Juanma de Saá / Ical.- Aunque la doctrina se divide, sería justo que el escudo de Toro (Zamora) mostrara un racimo de uvas junto al toro y al león rampantes porque esa baya, en sus peculiares variedades, ha marcado la historia y la realidad de toda una comarca, internacionalmente conocida por sus vinos, cuyas raíces se hunden en la época anterior a los asentamientos de la antigua Roma.

Bajo esta perspectiva y con un esperanzador futuro por delante, la Denominación de Origen Toro acaba de cumplir 35 años. El día 2 de junio de 1987 se publicó en el Boletín Oficial del Estado el nombramiento oficial de Toro como denominación de origen, con solamente seis bodegas inscritas. Hoy soy 65, que elaboran vinos de la máxima calidad con las variedades tinta de Toro, garnacha tinta, verdejo, malvasía castellana, albillo real y moscatel de grano menudo. El primer presidente del Consejo Regulador fue Manuel Fariña, uno de los nombres propios más conocidos y respetados del mundo del vino y la empresa.

Casi nadie se acuerda ya de la época en la que la crítica a los vinos de Toro iba siempre acompañada por el injusto sambenito de ser “demasiado fuertes” y con un maridaje solo apto para la caza cuya carne, por cierto, también tenía su propia leyenda de ser excesivamente recia. Desde hace muchos años, quienes se dedican a la cata de forma profesional, han valorado las características únicas y concedido una multitud de premios a vinos -muy mal llamados ‘caldos’- de esta denominación.

Desde los tintos jóvenes con carnosidad, taninos dulces y pastosidad en el paladar hasta los ‘reserva’ y ‘gran reserva’, con tacto terso, taninos pulidos, volumen compacto de largo recorrido y final fragante, pasando por crianzas con densidad en el conjunto de la sensación rápida y retronasal fresco y fragante, la panoplia de matices que ofrecen estos vinos es, virtualmente, inagotable. Todo ello, sin contar con la creciente importancia que han ganado los delicados blancos y los equilibrados rosados de la D. O.

Las cifras hablan por sí solas: la Denominación de Origen Toro cerró el ejercicio de 2021 con 16.037.500 botellas comercializadas, lo que supuso un aumento de las ventas del 3,94 por ciento respecto a 2020. El consumidor valoró una relación calidad-precio difícil de superar; todos los tipos de vinos elaborados se vendieron más y, prácticamente, la mitad de las ventas correspondió, por primera vez en estos 35 años, a tintos robles.

“Año tras año, se incrementan las ventas, incluidas las exportaciones. Toro es una zona ya muy reconocida de grandes vinos de una enorme calidad. El trabajo conjunto de toda la Denominación está dando resultado y solamente aprovecha el increíble potencial que tiene el vino de Toro”, asegura el presidente del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Toro.

“El trabajo colectivo de bodegas, viticultores y el propio Consejo Regulador ha convertido a la D. O. en una de las más influyentes en los ámbitos nacional e internacional”, recalca.

Lo cierto es que la situación ha cambiado radicalmente desde el año de su constitución hasta la actualidad. De las seis bodegas del inicio, la Denominación ha pasado a 65; de los 645 viticultores iniciales, a 954 -el año que menos hubo fue en 1996, con 599- y de las 3.250 hectáreas inscritas en 1987, a 5.371, de las que 4.330 están en la provincia de Zamora, mientras que 1.041 corresponden a la de Valladolid

En 1987, en la zona de influencia de la Denominación de Origen Toro se cosecharon menos de seis millones de kilos de uva y, en 2021, la cifra ascendió a casi 23,4 millones, récord hasta la fecha. “De las figuras de calidad de Castilla y León, sabemos dónde hay ciertas limitaciones de tiempo y esfuerzo previo. De una forma humilde, hemos ido creciendo. En 2016, había ventas muy estáticas y, desde entonces, cuando han apostado más en serio bodegas de peso y con las 65 adscritas ya, la realidad es que hemos sobrepasado los 24 millones de kilos en menos de cinco años”, destaca el presidente del Consejo Regulador.

