Rebeca Martín Alonso jamás tuvo dudas. Desde su tierna infancia la joven, natural de Almaraz, supo que quería formar parte del Ejército Español y la Guardia Civil. Ahora, con solo 24 años, ha pasado seis meses en la zona de conflicto entre Líbano e Israel. Un lugar donde desde hace años, ambos países mantienen enfrentamientos militares, especialmente tras la intervención israelí de 1978 al Líbano, y cuando en 2006 se produjo la conocida como Guerra del Líbano, entre la organización islámica musulmana chií libanesa, Hezbolá, e Israel. Desde agosto de 2006, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas estableció un alto el fuego y desde entonces, países de todo el mundo (entre ellos España) pertenecientes a la ONU colaboran para mantener cierta calma en esta zona y evitar un nuevo enfrentamiento bélico en esta complicada zona, entre Israel, Siria y Palestina.
Y como son las cosas. Cuando este conflicto bélico ya estaba en marcha, Rebeca Martín ya soñaba con ser militar o agente de la Guardia Civil. La joven estudió hasta Bachillerato y enfocó todos sus esfuerzos en pasar las pruebas de acceso para el Ejército Español. La zamorana pasó todo un año preparándose físicamente para las pruebas y en una academia para preparar los test psicotécnicos que dan acceso a la carrera militar. "No era nada deportista y, a día de hoy, no me gusta correr, pero me apunté al gimnasio y empecé a correr para poder pasar las pruebas", detalla. Y con solo 19 años, Rebeca Martín ingresaba el Centro de Formación de Tropa nº 1 (CEFOT-1) de Cáceres para recibir instrucción en Infantería Ligera. Durante cuatro meses, la joven zamorana aprendía la formación militar y técnica necesaria para desempeñar su cometido y ejercer facultades de su especialidad operativa. En otras palabras, "aprendimos la disciplina militar, saludos, cómo dirigirnos a nuestros superiores, la vestimenta y la formación militar básica", relata la joven.
Pero cuando Rebeca echaba su solicitud para el Ejército tenía claro su destino: el Regimiento de Infantería 'Galicia' 64 de Cazadores de Montaña. Tras su formación inicial, la zamorana puso rumbo a Jaca, en pleno corazón de Los Pirineos, donde se ha especializado en el batallón de "la más antigua tradición militar española y exponentes de las más modernas capacidades" del Ejército, según explica la propia web oficial del Ministerio de Defensa Los Cazadores de Montaña como Rebeca se forman para ser capaces de vivir, moverse y combatir en terrenos de alta montaña y climas extremadamente fríos; también de operar en otros tipos de terrenos y emplear vehículos protegidos en todo tipo de operaciones. Rebeca aprendió a escalar, repelar, esquiar, usan trampones y raquetas; y está acostumbrada a hacer largas jornadas de maniobras con un peso de 40 kilos a su espalda, en situaciones de extremas temperaturas bajo cero. También cuenta con los carné para conducir camiones, motos, coches y vehículos especiales.
Rumbo a Líbano
Por su extensa y polivalente preparación, los Cazadores de Montaña son habitualmente enviados a misiones internacionales. Y así ha sido como hace seis meses, Rebeca fue destinada a Líbano. Una zona histórica de conflicto bélico con Israel, y que se encuentra en pleno corazón del desastre en Siria y Palestina. La zamorana relata que "siempre se necesitan mujeres" en zonas como estas, porque "de ochenta somos dos" en esta última expedición. Estos militares tienen contacto directo con la población civil, sobre todo para ejercer ayuda humanitaria, y por su cultura islámica, se hace necesario la presencia de féminas que puedan tratar con las mujeres locales y no resulte incomodo para ellas.
