Vuelve el incienso, el recogimiento y el fervor. Vuelve la Semana Santa. Y aunque al pensar en esta festividad, la creencia general es que Zamora capital es el epicentro, resulta que la provincia también ofrece una Pasión única, ferviente, devocional y digna de ver. Ese es el caso exacto de Benavente. La ciudad cuenta con una de las Semanas Santas más antiguas y singulares de España. Su imaginería y el marco incomparable de la arquitectura de la propia villa ponen el broche de oro a una fórmula perfecta para disfrutar en esta festividad que se avecina. 

Por ello, EL ESPAÑOL Noticias de Castilla y Léon ha se desplaza hasta Benavente. Una ciudad que cuenta con una Pasión en la que se unen la sobriedad y tradición en una devoción única y arraigada que cala profundamente en el sentir de los benaventanos. Y es que la Semana Santa de Benavente no tiene nada que envidiar a otras más conocidas en la provincia, siempre con el sello de identidad zamorano: la austeridad.

LaSemana Santa de Benavente ofrece una sinergia única, donde se establece un vínculo de doble sentido, entre compartir la fe y la devoción con el misterio, pero donde también se disfruta de la herencia histórica y cultural de la ciudad. 

Antigüedad

La devoción nazarena en Benavente tiene sus orígenes en los conventos franciscanos y dominicos existentes en la villa. Así en 1604 se funda la denominada Cofradía del Dulce Nombre de Jesús, con sede en el Convento de Santo Domingo, y en cuya capilla recibía culto una imagen del Nazareno. Posteriormente en el tránsito del siglo XVII al XVIII se instituye la Cofradía de Jesús Nazareno, independiente de la anteriormente mencionada, la cual erige su sede o capilla en la iglesia de Santa María del Azogue. Esta procesión y sus imágenes suscitaron una gran devoción entre el pueblo. De tal forma que, ya en 1737, era habitual sacar la imagen de Jesús Nazareno en las rogativas públicas a causa de las calamidades públicas, sequías, temporales y pestes

Las tres cofradías más antiguas que procesionan en la ciudad son la Vera Cruz, documentada desde 1482 pero de la que se presume existencia anterior, y las ya nombradas Jesús Nazareno y el Santo Entierro, aunque posteriormente se crea la Cofradía del Silencio en 1943 y en 1999 se incorporan las Damas de Luz y Soledad como sección de las Cofradías de la Santa Vera Cruz y el Santo Entierro. Posteriormente se forma un grupo de niños cofrades para acompañar imágenes de las procesiones del Domingo de Ramos y de Resurrección.

Singularidades

La gran peculiaridad de Benavente es que su Semana Santa es la de las venias y encuentros, la de los silencios devotos, las luces en la tiniebla, con penitencias y vía crucis. Sobrecogedoras escenas de devoción y recogimiento que calan en el sentir del visitante y enamoran a quien las ve. Unas particularidades que la hacen única, entrañable, fervorosa y devocional. De hecho, alguno de los momentos que se producen durante la Pasión benaventana son vividas con "especial fervor y sensibilidad" por los propios vecinos de la villa y sus valles.

La primera de estas venias se produce el Martes Santo, en la popularmente conocida como procesión de las tinieblas, donde la Virgen de la Soledad le hace las venias a Jesús Nazareno en la Plaza Mayor. Tras este sobrecogedor momento, el desfile se bifurca, yendo unas imágenes a la Iglesia de Santa María la Mayor y otras a San Juan del Mercado. 

La segunda de estas venias llega el Viernes Santo, durante la madrugada, en la procesión del encuentro de Jesús Nazareno. La Cofradía de Jesús Nazareno durante su recorrido procesional realiza oración del Vía Crucis efectuando parada en cada una de las estaciones. A su salida del templo de Santa María la Mayor forman dos comitivas que recorren paralelas diferentes trayectos efectuando oración en cada una de las estaciones hasta encontrarse en la Plaza Mayor. A partir de este punto las dos comitivas se unifican formando una única procesión para retornar a su templo.

El silencio de la mañana es tan sólo roto por el rezo de las oraciones, por el ruido de las pesadas cruces que arrastran algunos de los nazarenos, el repiqueteo de las varas en el pavimento y el rezo de las estaciones. Particularmente resulta emotivo y lleno de recogimiento el momento en que en la Plaza Mayor benaventana se encuentran las imágenes, produciéndose esa ceremonia de las venias entre ambas. El canto de la Salve a la Virgen pone colofón a las oraciones, culminando el recorrido de las estaciones. Son momentos que se viven con gran intensidad y recogimiento por parte de los benaventanos.

