Más de medio millar de efectivos en los momentos más duros del incendio en la Sierra de la Culebra en Zamora. Centenares de efectivos de la Junta, el Gobierno de España y de Comunidades Autónomas vecinas que vivieron en sus carnes la desaparición entre llamas de uno de los parajes naturales más importantes de la provincia de Zamora.
Entre ellos, la Brigada de Refuerzo en Incendios Forestales del Ministerio para la Transición Ecológica con base en Tabuyo del Monte (León). Las BRIF como todo el mundo conoce en la zona. Bomberos forestales que son más que conocidos (y sobre todo queridos) en los parajes zamoranos porque, cada año, llegan casi los primeros a cualquier incendio que amenace la provincia. Tal es la relación de estos con Zamora que muchos de ellos veranean habitualmente en zonas como la Sierra de la Culebra. Su querida Sierra de la Culebra, de la cual alguna vez fantasearon cómo sería un incendio en este Parque Natural, y sólo de pensarlo "se estremecían". Pero ocurrió. Y ellos lo vieron y, pese al cansancio y las horas sin dormir, "tras el operativo repasábamos una y otra vez las imágenes del incendio en nuestras cabezas. Es una catástrofe".
Así lo cuenta Jesús Alonso, bombero forestal de la BRIF de Tabuyo del Monte. Ahora ya algo más descansado recuerda esos días como "un incendio muy duro". Apenas dormían, comían poco, "era como estar de resaca", recuerda. Este bombero relata la serie de catastróficas desdichas que se unieron para que la Sierra de la Culebra fuera la víctima de este fuego implacable y descontrolado. "Se han dado unas condiciones de la atmósfera muy complicadas, con un intenso calor, mucha sequía y vientos muy desfavorables", detalla.
La crónica de un desastre
Estos BRIF llevan años enfrentándose a fuegos de gran alcance. Algunos en la propia provincia de Zamora, u otros como el ocurrido hace un año en El Tiemblo (Ávila), y que calcinó más de 22.000 hectáreas. Pero el de la Sierra de la Culebra ha sido distinto, muy distinto.
Pablo Alonso relata que fue durante la segunda noche cuando "nos dimos cuenta de que era una barbaridad". Cuando el fuego devoró en apenas unas horas 14.000 hectáreas, el miedo se podía respirar en la zona, además del intenso humo, "porque eso no se había registrado nunca en toda la Península Ibérica". Estos experimentados efectivos podían esperar "que se quemaran 5.000 hectáreas, ya que veníamos de una ola de calor, de sequía, esperábamos comportamientos muy fuertes y teníamos datos de que se generaría una gran inestabilidad por la tarde, pero 14.000 hectáreas es algo que nadie pudo ver venir".
La primera preocupación cuando llegaron al incendio era "cortar la propagación del fuego", que aún no estaba en las viviendas. "Pero cuando ya tienes un incendio de 15.000 hectáreas, las prioridades cambian, ya había muchos núcleos de población amenazados y los esfuerzos se centraron en defender a los pueblos", detalla. Y por ello eran aplaudidos el miércoles por la mañana en Otero de Bodas, minutos antes de la llegada del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, quien también les transmitió su agradecimiento por la labor prestada.
Esa fatídica segunda noche, Pablo Alonso recuerda que "no podíamos con el incendio". Ni con medio millar de efectivos, carrocetas, agentes, bomberos, buldócer, aviones... "En esos momentos, da igual que tengas todos los medios del mundo, no vas a poder hacer nada", asegura este miembro de la BRIF Tabuyo. Pablo Alonso explica que no les quedó otro remedio que esperar "a las ventanas de actuación y que los comportamientos del incendio nos permitieran trabajar".
Sobre las culpas y lo que pudo hacerse, este bombero indica que "a toro pasado se pueden decir muchas cosas" y defiende que "al final sí que hubo medios para actuar". Y, si bien, defiende la necesidad de que los operativos forestales estén activos todo el año, en el caso de la Sierra de la Culebra, indica que "tiene muchos cortafuegos y pistas, pero con las condiciones climáticas que se dieron, poco más se podía haber hecho".