Beatriz Cepeda, más conocida como Perra de Satán, es eso que Paquita Salas llamaba "actriz 360". No ha sido actriz, pero sí es guionista, monologuista, editora creativa, redactora, ha escrito tres novelas, es influencer y quizá lo más importante, toca el clarinete en la Semana Santa de Zamora.
Esta zamorana de 35 años pudo resurgir de un escarnio público, o como se dice ahora, de una 'cancelación', por unos tuits de hace diez años y por los que recibió una treintena de amenazas de muerte en 15 minutos. Se fue de Twitter, aunque había sido su primera plataforma, y siguió su camino como protagonista del pódcast '¿Puedo hablar!', junto a Enrique Aparicio (Esnórquel), que recientemente se ha convertido también en un libro y que tiene su propio espectáculo en vivo, llenando teatros por toda España.
Aquí hablan de todo, pero sobre todo de sus propias experiencias. Las de una niña zamorana que no se permitía ni ir a la piscina del asco que le daba su cuerpo. Que retorció tanto en su mente su propia imagen, que pensó que quitarse del medio era la mejor solución. Pero que, afortunadamente, acudió a terapia, pidió ayuda y desde es experiencia y con unas grandísimas dosis de humor intenta luchar contra ese gigante infame que es la gordofobia.
Beatriz Cepeda formará parte del 'Foro Mujeres Liderando el Cambio en Castilla y León', que organiza EL ESPAÑOL Noticias de Castilla y León, el próximo 16 de febrero en el Museo de la Ciencia de Valladolid, pero antes hemos querido charlar largo y tendido sobre todo este camino, que ha ido muy de la mano con la búsqueda de una buena salud mental.
Pregunta.- Te he leído por ahí que en las entrevistas siempre tienes la sensación de que te preguntan lo mismo y no hablas de lo que realmente quieres. Así que tú eliges, ¿de qué quieres hablar primero?
Respuesta.- ¡Ay, madre! Pues es que, ahora mismo, yo solo quiero hablar del Benidorm Fest. Es un concurso muy emocionante, yo soy eurofan y a mí estas mierdas me gustan y me entretienen un montón. Me pillas emocionadísima porque, ha ganado Blanca Paloma. La veía ganadora, y no solo del Benidorm Fest, sino de Eurovisión. Me parece muy impresionante lo que hizo, así que yo soy 'pichona' o como le digan a los fans de Blanca Paloma.
P.- Durante el concurso has hablado bastante de lo que ocurrió con Agoney, del 'hate' que había recibido y de cómo alzó la voz durante la primera rueda de prensa.
R.- Me pareció bien lo que hizo. Fue muy fuerte lo que ocurrió y hay que dar los nombres de quienes tienen comportamientos reprobables. También pasó en los Premios Feroz, que gracias a Jedet ha salido a la luz la conducta de una persona que, además, es reiterativa. No es que una noche se le fuera la mano con el alcohol, sino que gracias a Jedet han salido muchas personas más para denunciar sus comportamientos.
Y volviendo a Agoney y hablando de periodistas y no periodistas, creadores de contenido, que se aprovechan de que unas personas se exponen, por ejemplo, en un concurso de televisión como es el Benidorm Fest, que tienes que exponerte por obligación y por contrato, porque tienes que promocionar tu participación, se aprovechan de eso para hacer cosas un poco de 'canallita'. Es el caso de Aritz, donde se vio en una trampa en la que cayó de lleno, y es a lo que se refería Agoney. Está claro que quien quiere eso, quien tiene esa intención, no es una intención periodística.
"Llega un punto en el que desconectas de la realidad y empiezas a vivir invadida por tus pensamientos y como no son agradables, eso repercute no sólo en tu salud mental sino, en tu salud sin apellidos"
P.- Ese mismo 'hate' lo sufrieron las Twin Melody, que acabaron llorando en una rueda de prensa posterior.
