28 de septiembre, cordillera del Himalaya, y un objetivo: el Manaslu, la octava montaña más alta del mundo con 8.163 metros de altura. Así volvía a las andadas el escalador zamorano Martín Ramos. La cumbre nepalí ha sido para él su décimo ocho mil culminado y uno de los más especiales de su carrera por las circunstancias de la época y del propio desarrollo de la subida.
El deportista ha sido recibido esta mañana en el Ayuntamiento de Zamora, por el concejal de Deportes, Manuel Alonso, al haber sido el Consistorio zamorano uno de sus apoyos económicos durante el ascenso, junto a otras empresas zamoranas como Caja Rural. Ya allí ha relatado cómo fue este nuevo reto deportivo que nacía de la iniciativa de su amigo Jorge Egocheaga. El médico asturiano le propone arrancar una subida a la conocida como Montaña de los Espírutus, tras dos años de pandemia donde no habían podido hacer ninguna expedición. Y aprovechando que, durante el mes de agosto, Nepal había levantando algunas restricciones sanitarias y no era necesario ya guardar una semana de cuarentena obligatoria, se lanzaron a la aventura.
A quince minutos de abandonar
Martín Ramos relata que este ascenso "ha sido distinto". Tras tanto tiempo si actividad montañera, su cuerpo y su mente estaban en otro estado, pero la ilusión de culminar su décimo ocho mil pudo con ello. Una experiencia nueva para el zamorano que pudo haberse quedado en el intento. Y es que hoy mismo, el montañero ha desvelado que, durante el último día de expedición, la jornada amaneció nevando con una intensa niebla, "que no nos permitía ver nada ni saber si estábamos avanzando". Casi perdidos, el zamorano y el asturiano continuaban su aventura sin tener una previsión fija de su llegada a la cumbre. Todo se complicaba, el resto de montañeros que se encontraban en la zona tampoco sabían indicarles cuánto quedaba para el ansiado final, así que, unos 15 minutos antes de llegar al pico, Martín y Jorge se plantearon abandonar. Pero como si el destino hubiera escuchado sus ganas de rendirse, las nubes se despejaron, el sol comenzó a salir y ante ellos se presentó un día de cielo azul, que les permitió ver el pico del Manaslu.
Así que, finalmente, el zamorano coronaba la montaña nepalí y sentía "una gran satisfacción". Sin duda, Martín Ramos recordará esta aventura con especial cariño y, como el mismo admite, "será una cumbre muy especial".