Los poblados de Iberdrola fueron en su día todo un hito del trato que la empresa eléctrica daba a sus trabajadores y del desarrollo de la historia social de España. Se trataba de pequeñas aldeas, construidas durante el siglo XX, que se ponían a disposición de los trabajadores de la empresa para que pudieran residir junto a sus familias, justo al lado de las centrales que tienen por toda España, para que pudieran habitar allí durante el desarrollo de las obras de construcción de algunas de sus presas más importantes. Con el paso de los años, estos poblados se fueron deshabitando y quedaron vacíos, si bien, Iberdrola siempre se ha preocupado por su mantenimiento para que no se echaran a perder incluso estando cerrados.
Precisamente con ese espíritu de que esos pequeños poblados no caigan en el olvido, Iberdrola ha arrancado una iniciativa muy provechosa para sus propios trabajadores, pero también para el turismo rural de las provincias de Zamora y Salamanca. Y es que tres de esos poblados más importantes se ubican en los territorios de Ricobayo (Zamora), Villarino de los Aires (Salamanca) y Aldeadávila de la Ribera (Salamanca). La multinacional eléctrica ha llevado a cabo la rehabilitación de cerca de 50 viviendas en algunos de estos poblados para que sus empleados y personal prejubilado y jubilado de todo el mundo disfruten de la posibilidad de alojarse en sus casas rurales durante sus vacaciones o fines de semana. En concreto, la restauración se ha producido en quince viviendas de Aldeadávila, quince de Villarino, diez en Ricobayo y ocho en Alcántara (Cáceres).
Cabe recordar que Iberdrola lleva años ofreciendo apartamentos en zonas de costa para que sus trabajadores y jubilados puedan alquilarlos a precios especiales. Ahora, la multinacional ha decidido aprovechar los bellos enclaves rurales en los que se ubican estos antiguos poblados para que sus empleados puedan alojarse durante todo el año, por periodos semanales o fines de semana. Iberdrola ha llevado a cabo una reforma y adecuación de dichas viviendas, para transformarlas en cómodos apartamentos vacacionales y convertir estos poblados en un verdadero resort vacacional, "cumpliendo con todos los estándares de confort", como indican fuentes de la compañía en declaraciones a EL ESPAÑOL Noticias de Castilla y León. Así, las ofrecerán a precios muy asequibles para sus empleados y jubilados de la empresa con el objetivo de que puedan disfrutar de las opciones turísticas que les ofrece la zona de Ricobayo-Muelas del Pan, Villarino, Aldeadávila, y el resto de territorios de las provincias de Zamora y Salamanca.
Hasta 3.000 visitantes por año
Un trabajo de restauración y reconversión que ya ha finalizado y que tiene su estreno hoy mismo. Las primeras familias de trabajadores de Iberdrola inician hoy sus vacaciones de Semana Santa en esta nueva aldea vacacional, que la empresa ofrece "con todos los protocolos de seguridad necesarios para hacer la estancia lo más agradable y segura posible".
Esta será la primera experiencia vacacional en los poblados de Ricobayo, Aldeadávila y Villarino, que traerán un turismo a estas zonas tan deprimidas de la España Vaciada, y que Iberdrola espera que sea un "impacto socioeconómico" positivo para todas ellas. "Una oferta turística que atraerá población, ayudará a promocionar un espacio con indudables atractivos medioambientales y dinamizará un territorio afectado por la despoblación", indican desde la compañía. Iberdrola calcula que por estos resorts vacacionales puedan pasar entre 2.500 y 3.000 personas a lo largo del año. Trabajadores de España, pero también del resto del mundo, ya que Iberdrola opera en multitud de países de todo el globo, cuyos trabajadores también pueden tener acceso a estas viviendas vacacionales si así lo desean.
Un espacio vacacional lleno de historia
Durante la primera mitad del siglo XX, los proyectos de construcción de presas en España desbordaban los aspectos estrictamente técnicos o empresariales. Su magnitud y complejidad requerían de una ingente cantidad de mano de obra, lo que unido al hecho de que estas obras se llevaban a cabo a menudo lejos de los grandes núcleos de población, hacía necesario construir en el entorno directo de la obra lo que se conoció como los poblados, verdaderos pueblos donde se desplazaban los trabajadores de la presa con sus familiares y donde habitarían durante el desarrollo de las obras. Eran verdaderas localidades levantadas de la nada, donde se necesitaba instalar todo cuanto fuera imprescindible para el desarrollo de la vida cotidiana. Además de la infraestructura propia de las viviendas, Iberdrola dotaba la zona de escuelas, enfermerías, hospitales, instalaciones deportivas (generalmente frontones o campos de fútbol), iglesias, comedores, cantinas, viviendas y muchos barracones.