R.- Pasa un poco lo mismo. Al final hemos convertido los concursos de televisión, no solo el Benidorm Fest es el entretenimiento del despelleje y el escarnio público. Espero que no se nos haya olvidado lo que pasó con Verónica Forqué y MasterChef. También te digo tampoco hay que coger un látigo y fustigarnos en plan "por mi culpa, por mi culpa por mi gran culpa". El salseo siempre ha estado ahí, pero una cosa es el salseo o que tú estés viendo con tus amigos un programa de televisión y digas "anda está no sé", qué sabes un comentario y otra cosa es hacer carrera de tratar de hundir las carreras de otras personas. Creo que hay una línea bastante diferenciada. Entonces, a mí me parece bien que estas cosas se digan y se expongan no con la intención de hundir carreras. Y no te digo que ahora haya que coger a Malbert y quemarlo en el balcón del Mediterráneo de Benidorm, pero por lo menos el hecho de hablar de ello, creo que despierta conciencias y nos hace reflexionar sobre nuestros propios comportamientos. Es que si lo que recibes es odio y odio, no me extraña que hubiera gente que dijera, pues yo para qué me voy a presentar al Benidorm Fest. Por ejemplo Chanel ahora lleva una vida súper discreta porque fíjate lo que pasó el año pasado con ella. Se supone que habíamos aprendido la lección y no, parece que no.
P.- "No merezco ir al médico porque yo tengo la culpa de estar gorda. No merezco ir al fisio porque yo tengo la culpa de que mi cuerpo me duela. No merezco tener relaciones sexuales porque mi cuerpo da asco, no placer". Así te hablabas a ti misma, ¿qué duro, no?
R.- Pues sí. Esas frases están sacadas en su mayoría del libro que acaba de salir que se llama '¿Puedo hablar de mi salud mental!', donde tanto mi compañero Enrique como yo, reflexionamos sobre nuestros problemas de salud mental y lo hacemos de una manera muy amplia. Desde la infancia hasta el momento actual. Por lo tanto, tenemos que entrar evidentemente en el momento en el que peor estábamos, en el que nuestra cabeza nos tenía completamente alejados de la realidad. Yo he intentado hacer un ejercicio de honestidad conmigo misma primera y con el resto de la gente después, al reconocer qué te pasa tanto por la cabeza, como en la vida cuando estás sumergida, en mi caso, en un trastorno de la conducta alimentaria y el caso de Enrique en la depresión.
Uno de los síntomas más claros de que algo no anda bien, de que puedes estar desarrollando un trastorno, es precisamente ese bucle de pensamientos negativos. Todos tenemos pensamientos negativos porque somos humanos y nuestras mentes funcionan así. La diferencia es cuando sólo tienes pensamientos negativos y te metes en una espiral en la que cada vez te vas alejando más de la realidad y ya no eres capaz de tener una mente crítica contigo misma, llega un punto en el que desconectas de la realidad y empiezas a vivir invadida por tus pensamientos y como no son agradables, evidentemente, eso repercute no sólo en tu salud mental sino, en tu salud sin apellidos.
"Hablé con un amigo fotógrafo y le pedí unas fotos completamente desnuda y que quería ver todos los ángulos de mi cuerpo"
P.- De hablarte así a posar en ropa interior como una diva o mostrarte completamente desnuda en redes, ¿cuánta terapia hay?
R.- Cinco años de terapia concretamente. Pero mis primeras fotos desnuda me las hice al año de terapia. Además, lo hice como terapia de shock. Una de las partes que tuve que tratar en terapia fue, precisamente, el aprender a mirar mi cuerpo. Primero porque lo evitaba y segundo porque tenía dismorfia, es decir, la dismorfia es que tu mente te ha manipulado hasta el punto de que no eres capaz de ver la realidad en el espejo. Esto pasa, por ejemplo, a las personas con anorexia, que nos lo han explicado muchas veces, se miran al espejo y se ven gordas a pesar de que tú las estás viendo notablemente delgadas. Pues esto también ocurre con otro tipo de trastornos de la alimentación, que en mi caso fue el trastorno por atracón. Yo me miraba al espejo y no veía mi cuerpo de cómo era realmente, y sobre todo había zonas de mi cuerpo que yo había tratado de evitar de manera radical, como por ejemplo mi espalda. Entonces, cuando me enteré de esto porque de esto te enteras haciendo terapia, porque tú vives engañada por tus propios pensamientos, con lo cual no eres consciente de que son un engaño es un poco como creer en los Reyes Magos, que los niños de cinco años no son conscientes de que viven en un engaño. Es un susto y descoloca. No es exactamente igual pero para que la gente lo pueda entender.
