Desde 1995 hasta 2019, El Elefante de Oro fue el club de alterne más conocido de la provincia de Zamora. Medio siglo de historia en las paredes del imponente local y jardines que se ubican a los pies de la N-112 a su paso por Coreses (Zamora), y que ahora vive una nueva etapa completamente distinta. Y es que este famoso local de alterne se ha transformado por completo para convertirse en un restaurante y hostal, con nuevo nombre y nueva imagen: el Hostal 711.
María José Mosquera ha sido la gerente del club durante estos 24 años, pero su historia con el mundo de la noche y la prostitución comenzaba mucho antes, en los años 80, cuando ejerció y luego dirigió El Pato Rojo, en el barrio de la Lana de Zamora capital. Orgullosa de haber trabajado durante más de cuarenta años en el negocio de la prostitución, a sus 60 años ha decidido reinventarse (a ella misma y a su negocio) por una razón muy clara: "Vivir más tranquila".
"Ni me avergüenzo ni escondo a qué me he dedicado toda la vida", explica a EL ESPAÑOL Noticias de Castilla y León, con voz serena y calmada, la de una persona que ha visto mucho, que ha vivido mucho. María José comenzó como prostituta en el conocido como barrio chino de Zamora en el mencionado Pato Rojo. Un local muy conocido por aquellos años 80, y que saltó a los titulares nacionales por un tiroteo, donde ella misma sufrió un disparo y un hombre falleció.
De hecho, fue el éxito de El Pato Rojo lo que llevó a María José y su compañero a trasladar el negocio a un espacio mucho más grande, donde atender el nivel de clientela que tenían. "El local de Zamora no se podía edificar más por la normativa del Casco Viejo y se nos quedaba pequeño", detalla. Por ello, en 1995, compraron una finca de Coreses, "que por entonces era una chopera con una casa pequeña, que aún existe", relata. Y allí, la pareja inició la primera fase del local, con un bar y 20 habitaciones, construidas desde cero.
Este fue uno de los primeros clubs de carretera de la zona. María José recuerda que, "poco antes abrió el Huracán en Benavente (1989)", pero que El Elefante de Oro se volvió rápidamente muy popular en Zamora y en las provincias vecinas como Valladolid, Salamanca o León. "Venían de todas partes", añade. Y no faltó tampoco la clientela del barrio de la Lana, que se mantuvo fiel y "se desplazaba hasta Coreses".
La gerente explica que, durante años, su clientela "siempre ha sido muy fiel y agradecida". Algo que los responsables de El Elefante de Oro correspondían con "un trato familiar y divertido". María José recuerda grandes noches de fiestas temáticas, bailes, DJ, y "muchas historias que no se pueden contar", bromea. La gerencia del club de alterne intentaba "que las noches fuese especiales y amenas", y agradece la buena disposición de las chicas que allí trabajaban, porque "la noche se hace muy larga y es complicada a veces".
Precisamente sobre el trato con las mujeres que ejercían la prostitución en su local, María José asegura que "con el 90% guardo hoy en día una excelente relación". En medio de la polémica actual sobre el abuso y explotación de las mujeres que se prostituyen, la gerente del extinto club de alterne relata que "siempre he cuidado de ellas, las he atendido y queríamos que se sintieran siempre cómodas y como en casa". Tanto es así, que María José explica que "muchas de ellas siguen viniendo a verme ahora, comen aquí y me cuentan su vida". Y es que algunas de las mujeres que trabajaron en El Elefante de Oro vivieron en el club "14 o 15 años". Es más, durante la pandemia, que el club permaneció cerrado, las chicas que habitualmente vivían en El Elefante de Oro ayudaban en las tareas de mantenimiento y hacían actividades juntas para pasar las horas, como nos tocó a todos.
María José defiende la regulación de este tipo de profesión y cree que esto podría acabar con la explotación, que asegura nunca se ha ejercido con ninguna de sus chicas. Como exprostituta afirma muy tajante que "lo que no quiero para mí no lo quise nunca para ellas". El cambio de mentalidad y la presión política por la prohibición de la prostitución cree que ha hecho "que esté muy mal visto todo". Pero defiende que "aquí han trabajado cientos de mujeres que, gracias a eso, han construido luego sus casas en sus países de origen (fundamentalmente Latinoamérica), o negocios en Zamora u otras ciudades". María José defiende que "todas ellas han venido a ejercer libremente y es una opción que debemos respetar".
