia la pequeña Zamora. La ciudad que había estado gobernada durante veinte años por el Partido Popular "votaba comunista", que diría la eterna Raffaella Carrà. La Perla del Duero se convertía en la única ciudad de España con un Ayuntamiento de Izquierda Unida (con ocho concejales propios y tres del PSOE). Televisiones, radios, periódicos y hasta el mismísimo David Broncano pronunciaba ya el nombre de Francisco Guarido. Pero tras la ola informativa, quedaba el día a día, el partido a partido, y nacía una gestión municipal "tranquila" de un "comunista" (como le dicen), que nunca militó en el PCE.
Seis años han pasado de ese verano de 2015. Seis años en los que Zamora no se ha convertido a la dictadura del proletariado, pero sí "se ha transformado en una sociedad progresista, que ha pasado de estar anclada en el pasado y de valores tradicionales a ser moderna". Esa es la reflexión que deja el propio Francisco Guarido en una charla con EL ESPAÑOL - Noticias de Castilla y León. Y lo ejemplifica con las relaciones con la Iglesia Católica. Zamora es uno de los grandes estandartes de la Semana Santa en España y donde las cofradías y hermandades tienen un peso social y también político, pero estas tienen más que asumido que el Ayuntamiento y su alcalde ni acuden a actos religiosos, ni se celebran eventos litúrgicos en dependencias municipales. Algo que pudo generar algo de revuelo en su día, como el dejar de velar a la Virgen de La Concha en el interior del Consistorio, pero que ahora Guarido cree que la sociedad zamorana ha evolucionado "y ni se lo plantean". Lo mismo ocurre con el cumplimiento de la Ley de Memoria Histórica, que tanta polémica ha generado estos días también con una zamorana: Justa Freire, a la que le retiraban su calle en Madrid para volver a colocar el nombre de Millán Astray por sentencia del Tribunal Supremo de Madrid. Mientras en Zamora, el Ayuntamiento retiraba su avenida a Carlos Pinilla o su calle a Alfonso Peña, o colocaba un monolito a los represaliados por el Franquismo en pleno centro de la capital. Y no pasaba nada.
Pero hablando de la pura gestión municipal, las cosas en el Ayuntamiento de Zamora también han cambiado. El propio Guarido recuerda que, a su llegada, "nos encontramos las estanterías vacías de proyectos y tampoco había dinero con el que hacer nada". Cuando IU y el PSOE entraron en la Casa de las Panaderas pesaba sobre ella una deuda de 14 millones de euros. Ahora, en 2021 y sumidos en plena crisis económica a causa del COVID, el Ayuntamiento de Zamora dispone de unos 25 millones de euros, que se reparten entre 13 de superávit y el resto en remanentes. Cuatro años de ahorro y reordenación del gasto, con los que ahora Francisco Guarido y su equipo pretenden dejar encaminados diferentes proyectos como el futuro Parque de Bomberos, el nuevo Museo de Baltasar Lobo, la rehabilitación completa de la Muralla o el Museo Pedagógico. Quedan ya para "el beneficio de los zamoranos", la renovación de aceras y alumbrado o un centro de adultos y Biblioteca Municipal en el barrio de San José Obrero, como dos ejemplos.
Comunismo del siglo XXI
De hecho, fueron esas arcas llenas las que permitieron al Ayuntamiento de Zamora ser una de las primeras entidades locales en reaccionar económicamente ante la crisis económica que generaba el coronavirus. Cuando ni la Junta de Castilla y León o el Gobierno de España ofrecía ayudas directas a comercios obligados al cierre y trabajadores enviados a los ERTE o despedidos, el Consistorio zamorano lanzaba los planes RelanZa. Una inyección directa al bolsillo de los zamoranos, que comenzaba con un millón de euros de inversión para ayudar a pagar el alquiler o la hipoteca a los trabajadores despedidos o con reducción de jornada, y que ya va por los 3,5 millones en apenas dos años. Ahora, inmersos en la quinta fase de estos planes otorgan ayudas de hasta 1.000 euros a negocios que fueron obligados a cerrar durante principios de 2021 por las restricciones sanitarias. A estos planes se suma su campaña de bonos al comercio solidarios, casi los únicos en España que se otorgan solo a ciudadanos en paro. Valladolid, Galicia, Burgos, Benavente o Toro ofrecen esta ayuda para reactivar el comercio y dar un empujón a la cesta de sus ciudadanos, pero solo Zamora capital centra su inversión económica en ayudar, en exclusiva, a los parados.