Pero no es la única tarea de Rebeca y su compañera en Líbano. La joven está "todo el día y toda la noche" de patrulla en sus turnos. Como un compañero más, vigila la frontera entre Líbano e Israel, sobre todo "para que los libaneses no lancen cohetes o salten la valla" y eso termine provocado un nuevo conflicto internacional. Una zona muy caliente y propicia para el conflicto y que militares como Rebeca velan porque se mantenga la paz. De hecho, el trabajo más habitual de la zamorana es el de conducir los grandes vehículos pesados de la ONU, para los cuales también se ha sacado un carné especial. "Me encanta conducir", añade la joven. Algo que lógicamente llama la atención de los locales del país de Oriente Próximo. "Cuando me ven todos giran la cabeza y se quedan mirando", detalla. Y es que, aunque la ley libanesa sí permite que las mujeres tengan permiso de conducir, su sociedad sigue manteniendo grandes desigualdades entre ellos.
Algo que Rebeca asegura que no nota con sus compañeros militares. "Nunca me he sentido discriminada, soy consciente de que las mujeres físicamente tenemos menos capacidades que los hombres, pero la mayor parte de mis compañeros hicieron la formación conmigo y pasé las pruebas igual que ellos, por lo que me respetan", indica. Si bien reconoce que con los altos mandos, sí ha notado alguna "mirada o gesto" de disgusto hacia su persona, pero "no me importa nada". Y es que la zamorana entiende que es "otra mentalidad de militares que llevan 20 o 30 años en el servicio, cuando no había mujeres".
"Nos piden agua y comida"
Sobre el día a día en Líbano, Rebeca relata el drama que viven centenares de refugiados sirios, que se encuentran "en una situación de pobreza total". Establecidos en pequeños cuadrados de plástico a modo de 'vivienda', la zamorana relata que "siempre que nos ven, nos piden agua y comida". Rebeca lo equipara a la España de hace 70 u 80 años, y explica que "las calles son de tierra, los niños juegan con piedras y van descalzos".
Una situación muy extrema que, en ocasiones, se agrava cuando se producen ataques militares. Rebeca recuerda que un día permaneció cuatro horas en un búnker, porque "los libaneses atacaron con cuatro o cinco cohetes e Israel respondió con 60". Imposible en esta zona de frontera reconstruir, tener algo estable y, mucho menos estar tranquilo. "Empiezas la patrulla un día, pero comienzan a lanzarse cohetes y hasta que se consigue pararlos", detalla. En un país así no es de extrañar que el tiempo libre de Rebeca y sus compañeros se centre en "revisar los vehículos" y como mucho alguna charla con los compañeros de todo el mundo en la base. La zamorana ha podido conocer a militares de diferentes puntos del globo, sobre todo libaneses (unos 200 en total comparten zona con los españoles), y asegura que "todos te abren las puertas de su casa".
Mientras, la respuesta civil es variada. Rebeca relata que, en general, "cuando nos ven allí nos reciben de forma positiva". Les saludan y les da seguridad tenerles por la zona. Pero son conscientes de que otra parte de la población no quiere tenerlos por allí.
Una futura guardia civil
Pese a la experiencia y toda la formación aprendida, el sueño final de esta zamorana está en la Guardia Civil. La joven tiene las ideas más que claras y explica que pasará un año más en los Cazadores de Montaña para luego presentarse a las pruebas para la Benemérita. Cabe recordar que la Guardia Civil reserva cierto número de plazas en cada convocatoria para soldados del Ejército Español, por lo que Rebeca confía en que así pueda tener algo más fácil entrar en el cuerpo.
Y es que la zamorana tiene como objetivo entrar a formar parte del Grupo Cinológico de la Guardia Civil. La joven tiene "pasión por los animales" desde muy pequeña y hasta hizo la formación de auxiliar de veterinaria antes de ingresar al Ejército. Con eso, una tenacidad que ya ha demostrado y su formación en terrenos peligrosos como la alta montaña y zonas de conflicto, espera poder ser parte del equipo que trabaja con los perros en misiones de rescate y búsqueda de personas, explosivos o drogas.