Es lo que me pasó a mí en terapia, que cuando fui consciente de que existía este problema de no reconocimiento de mi propio cuerpo, me dije "esto lo solucioné yo, porque esto no puede ser". Entonces, hablé con un amigo fotógrafo y le pedí unas fotos completamente desnuda y que quería ver todos los ángulos de mi cuerpo. Y así fue. Cuando recibí esas fotos fue un trago bastante gordo, porque cuando yo me miraba al espejo, en mi cabeza, mi cuerpo no era así, pero ni parecido. Es como dos personas diferentes. Las fotos que te muestran la realidad y fue un proceso muy difícil. De hecho, es una cosa que no recomiendo hacer porque es terapia de choque pura y dura. Es enfrentarte de manera radical a tu mayor temor y fue muy duro, pero también fue un paso un paso muy importante, al menos, para mí, para empezar a mirarme de otra manera.
Quizás las dos primeras veces que abrí esa carpeta con las fotos me mire con horror, pero la tercera ya te empiezas a mirar de otra manera y la cuarta y la quinta o la sexta, ya te miras con aceptación. Y en el momento que aceptas algo, lo normalizas y deja de doler. Para mí como parte del proceso funcionó, pero evidentemente no es algo que recomiendo a todo el mundo. Hay que tener muy claro que cada terapia es única, cada persona tiene un proceso y aquí no sirve eso de "a fulanita le ha ido genial no sé que". Aunque sé que estamos muy acostumbrados, pero es una cosa horrorosa y culturalmente ocurre. Cada terapia es única y lo que a una persona le puede suponer un paso adelante, a otra le puede suponer tres pasos hacia atrás, entonces, no es algo que yo recomiende a la ligera.
P.- Gracias a relatos como estos que tú compartes en tus redes sociales, pódcast, actuaciones o en tu nuevo libro, ‘¿Puedo hablar de mi salud mental!’, ¿crees que vamos desterrando la idea de que un trastorno alimentario solo son esas chicas superflacas, que es un espectro muchísimo más amplio?
R.- Ni si quiera soy capaz de abarcar todos los trastornos alimentarios que existen. Yo no sé si los vamos desterrando, lo que sí sé por qué eso sí y lo he comprobado es que los profesionales cada vez están más especializados, y que las oportunidades que había cuando yo empecé a hacer terapia a las de ahora son muchísimo más amplias. A nivel social yo no sé si hemos cambiado, porque tampoco es que haya un intento de concienciación muy grande para hablar de los trastornos de la alimentación, No lo quiero comparar, porque son dos casos completamente diferentes, pero, por ejemplo, con el tema del cáncer, hacen programas especiales en la tele, carreras y muchísimas actividades, y creo que con los trastornos de la alimentación no pasa.
Pero sí que es cierto que los especialistas sí que han cambiado y eso lo que significa es que va a ser mucho más fácil que se detecten y, sobre todo, que se traten de la manera adecuada. Trastornos de la alimentación hay muchísimos, y algunos son muy difíciles de detectar, porque por cómo funciona nuestra sociedad, hay trastornos de la conducta alimentaria que son valorados positivamente. Por ejemplo hace poco estuve viendo un programa sobre Carlos Ríos y el movimiento 'real fooder', y salía hablando una chica de que las herramientas que pone a disposición Carlos Ríos, su aplicación del móvil y el contenido que sube a las redes sociales, les sirvieron para desarrollar su trastorno de la conducta alimentaria, la ortorexia, que es la obsesión por comer sano. Cuando comer sano pasa de un objetivo muy loable, a una obsesión, que acaba derivando en un trastorno de la conducta alimentaria, es un trastorno muy difícil de ver, porque la sociedad los premia. Si tú le dices a la gente no es que "yo soy real fooder y solo como alimentos sanos", nadie te va a criticar. Entonces son muchísimo más difíciles de tratar, porque piensas que estás haciendo algo bueno. Por suerte sé que ha evolucionado el tratamiento de los trastornos de la conducta alimentaria en menos de 10 años y ese es el camino.