Y la tercera venia se produce el Domingo de Resurrección en la procesión de las Cofradías de la Santa Vera Cruz y el Santo Entierro con su sección de damas, y con la colaboración de los niños de la Hermandad de Jesús en su entrada triunfal en Jerusalem. Aquí, la Virgen de las Angustias se encuentra con Jesús resucitado en la Plaza Mayor, y en el momento de la venia (reverencia), se le cae el manto negro y deja ver el blanco que lleva por debajo, saludando al Cristo con sus brazos articulados. Al mismo tiempo, los niños lanzan claveles y palomas al vuelo. Un momento estelar, "muy esperado por todos y que se vive con especial alegría". 

Más procesiones que no te puedes perder

El Miércoles Santo es el día de la Cofradía del Silencio y su acompañamiento al Cristo de la Salud. Resalta en esta comitiva procesional el riguroso silencio y orden con el que acompañan los hermanos cofrades a sus imágenes, los cuales con sus hachones iluminan las calles de Benavente al paso de la procesión. También el fervor popular que muestran los benaventanos, que en gran número acompañan al Santísimo Cristo de la Salud en su recorrido de Pasión. Ello sin duda como muestra de devoción y respeto de sus devotos y fieles, lo cual contribuye sin duda también a reforzar un ambiente de fervor y recogimiento en el itinerario procesional. Cabe recordar que, previo a este desfile tiene lugar la ceremonia del solemne Juramento de no pronunciar palabra durante su recorrido por todos los hermanos que la integran. 

El Jueves Santo es el turno de la Santa Vera Cruz. Una procesión disciplinante y penitencial, donde sus hermanos se ofrecen a hacerla descalzos y con una pesada cruz. Además, se vive un momento de reflexión durante la adoración a la cruz, antes de salir, con una limosna a la propia iglesia. A continuación, tiene lugar la procesión donde los pasos que desfilan son la cruz desnuda y sobre ella un sudario de fino lino (como presagio de lo que va a ocurrir el Viernes Santo), a continuación La Adoración en el Huerto, el paso del Judío con el clavo, y por último la Virgen de la Soledad. Siguiendo a los pasos están los mayordomos, el capellán, las autoridades y la Junta Pro-Semana Santa. Un desfile que finaliza en el Hospital de la Piedad, donde se canta la Salve y se reza a los enfermos de la villa. 

También es especialmente reseñable por lo entrañable de la misma la procesión del Domingo de Ramos, con los niños como protagonistas. La conocida como Borriquita es la más disfrutada por ellos y la que da inicio a la Semana Santa con la bendición de las palmas. Igualmente interesantes son las de Viernes Santo, al mediodía, con el recorrido de oración al Santísimo Cristo de los Afligidos, donde se rezan las siete estaciones; y también en Viernes Santo, ya en la tarde-noche, el Santo Entierro con el canto del Miserere por la coral benaventana, quienes cantan al paso del Cristo Yacente.

Cultura

La riqueza e importancia artística de los grupos escultóricos de Benavente son dignos de mención. Más allá del fervor religioso y la devoción de sus hermanos, las tallas benaventanas son fiel reflejo del paso de la historia y de la impronta artística de varios estilos muy importantes y destacados.  Su imaginería pasa por diferentes etapas históricas y gustos estéticos observando retazos medievales (Ecce Homo) y ruralizantes (Cristo de los Afligidos), junto a otros cargados de efectismo barroco (Paso de la Desnudez o Rodopelo, conocido popularmente como El judío del clavo).

También se encuentran señales de la Semana Santa decimonónica fin de siglo, con imágenes ataviadas ricamente, con doseles al estilo andaluz, en una estética muy al gusto de la burguesía finisecular, impulsora y patrocinadora de las manifestaciones religiosas de aquel tiempo (Nuestra Señora de las Angustias, La Soledad, etc.).

Pero el patrimonio escultórico más importante de la Semana Santa benaventana es el aportado durante los años veinte del pasado siglo, en que se produce una auténtica renovación del fenómeno procesional y numerosos pasos e imágenes enriquecen el repertorio iconográfico destacando obras del escultor valenciano Pío Mollar, como El Yacente, La Oración del Huerto y Nuestra Señora de los Dolores, que suponen una aportación decisiva a la imaginería semanasantera.

Por último, en los años cincuenta, varias aportaciones provenientes de la escuela de Olot y El Arte Cristiano engrosan el patrimonio de la Semana Santa local, entre ellas el grupo de la Crucifixión, llamado también la Cuarta Palabra, La Verónica, Jesús en la borriquilla, etc. Una aportación singular y de gran personalidad es El Flagelado o Cristo atado a una columna, obra del escultor benaventano José Alonso Coomonte. A estas obras se sumarían otras recientemente el grupo San Juan y la Virgen camino del Sepulcro, de Ricardo Flecha.

Todos estos pasos desfilarán por la ciudad benaventana, cuya arquitectura y estética propias hacen de la ciudad un escenario digno de admirar y que el visitante también podrá admirar en todo su esplendor. Sus rincones, plazas y calles son una demostración muy valiosa del románico o las rúas medievales, que ayudan a sentir la belleza, que se pone en escena durante la Pasión de Cristo.