Ana Mulas y Marta Pérez son dos vecinas de Morales del Vino (Zamora) que tuvieron claro, desde que la situación en Ucrania se empezaba a poner tensa, que las puertas de sus casas estarían abiertas para acoger a niños o familias ucranianas que necesitaran asilo. Marta ya tenía experiencia en el acogimiento de niños de la zona de los Balcanes durante los meses de verano y no tuvo dudas, junto a su amiga Ana, que se pondrían manos a la obra en el momento que estallara el conflicto. En ese momento les asaltó una pregunta: ¿Si ellas tenían este espíritu solidario cómo no iba a haber más familias de Zamora que también quisieran acoger a refugiados de esta guerra? ¡Y vaya si los había!
Estas dos amigas iniciaron una búsqueda de familias (inicialmente zamoranas) que estuvieran interesadas en ofrecer sus hogares o viviendas vacías para colaborar en la reubicación de refugiados que pudieran llegar a España huyendo de la guerra. De esto solo hace una semana y esa búsqueda se ha convertido en un listado de "entre 300 a 330 familias" de multitud de puntos de Castilla y León y España dispuestos a colaborar. Como suele ocurrir en estos tiempos, las redes sociales hicieron su magia y, de repente, "todo el mundo tenía mi teléfono", indica Ana Mulas. Su mensaje inicial buscando familias zamoranas interesadas en colaborar fue compartiéndose como la espuma y ahora tiene más de 300 corazones solidarios de puntos tan distintos como Toledo, Ciudad Real, Murcia, Valencia, Barcelona, Santa Cruz de Tenerife, Córdoba, Málaga, Pamplona y, por supuesto, toda Castilla y León. Una extensa comunidad de familias interesadas en colaborar con la grave situación de los ciudadanos de Ucrania y que han acudido a Ana y Marta como vehículo de contacto, información y asesoramiento. Algo que sale de su propia voluntad y de su tiempo. Ana Mulas explica que "yo trabajo a media jornada y casi el resto de las horas lo dedico a esto. A mi familia le estoy quitando tiempo, pero mi hija Daniela me valora mucho lo que estoy haciendo y me ayuda en lo que puede". Marta, por su parte, regenta un restaurante y sus pocos momentos de descanso también los dedica a esta ardua tarea diaria que se han echado a las espaldas sin mayor intención que colaborar en lo que tienen a su alcance.
Y es que estas dos amigas insisten mucho en indicar que "no somos ni una asociación, ni una entidad pública, no ganamos nada con ello, no organizamos viajes, ni queremos ayudas económicas". Ana y Marta se dedican a recopilar lugares, asociaciones, entidades y toda la información que llega a sus manos para trasladársela a estas más de 300 familias sobre la acogida y ayuda en general que se pueda dar al pueblo ucraniano. Por ejemplo, han puesto en contacto a familias del entorno de Segovia con la ONG Cueva Valiente, de El Espinar (Segovia), quien estaba pendiente de la llegada de un avión a Barajas (Madrid) con huidos de Ucrania. Esta organización normalmente trabaja con ucranianos que tienen ya un arraigo en España, bien porque han tenido familias de acogida o familiares ya viviendo en el país, pero que ahora están ampliando su ratio de actuación. Igual ocurre con la organización navarra Segunda Familia, quien acoge a menores ucranianos durante el verano y Navidad desde hace décadas; y que ha fletado un autobús en dirección a Polonia para traer a 52 refugiados. Y con la ONG vallisoletana Ven Con Nosotros, que gracias a su ayuda y contacto ya han cubierto el cupo de familias que necesitaban para ejercer la acogida indefinida de niños y sus familias.
"Esto es un tema serio": legalidad y compromiso
Entre llamada, mensajes e incluso una entrada en directo en un programa de radio local, Ana Mulas explica a EL ESPAÑOL Noticias de Castilla y León la importancia de entender que se trata de una acogida indefinida. Es decir, que "no es lo mismo que cuando traes a un niño en verano o en Navidad", la inestabilidad que supone una guerra como esta hace imprevisible el tiempo que una familia de acogida pueda necesitar asilo. Algo que deja muy claro a los centenares de interesados que tienen en su lista de difusión. Pide a todos los colaboradores que tengan en cuenta que "es un tema serio", y que cada familia debe ser consciente de sus condiciones económicas, laborales y familiares como para hacerse cargo del cuidado y manutención de "dos, tres o los miembros de una familia que acojan". Por ello creen que deben ser las CEAS (Centro de Acción Social) y los Servicios Sociales de las administraciones públicas "quienes deben poner sus servicios para valorar qué familias están capacitadas para esta tarea".
Ana y Marta están muy preocupadas porque cualquier proceso de acogimiento que se inicie dentro de sus contactos sea totalmente legal. Quieren recordar a los interesados y a todos aquellos que puedan pensar en "coger un coche, una furgoneta o un autobús y llegar hasta la frontera con Polonia y traer gente a España" que cualquier persona que salga del país y se tenga que cruzar media Europa "necesita estar documentada". Estas dos amigas apelan a que se trate con las Oficinas de Extranjería todo el proceso de legalidad para recibir el correspondiente asilo. "Tienen que tener conocimiento de todo", insisten. Y piden que estas buenas voluntades se traten "con muchísimo cuidado".
Durante la charla con este periódico repasamos negocios, asociaciones y particulares que han hecho público su intención de ayudar y no les falta una. Se enteran de todo. "No dejamos de recibir mensajes y llamadas de cualquier tipo de ayuda que va surgiendo", detalla Ana Mulas. Es más, durante esta misma entrevista, la vecina de Morales del Vino vuelve a mirar su teléfono y casi entre lágrimas cuenta emocionada que la Asociación de Personas Sordas de Zamora también les ofrece su ayuda para ejercer de interpretes, en el caso de que tengan que tratar con personas sordas llegadas de Ucrania. Un broche de oro para cerrar este encuentro, donde queda pendiente que otro día desvelen una importante colaboración llegada desde un pueblo zamorano, y que podría dar techo y comida de forma indefinida a una veintena de refugiados de ser necesario.