Miles de visitantes llegan a la provincia de Zamora durante el verano. Cada vez más, por fortuna. Aparte del emigrante que retorna en temporada estival a su tierra, las visitas de personas llegadas de otros puntos de España y del mundo van en aumento. Turistas que llegan a Zamora para maravillarse con el Lago de Sanabria, los Arribes del Duero, Zamora capital o las bellezas aún existente de la Sierra de la Culebra.
Pero la provincia no es solo eso. Zamora enamora, eso está claro, y buena parte de esa 'culpa' la tienen sus gentes. Los zamoranos somos acogedores por naturaleza. Nos encanta agasajar al viajero, mostrarle las bellezas de la provincia y embaucarle (en el buen sentido) con nuestros manjares. En una era del individualismo más extremo, aún quedan gentes que abren las puertas de su casa a quienes han querido zambullirse en los rincones escondidos de la provincia.
Buena cuenta de ello ha dado Hirohisa Tajima, un mochilero japonés que llegó a un pequeño pueblo de Zamora por casualidad, pero que llevará para siempre en el recuerdo en su particular viaje. Hiro está recorriendo el mundo "con mis propias piernas", como el mismo comenta para EL ESPAÑOL Noticias de Castilla y León, en concreto, con su bicicleta. Y "la coincidencia" quiso que camino a Salamanca, al ciclista japonés se le comenzara a hacer de noche a la altura de Torres del Carrizal.
La idea del mochilero era acampar en el campo de fútbol que se ubica a las afueras del municipio. Para ello, Hiro quiso pedir permiso para poner su tienda de campaña en dicho espacio y se acercó a un vecino para informarse. Pero el japonés no dio con un vecino cualquiera, sino, que fue a acercarse a Rafa.
Mayúscula fue la sorpresa de Hiro cuando este vecino no le dio permiso para dormir allí, sino que le ofreció su propio garaje para extender su tienda de campaña. Pero no solo eso. Sino que "tan pronto como comencé a hablar con él con la aplicación del traductor, me hizo gestos para preguntarme si quería algo de comer". Así el viajero japonés acabó en casa de Rafa disfrutando de una deliciosa selección de los mejores manjares de la zona: queso, chorizo, jamón, tortilla, y, como no, una buena cerveza.
Sin duda Hiro había dado con el lugar idóneo para pasar la noche durante su larga jornada de viaje. Y tras la ducha que también pudo darse, poco podía imaginar el aventurero japonés que la noche tenía preparada aún más sorpresas. En otro giro del destino, el mochilero había llegado a Torres del Carrizal en plena semana cultural de la localidad. Así que, como se suele decir: donde fueres haz lo que viéres. Hiro pasó a formar parte de la cuadrilla de Rafa esa noche.
El japonés pasó la noche entre el bar Mavic y la verbena con su nueva pandilla. Hiro asegura que "disfruté imitando los bailes de los vecinos", y aunque "mi comunicación es nula en español", reconoce que "me sentí rodeado de amigos". Hiro pudo comprobar de cerca las fiestas populares y cree que son "un momento maravilloso para que la gente se reúna y se divierta. Pero, en mi opinión como viajero extranjero, creo las fiestas, la música y las vistas son modernas, y casi no pude sentir la cultura tradicional".
Pese a eso, Hiro guarda a Torres de Carrizal en un lugar muy especial de su corazón, por lo que explica que "aunque no puedo hacer predicciones, sería interesante pasar de nuevo". De hecho, aparte de la acogida y la anécdota de poder vivir unas fiestas populares, al japonés, que ha recorrido ya medio mundo, le llamó la atención que pueblos como Torres del Carrizal se le pareció " a una ciudad rural en Europa del Este. Siento que la atmósfera de los edificios y caminos era un poco similar".