"Hay trastornos de la conducta alimentaria que derivan en intentos de suicidio o en complicaciones fisiológicas que causan la muerte"
P.- Me recuerda al caso de Tony, de Los Chikos del Maíz, que contó su trastorno de anorexia en un libro. La anorexia masculina tampoco se tenía en cuenta y él mismo cuenta que tardó mucho en identificar lo que le ocurría.
R.- Una cosa que hay que claro es que las enfermedades de cualquier tipo no son exclusivas de un género. No hay enfermedades sólo de hombres o enfermedades sólo de mujeres, quitan las referidas a órganos reproductivos. Pero no hay ningún tipo de enfermedad que sea exclusiva de un solo género. Es cierto que las estadísticas están ahí y los datos existen que los trastornos de la alimentación afectan en un número más alto a las mujeres. Pero eso no quiere decir que no exista también el problema en hombres y me parece súper bien que hayas nombrado este caso porque la gente que no tiene por qué estar informada y no es consciente de que esto también le puede pasar a un hombre. Entonces, cuando ni siquiera se te pasa por la cabeza de que eso también es un problema que ocurre en los hombres no lo vas a detectar cuando tengas a un hombre sufriéndolo, y probablemente eso retrase su tratamiento entonces.
Yo también leí el libro hace un par de años y me pareció muy valiente por su parte exponerlo, y también me pareció muy honesto. Creo que es como hay que hablar cuando hablas de enfermedades y de trastornos mentales, hacerlo de manera honesta, porque es la única manera de romper prejuicios y de romper estigmas. Me pareció súper útil su testimonio y el hecho de que sea una figura que causa admiración y que tiene un impacto a nivel social. Hay que visibilizar todas los tencáculos de este tipo de enfermedades porque son muchísimos, más de los que tendemos a imaginarnos. Los trastornos de la conducta alimentaria llegan muchísimo más allá de lo que creemos, y esa es la razón no si no sabes que existe no vas a ser capaz de identificarlo y si no eres capaz de identificarlo no puedes ayudar a esa persona o no puedes darle el tratamiento que necesita. Y hay trastornos de la conducta alimentaria que derivan en intentos de suicidio o en complicaciones fisiológicas que causan la muerte, entonces es también una manera de evitar males mayores.
P.- En los últimos años hablar de salud mental está a la orden del día. Influencers, políticos, artistas y hasta el vecino de a pie tienen este concepto en la boca, pero Esnórquel y tú habéis decidido que era necesario que "dos personas cucú te expliquen que ir al psicólogo no es ninguna locura". ¿Por qué?
R.- Creemos que era un buen momento para sacar el libro bueno por dos razones: la primera porque el pódcast alcanzó su mayor esplendor en 2021 y nos llamaron para a principios de 2022 para escribir este libro; y segundo porque se está hablando mucho de salud mental. Eso es buenísimo porque cada vez hablamos más de salud mental y más personas famosas que al final no dejan de ser referentes hablan de sus problemas de salud mental. Algo que influye de manera muy grande en la vida cotidiana de las personas, porque aprenden a detectar las señales o van a un psicólogo sin tanto miedo como se iba antes.
Para nosotros también era muy importante hablar desde la normalidad. El objetivo de nuestro libro es exponer dos objetivos que creemos que son muy importantes. Uno es que no tienes que esperar a tocar fondo para empezar a ir al psicólogo, que eso es algo que en la mente colectiva se espera que hasta que no estés muy mal no reacciones y digas "es que lo que necesito es tratamiento psicológico o psiquiátrico o los dos". Enrique lo explica muy bien con una metáfora y es que si en tu casa de repente se cae una pared, lo normal, es que contrates un servicio de reforma y la arregles, no que te quedes esperando hasta que se te derrumbe la casa entera, y una vez que ya se te ha caído encima ya decidas actuar. No hay que llegar a tocar fondo para empezar un tratamiento psicológico.