Sobre si esto es o no es comunismo del siglo XXI, el alcalde de Zamora indica que "es el ejemplo de la política del reparto". Guarido pone el término comunista entre comillas y se lo toma como "una guía para ir actuando en el día a día y hacer políticas adaptadas a Zamora". La máxima del gobierno de IU es "intentar repartir lo que tenemos para quienes más lo necesitan", como idea de que eso "son las verdaderas políticas de izquierdas". Con 24 años de concejal, de los cuales hará ocho como alcalde para 2023, Francisco Guarido reconoce que "es evidente que hemos tenido que adaptar nuestros ideales a una política útil y siempre en la línea de favorecer a los que menos tienen, a los trabajadores, a los parados, a los mayores...".
Una política tranquila, sin confrontaciones, gobernando "con transparencia y honradez", por la cual Guarido cree que la "gente está confiando en que hacemos las cosas bien". Y debe ser así la cosa. Porque si en 2015 irrumpían en el Ayuntamiento con ocho concejales, los zamoranos doblaban su confianza en las Elecciones Municipales de 2019 otorgándoles una mayoría absoluta de 14 concejales y la victoria en todas las mesas electorales de la ciudad. Pero hay críticas, por supuesto. La limpieza viaria, los contenedores, el estado de los jardines o parques infantiles son algunas de las reclamaciones de los zamoranos al equipo de IU. Cosas por mejorar en la ciudad que siguen atascadas por una serie de catastróficas desdichas que han imposibilitado renovar esos contratos municipales. Reclamaciones, empresas que abandonan, juicios y hasta una detención por malversación del exjefe de Parques y Jardines han traído y traen de cabeza al alcalde zamorano.
Pero como se suele decir: "Sarna con gusto no pica". Y es que fue el propio Guarido quién arrancó la investigación sobre un posible caso de malversación de caudales públicos, falsedad en documento público, fraude en la contratación y presuntas irregularidades en la adjudicación de obras relacionadas con el Servicio de Parques y Jardines de la capital zamorana. Unas investigaciones que se iniciaban con un expediente disciplinario al exjefe de Parques y Jardines, que continuaba con una denuncia del propio Ayuntamiento en los Juzgados de Zamora y se culminaba con la detención del exjefe de este servicio y el resgistro de su propio domicilio por una veintena de agentes de la UDEF. Un caso que continúa en investigación y que podría acabar con más empleados municipales implicados. Por ello cabe valorar lo arriesgado que fue políticamente este movimiento para Guarido y su equipo, ya que podría haberse dado la vuelta a la tortilla y que los propios ciudadanos asociaran este supuesto entramado de corrupcion al propio equipo de gobierno. Pero el alcalde de Zamora lo tiene claro: "Nuestra política es transparente y honesta, y creo que eso es ser de izquierdas". Guarido asegura que "no vamos a tolerar este tipo de comportamientos y vamos a llegar hasta el final en aquellas cuestiones que nos parecían un delito".
Una forma de hacer política que comparte con un "un grupo de jóvenes muy profesionales" y de los que se muestra especialmente orgulloso. Catorce concejales (de los cuales algunos no llegan ni a la treintena) entre los que se podría encontrar el sustituto de Francisco Guarido. Un médico, una sexóloga, un profesor de economía, otro de historia, dos abogados, un licenciado en Bellas Artes, entre otros, que tendrían que dar un paso al frente políticamente, ya que Guarido ha decidido retirarse en 2023. En una época más que convulsa e incierta para su formación (en la cual Zamora ha sido abiertamente crítica con la fusión de IU con Podemos), Francisco Guarido considera que, tras 24 años, "ya no se me puede pedir más" y cree firmemente que, al igual que él comenzaba su andadura con Gabriel Guijosa y Paco Molina "sin tener ni idea de nada y trabajando poco a poco", ahora deja en manos de la organización y los militantes el "pensar en alguien para los próximos años". Así que, de cumplir su promesa de jubilación, Francisco Guarido pondría punto y final a un cuarto de siglo dedicado a la política y con el que consiguió que toda España mirara a la cercada Zamora y se preguntara por qué ganaban los comunistas.