De hecho, María José justifica que las chicas del El Elefante de Oro daban un "servicio público" a su clientela. La gerente recuerda que la prostitución es "parte de nuestra cultura y era algo normal" hasta hace pocos años. Así, recuerda que por su negocio "pasaron padres, que llevaron a sus hijos a perder la virginidad con 18 años, y no había estigma por ello". Una práctica habitual años atrás que para María José era "un servicio que las chicas daban gustosamente y con libertad". Y como prueba de ello, añade también que, algunas de sus trabajadoras abandonaron el negocio "cuando quisieron, encontraron pareja o hicieron el dinero que necesitaban".
Las circunstancias que llevaron al cambio de negocio
Pero en el caso de El Elefante de Oro su cambio de negocio no ha sido tan voluntario. María José no ha dejado la que ha sido su forma de vida durante cuarenta años "porque ahora esté mal visto", sino porque está "cansada" de lo que considera un acoso judicial, administrativo y policial, "que los últimos años se ha hecho insostenible".
Desde su apertura en 1995, el Elefante de Oro ha funcionado como hostal para las prostitutas que han ejercido allí. Según el relato de su gerente, las chicas les pagaban por el uso de sus habitaciones, la comida y limpieza; pero "nunca les cobramos una comisión por los servicios que realizaban". María José nunca ha "escondido ni negado" que en su local se ejerciera la prostitución, y defiende que, "puesto que es un servicio alegal en España", este era el "único método" que tenían para poder desarrollar su negocio.
Un negocio que ampliaron en 2007 y "empezaron los problemas". María José recuerda su imputación, la de su socio, una de sus gerentes y un taxista de su confianza, por una acusación de supuesta trata de blancas. Todos cumplieron mes y medio de cárcel, para luego ser absueltos de todos los cargos, tras cuatro años y medio de largo proceso judicial. Un tiempo en el que ella y su familia vieron retenidos todos sus bienes (dinero, joyas y propiedades), en medio de una costosa reforma y ampliación de su negocio. Unido todo ello a una multa del Ministerio de Hacienda de 400.000 euros. "Lo pasamos muy mal, no teníamos ni para dar el cambio", se lamenta.
Y pese a todo su sufrimiento personal, lo que más le duele a María José es como este suceso "le fastidió la vida al taxista". María José recuerda con tristeza como "nos acusaron de un delito que jamás cometimos, y encima a ese hombre le dejaron sin negocio porque tuvo que pasar mes y medio en prisión por hacer su trabajo, que es transportar personas".
Pero superado este bache, María José se queja de una continua persecución administrativa y policial a su negocio. "Yo jamás hubiera dejado la noche, sino fuera porque se nos daba la circunstancia de que trabajábamos un año, llegaba la Seguridad Social, me exigía que tenía que asegurar a todas las chicas y me ponía una multa de medio millón de euros", detalla. La gerente justifica que las chicas "nunca trabajaron para mí, porque si así fuera hubieran tenido que cumplir un horario y darme unos beneficios que yo marcara".
A esto se suman los "sobresaltos continuos" cada vez que la Policía Nacional entraba a registrar el local. "Estábamos hartos de que llegaran, molestaran a los clientes, los identificaran y no les dejaran salir en horas", indica. Para María José más que cumplimiento de la ley ha sido un "acoso" por parte de algunos sectores, como la Jefatura de Extranjería de Zamora. En cambio, solo tiene buenas palabras para la Guardia Civil de Zamora, quienes, relata, "cuando me han querido encausar han presentado sus reportes a mi favor en los juicios". Y es que María José recuerda que la Guardia Civil venía habitualmente a "hablar a solas con las chicas, saber si estaban bien y si todo estaba correcto con ellas".
