La desesperación se palpa en la voz de Ignacio Carricajo. Un joven ganadero de Revellinos de Campos (Zamora) que el pasado sábado, a las 20 horas, observó con horror el brutal ataque de dos lobos a 28 de sus ovejas. Casi una treintena de ejemplares a punto de parir y que fueron asaltados en un corral cercado en pleno casco urbano de su pueblo y con la vigilancia de un mastín, que también ha acabado muerto.
El ganadero zamorano ha relatado a EL ESPAÑOL - Noticias de Castilla y León como estos dos cánidos accedieron a su cercado, "escarbando a través de un mallazo", a las ocho de la tarde, mientras él y su trabajadora realizaban sus tareas diarias de ordeño. Esta treintena de ovejas parideras se encontraban en el corral exterior, como suele ser habitual, "para evitar que se aplasten y se hagan daño mientras están preñadas". Vigiladas por un mastín de diez años de edad (que pertenecía a su difunto padre), el animal intentó defender al ganado, a la vez que ladraba fuertemente para alertar a sus amos. Pero nada pudo hacer su fiel amigo, ya que se enfrentó "a una lucha de dos contra uno" y acabó muerto, relata el ganadero.
Pero los ladridos del mastín sí sirvieron para que el ganadero y su empleada salieran corriendo y vieran en directo a los dos lobos. "No eran más grandes que un perro, pero los agentes medioambientales nos han dicho que uno de ellos era el alfa de la manada", relata el zamorano. Ante la presencia de los dos humanos, los cánidos emprendieron la huida hacia el monte, tras haber entrado en esta explotación ubicada en pleno casco urbano de Revellinos de Campos.
Un ataque que recuerda a otro de similares características sufrido por un vecino de explotación, hace solos dos años, y que también dejó una cuenta de 70 ovejas muertas. Es más, el propio padre de Ignacio Carricajo también perdía otros dos ejemplares en 2019, mientras realizaba labores de pastoreo en el campo, cuando quedaron rezagadas del rebaño.
Un destrozo económico y un sueño familiar roto
Ignacio Carricajo es una de esas personas que quiso apostar por el mundo rural. Solo hacía una semana que había adquirido nueve de esas ovejas a través de las ayudas por primera instalación en el sector agrario, que otorga la Junta de Castilla y León dentro programa nacional español de Desarrollo Rural. Con el dinero adelantado de su bolsillo (así funcionan estas ayudas) y con una trabajadora recién contratada, dentro del Plan Empresarial que exigen estas subvenciones, este ganadero zamorano se enfrenta ahora a unas pérdidas de más de casi 38.000 euros y el temor a que la Junta "no me pague las ovejas porque me las han matado". Y el destrozo económico no es pequeño. Ignacio Carricajo calcula que el precio de cada oveja muerta es de 170 euros, es decir, unos 4.600 euros, a los que hay que sumar que todas ellas se encontraban embarazadas y a punto de dar a luz.
Unas crías que son especialmente cotizadas en estas fechas, por la cercanía a la Navidad. El ganadero calcula que cada cordero hubiera tenido un precio de 70-80 euros, a dos crías por oveja, supone una pérdida de otros 4.200 euros. Pero no acaba aquí. Los veterinarios de la zona han examinado el resto de ejemplares de su explotación de 500 cabezas, de las cuales 250 están también a punto de parir, pero los facultativos auguran que casi su totalidad sufrirán un aborto a causa del estrés del ataque lobuno. Esto significa que Ignacio Carricajo se enfrenta a la pérdida de otros 33.300 euros (222 ovejas parideras, con dos crías cada una) en concepto de ventas de esos corderos. Y todo sin contar las bajadas en la producción de leche de estos ejemplares. El ganadero ya ha observado un descenso en la producción de 200 litros desde el pasado sábado.
Un desolador panorama económico para este zamorano que ha tenido que pedir un crédito bancario de urgencia "para no tener que despedir a mi trabajadora e intentar reponer las ovejas perdidas hasta que la administración o el seguro responda". Ignacio Carricajo se muestra enfadado con el asunto y se pregunta "¿qué ganas nos quedan de emprender en el mundo rural si estamos indefensos?". Y es que ni la céntrica ubicación de la explotación, la defensa de su mastín, o ni la propia presencia del mismo y su trabajadora en el interior de la nave sirvieron para amedrentar a los dos cánidos, que acabaron con la vida de estos ejemplares y con la forma de vida de este zamorano que había decidido ampliar el negocio familiar, legado de su padre, en la mal llamada España Vaciada.