El CRDO no ha organizado una celebración especial para el trigésimo quinto aniversario de la Denominación porque la situación sanitaria “impedía hacer cálculos de cómo iban a estar las cosas” a causa de la pandemia de coronavirus. “No estábamos seguros y decidimos ser prudentes, aunque no descartamos hacer algún acto antes de que termine el año. Lo comentaremos en la Comisión de dentro de quince días y ya veremos qué decidimos”, señala.

De momento, el CRDO acaba de lanzar una nueva página web, una propuesta “más innovadora, moderna y visual” para “armonizar” las líneas de diseño “que se han venido renovando a lo largo de estos últimos años y “ lograr que la imagen de la Denominación de Origen Toro y sus bodegas siga avanzando para conectar cada vez más con el público”.

Riojano

Las casualidades de la vida han hecho que un riojano de pura cepa recalase en Toro para llegar a ser el máximo responsable de la Denominación de Origen. Natural de Logroño e integrante de la tercera generación de una familia que elabora vino en La Rioja, Felipe Nalda llegó al cargo de presidente del Consejo Regulador en septiembre de 2016 y fue reelegido en noviembre de 2021. Estudió Biología e Ingeniería Agrícola, además de un máster en Enología, Viticultura y Marketing del Vino. Forma parte del comité de cata del CRDO y fue miembro del comité de calificación. “Sí que es una casualidad. Llevo desde 1999 en Toro, donde conocí a mi mujer, y llevo 23 cosechas en Bodegas Torreduero, filial de Bodegas Riojanas”, explica.

Con 35 años a sus espaldas y un futuro halagüeño en perspectiva, la Denominación de Origen Toro todavía no alcanza a vislumbrar dónde está su techo. “La lógica dice que, por la extensión de los quince municipios que tiene, hay espacio de sobra para poder crecer y procuraremos seguir haciéndolo”, indica Felipe Nalda. “Queremos seguir haciendo las cosas con humildad y mesura, manteniendo siempre la calidad y que la gente joven apueste por este cultivo, que es una alternativa estupenda a todos los cultivos que han tendido a sobreexplotar el terreno. Ahora, con el cambio climático y demás, los rendimientos tienen que ir otras vías”, anota.

En este contexto, el presidente del Consejo Regulador recuerda que la media de cosecha anual ronda más de 19 millones de kilos y hace hincapié en el récord alcanzado en 2021, “nunca visto en los 35 años de historia de la Denominación”, con esos 23,4 millones de kilos. “Bodegas de renombre que comprar calidad no se oponen a subir el rendimiento porque hay cabida para todos, para quienes apuestan por una producción y viñedo joven y para quienes apuestan por viñedo viejo de bajo rendimiento”, comenta.

“El cultivo en espaldera no llega al 20 por ciento. El tradicional, en vaso, se queda por debajo de 4.000 kilos. Con un rendimiento de 6.000 kilos era poco rentable pero con los 7.500 que ahora se permiten se pueden echar algo mejor las cuentas”, precisa.

Internacionalización

En un mundo global y en una serie de mercados cada vez más competitivos y exigentes, las miras de la Denominación de Origen Toro siguen los derroteros de la internacionalización. “Hemos hecho una apuesta muy fuerte asistiendo a ferias internacionales. Durante los dos primeros años de pandemia tuvimos que reinventarnos y apostamos por salir en publicaciones internacionales, gastando bastante dinero. Hemos tenido una presencia importante en Estados Unidos, Alemania, Gran Bretaña, Suiza… Cuando no hemos podido viajar, hemos estado ahí y también hemos potentado las misiones inversas”, detalla.

La intención del CRDO es llegar a conseguir que una de cada dos botellas de vino de Toro se venda fuera de España. “El reto está en no bajar del 40 por ciento de ventas en el exterior y, si es posible, acercarnos al 50 por ciento. No hay que olvidar que el mercado internacional también es muy duro. Hay que conservar el nacional que, por regla general, ronda el 60 por ciento pero con la cantidad de figuras de calidad que hay en España y la competencia, es necesario tender a abrir otros mercados”, concluye.