El adiós a El Elefante de Oro
Así que, la llegada de la pandemia del COVID y los dos años de cierre obligado por las circunstancias sanitarias terminaron por desatar la idea que María José llevaba años barajando en su cabeza: decir adiós a El Elefante de Oro. "Sabía que si continuábamos en este plan, con tantas tiranteces, un día íbamos a acabar muy mal", indica la gerente, quien reconoce que "si no hubiera llegado el COVID, a lo mejor no hubiéramos hecho nunca el cambio".
Pero así ha sido. Hace aproximadamente un mes, el pasado 21 de abril de 2022, El Elefante de Oro se transformaba en el Hostal 711, con una imagen completamente renovada y una nueva propuesta de negocio. María José detalla que "no ha sido una gran obra", pero sí una ardua tarea de "cambio de imagen". Tocaba deshacerse de la decoración enfocada a su anterior negocio y dar un aspecto "más familiar".
La reforma ha sido fundamentalmente con cambio de colchones y mobiliario, limpieza, algunas restauraciones, nueva pintura, y una decoración con guiños a Zamora. La gerente cuenta que todas las habitaciones "tienen unas fotos muy artísticas y bonitas de paisajes zamoranos" para presumir de provincia.
Eso sí, hay dos cosas que permanecen del negocio anterior y que son dos señas de identidad de la casa: la impresionante barra de mármol que se ubica en la actual cafetería y, por supuesto, el elefante dorado de su entrada. Sobre la primera, María José cuenta que la barra "no se puede cambiar porque es una obra de arte del mármol única". Y sobre el elefante, María José confiesa que es "una enamorada" de estos imponentes animales. La gerente colecciona todo tipo de figuras de elefantes desde que era niña y en un viaje a Barcelona descubrió esta imponente pieza, que en realidad es una fuente o ducha exterior, "y no me pude ir sin ella". La idea inicial era haberla ubicado en la piscina, pero "en 1995 la pusimos ahí y se quedó a vivir en la entrada". Una decisión que hizo de este negocio su seña de identidad absoluta y que daba nombre al antiguo club.
Mucho curioso mientras aprenden un nuevo negocio
Sobre los primeros días al frente del hostal, María José confiesa que "estamos aprendiendo todo poco a poco". Una reinvención total y completa de su forma de trabajar desde hace 40 años, pero con la que se siente "muy feliz y sobre todo tranquila". Eso sí, reconoce que "ahora trabajamos mucho y ganamos menos, porque no es lo mismo vender cafés a un euro que copas a diez, ni abrir a las 18.00 horas que a las 08.00 y cerrar a las 00.00 horas.
También ha notado mucho el cambio en el trato a los clientes. "Antes teníamos que estar más pendientes de la música, el ambiente y el divertimento; pero ahora prima la forma de servir, la limpieza y la calidad de la comida", detalla. Pero María José y su hijo Víctor cuentan con el "grandísimo respaldo" de sus antiguos trabajadores: cocineras, limpiadoras y camareros; que tienen "una gran ilusión" por esta nueva etapa. Además, como algunos ellos son del propio Coreses, el Hostal 711 ha notado "un gran apoyo" de los vecinos del municipio.
Y como no, también tienen muchos curiosos. La sombra del morbo de lo que fue el club de alterne más famoso de la provincia atrae miradas algo cotillas por ver cómo se ha transformado El Elefante de Oro en un hostal y restaurante. "Viene mucha gente a cotillear, sobre todo mujeres, que nunca entraron", detalla. La gerente recuerda con humor el caso de un matrimonio que les visitó recientemente porque su hija había ido a comer el fin de semana anterior, sin saber que había sido un club de alterne. "Y cuando la mujer vio las fotos de sus nietas al lado de la fuente del elefante se le pusieron los pelos de punta", relata María José. Pero tras la explicación de que ahora era un restaurante, ellos mismos se acercaron a conocerlo.
También reciben muchas visitas de antiguos clientes que "todavía no se creen" que El Elefante de Oro no vaya a volver. "Nos dicen que cuándo van a salir las chicas, que les avisemos cuando vuelvan", detalla. Pero parece que eso no será así y el nuevo Hostal 711 ha llegado a Zamora para ofrecer una extensa carta de raciones, platos combinados, y carnes y un alojamiento con piscina rodeado de regadíos coresanos en plena N-112.