El fuego ha vuelto a atacar a Zamora. Hectáreas y hectáreas de arboleda, pastos, terreno agrícola y masa forestal calcinados, esta vez, entre los límites de la Sierra de la Culebra y el Valle de Tera. Otra vez más de 8.000 zamoranos fuera de sus casas, durmiendo en pabellones, pero con el corazón y la mente puestos en sus casas. En si estarían o no. En si quedaría algo a lo que volver. Y mismo pensamiento para quienes además de su hogar, dejaron sus negocios, sus explotaciones, y a sus animales. Esos que cuidan con mimo, y por los que también sufren si les llega el fuego.
Zamora es una provincia rural. Que cuida de la flora y de la fauna. De lo suyo. De ahí que la provincia tenga 796 de ejemplares de burros autóctonos zamorano-leoneses, de los 1.551 que existen en toda España. De ello se encarga la asociación de criadores de burros zamorano-leoneses, Aszal, cuyos socios mantienen viva la especie con multitud de buenas ideas, trabajo duro y compañerismo. De hecho, estos mismos son los creadores de Buleza, una cooperativa de ganaderos zamoranos que forman parte de Aszal, y que pusieron en marcha la única granja de producción de leche de burra de España.
Aparte de este proyecto, Asnal también creó en 2008 un centro de reproducción asnal en Santa Croya de Tera. Un espacio con 35 machos de burro zamorano-leonés, de los ganaderos de la provincia asociados, para el control reproductivo de las hembras y con un laboratorio para la inseminación artificial. Un proyecto que busca mantener la raza lo más sana posible y favorecer su supervivencia. Y precisamente esa supervivencia estuvo ayer en peligro, esta vez, a causa del fuego.
El fuego originado el pasado domingo en Losacio llegaba ayer hasta la localidad, ubicada en el Valle de Tera, y era uno de los municipios desalojados por el fuego. Las llamas llegaron hasta las propias viviendas de la localidad y se vivieron momentos de mucha tensión en la zona, ya que la simultaneidad de los focos, dejaba a varios pueblos como estos, desprotegidos y sin efectivos que pudieran parar el fuego antes de llegar a sus hogares.
El secretario de Aszal y presidente de Buleza, Jesús de Gabriel, vio con sus propios ojos el ataque del fuego al pueblo y al centro de reproducción asnal. En declaraciones a EL ESPAÑOL Noticias de Castilla y León, relata que, por orden de la Guardia Civil, tuvieron que abandonar el municipio en un primer momento, cuando las llamas amenazaban su propia integridad. Afortunadamente, casi todos los burros del centro se encontraban en un prado cercano en el momento del incendio, pegado a los regadíos, y donde el fuego no los alcanzó. "Solo había cuatro en la nave cuando nos evacuaron y pudimos sacarlos con el resto antes de irnos", detalla.
Algo que hubiera supuesto un auténtico desastre para la supervivencia de esta raza. Primero por el número. Perder 35 ejemplares de menos de 800 que existen en toda la provincia sería un duro golpe para la especie autóctona. Pero es que, además, estos ejemplares son sementales, destinados a la procreación de más especímenes y que pasan una serie de controles de salud, para obtener burros más sanos.
Cuando por fin pudieron volver, una autobomba ya se estaba encargando de intentar salvar el centro de reproducción y que no quedara reducido a cenizas. Una tarea en la que colaboraron Jesús de Gabriel, Mariano Alonso y un compañero más, quienes intentaron parar el fuego que devoraba sus instalaciones. Una dura tarea en la que han estado afanados desde ayer y hoy volvían al lugar para evitar reproducciones. "El terreno sigue ardiendo, muy caliente y tenemos que dejar que acabe de quemarse y no moverlo demasiado, para que no vuelva a generar llama", explica.
Aunque los burros están a salvo, Asznal ha perdido buena parte de sus instalaciones y numeroso material. Por ejemplo, se han quedado sin todo el forraje que habían conseguido comprar "antes de la guerra en Ucrania y que estábamos muy contentos de tener provisiones con lo caro que está ahora", explica. También han perdido dos antiguos carros, que usaban en actividades con los animales y que tenían un gran valor sentimental. Así como el material que utilizaban para actividades de asinoterapia, para personas con diversidad funcional.
Por suerte, el laboratorio que se utiliza para la inseminación artificial y el control reproductivo de las hembras "no ha sufrido grandes daños". Un espacio muy útil para la supervivencia de esta especie ya que aquí diagnostican posibles patologías que afectan al funcionamiento reproductivo de las burras y asesoran a los ganaderos en el manejo más adecuado para sus animales, además de confirmar gestaciones.