La multinacional considera que aquellos poblados fueron lugares de trabajo donde "muchos españoles encontraron un buen medio de vida y donde hallarían algunas de las comodidades de la vida moderna, todavía entonces ajenas al medio rural del que procedía buena parte de los trabajadores manuales". La empresa recuerda que, para alguno de estos trabajadores era la primera vez en la que contaban con prestaciones como el agua corriente, la luz eléctrica, asistencia médica, la formación escolar de calidad para los niños o la instrucción profesional para mujeres jóvenes, que "entonces no se incorporaban todavía a las labores manuales de las obras".
Estos poblados "fueron parte de la historia social" de la España de la primera mitad del siglo XX, "en la que tuvieron lugar tantos acontecimientos históricos de relevancia". Iberdrola recuerda que "jugó un papel importante" la entonces estrecha vinculación entre la empresa y la vida cotidiana del trabajador. "Y, desde luego, los poblados donde vivieron quienes construyeron las muchas presas que se levantaron en aquella época forman parte de esta historia", añaden desde la multinacional.
Todo un hito
La construcción de los Saltos del Duero se inició prácticamente con el nacimiento del siglo XX, con la estela de la euforia despertada por los descubrimientos técnicos en el transporte de la electricidad. Fue entonces cuando muchos industriales españoles se lanzaron a recorrer las vertientes de los ríos ibéricos. Fueron viajes sorprendentes, ya que las zonas más ricas en el aprovechamiento del agua para la generación eléctrica se encontraban en lugares complicados y muy alejados de las poblaciones.
El caudaloso río Duero, a pesar de ser vehículo de transporte durante largas épocas, ocultaba en su tramo inferior un tesoro inimaginable en forma de energía. Fue el ingeniero José Orbegozo quien se dio cuenta de las enormes posibilidades del tramo internacional y de la magnitud del proyecto, lo que exigía un tratamiento global del mismo, acorde con la importancia del aprovechamiento. Con el objetivo de desarrollar todas las concesiones bajo una única dirección, se creó la Sociedad Hispanoportuguesa de Transportes Eléctricos que, en 1928, pasó a denominarse Saltos del Duero, germen de la actual Iberdrola.
El proyecto consistía en construir saltos poderosos que aprovecharan la fantástica caída del agua y crear grandes embalses en los ríos Esla y Tormes. Estos embalses regularían el caudal y garantizarían la producción de las centrales que se instalan en aguas abajo, bien en el tramo nacional o internacional del Duero, que, en la misma frontera entre España y Portugal y a lo largo de 160 kilómetros de curso, ofrecía un desnivel de 400 metros.
Con el aprovechamiento de los saltos del Duero se inició la construcción de los grandes embalses reguladores, con centrales a pie de presa, que hasta ese momento no habían sido construidos ni en España ni en Europa.
Un liderazgo global
El compromiso de Iberdrola con Castilla y León se enmarca en lo que consideran "una profunda vinculación" de la compañía con esta tierra, en la que nació hace más de 115 años, y desde la que viene "impulsando la transición energética" hacia energías renovables, limpias y competitivas que promueven, según indican, "el desarrollo de una sociedad sostenible y responsable" con el entorno medioambiental y socioeconómico.
La apuesta por las energías limpias comenzó, precisamente, con la promoción de los Saltos del Duero y este compromiso, más de un siglo después, "se ha materializado" convirtiéndose en un líder energético global, el primer productor eólico y una de las mayores compañías eléctricas por capitalización bursátil del mundo. En Castilla y León, Iberdrola es líder en el desarrollo de estas energías, con la gestión de más de 5.200 MW renovables -3.500 MW hidroeléctricos, que consolida la región como la que tiene más megavatios verdes instalados por la compañía en España.
Y en concreto con la provincia de Zamora, Iberdrola tiene una importante conexión, ya que será en este territorio donde invertirá 36 millones de euros en redes durante los próximos cuatro años, otros 40 millones en la ampliación de parques eólicos, cuatro millones en infraestructuras hidráulicas en 2022 y una aportación fiscal recurrente de más de 13 millones de euros anuales de impuestos provinciales.