Y segundo si tú te hueles que "estás cucú" probablemente sea que lo estás. Es decir, si tú empiezas a percibir ciertas señales que te hacen pensar que no estás del todo bien, probablemente, es que no estés del todo bien. Si estás perfecto no te haces ese tipo de preguntas. Del mismo modo que una enfermedad fisiológica siempre te recomiendan revisiones y demás para detectarla a tiempo y que en cierto tipo de enfermedades es crucial pillarla a tiempo, con las enfermedades mentales pasa lo mismo. Si tú un trastorno de la conducta alimentaria lo pillas pronto, la recuperación va a ser mucho más sencilla y menos dolorosa para ti. El problema que hemos tenido Enrique y yo es que desde que detectamos que algo no iba bien hasta que nos plantamos en la consulta del psicólogo, es que pasaron muchos años, y esos años sólo fueron de sufrimiento.
Lo que queríamos era ahorrarle a la gente ese sufrimiento, decirles que si detectas alguna de estas señales que nosotros explicamos, muy bien y muy detalladamente en el libro, pon solución ya. Cuando tú tienes una apendicitis ni siquiera se te pasa por la cabeza decir me curo yo solo, así que si tienes un problema de salud mental es bastante complicado que te cures tú solo. Necesitamos ayuda y el objetivo de nuestro libro es ese, no retrasar la petición de ayuda, porque desde nuestra experiencia hacer como si nada o tener miedo a enfrentarte a ese problema o creer que tú sola puedes, lo único que hizo fue aumentar el sufrimiento y, casualmente, tanto en el caso de Enrique como en el mío derivar en ideaciones suicidas. Los dos acabamos en un pozo en el que ya veíamos claramente que lo nuestro no tenía solución y que casi era mejor quitarnos del medio.
"Estuve varios años sin ir a la piscina en verano porque me convencí a mí misma de que una persona con mi cuerpo no podía ir ahí"
P.- Este 2022 se cumplieron 15 años de la creación de este personaje que es ‘Perra de Satán’. También has contado muchas veces que fue algo que creaste para poder ser tu misma y hacer el humor querías. ¿Ahora ya puedes ser todo eso sin parapetarte en 'Perra'?
R.- Sí, totalmente. Una de las cosas que para mí fue más positiva de la terapia es que la persona que entró por primera vez a la consulta del psicólogo, no tenía nada que ver con la persona que salió. Evidentemente, era la misma persona, es decir, a mí no me secuestraron en esa consulta me cambiaron por otra, pero lo que pasa en terapia es que aprendes a escucharte, a reflexionar sobre ti misma, sobre tu propia vida y empiezas a tener herramientas para tomar tus propias decisiones y para, aunque suene así muy peliculero, vivir la vida, la que tú realmente querías vivir. Yo antes de ir a terapia usaba a 'Perra de Satán' como vía de escape, porque en mi día a día en la vida real, había muchas cosas que no me atrevía a hacer por presión social o por mis propios miedos limitantes. Por ejemplo, yo estuve varios años sin ir a la piscina en verano, que era una cosa que me encantaba y me sigue encantando. Y todo porque yo me convencí a mí misma de que una persona con mi cuerpo no podía ir. Me tenía a mí misma muy reprimida por mis propios pensamientos, pero también sientes la presión social. Cualquier persona no normativa sabe lo que es la presión social, que te coarta y te genera nuevos miedos y te impide desarrollarte con normalidad.
Entonces, yo lo que era antes de ir al psicólogo, además de muchas otras cosas era una persona reprimida, que no se permitía ser y estaba como encarcelada en sí misma. Eso evidentemente genera estrés, ansiedad y un montón de cosas que acaban derivando en una enfermedad más grave. En terapia aprendí a identificar todas esas cosas y a cambiarlas. Por lo tanto, cuando yo salí de terapia, 'Perra de Satán' ya no me servía para lo mismo, porque yo ya no necesitaba desdoblarme para ser un poco yo misma, ya podía hacer lo que me diera la gana, porque había ganado la autoestima, la confianza y tenía las herramientas para construir mi propia vida y ser fiel a mis deseos. Sin embargo, 'Perra de Satán' no desapareció porque era mucho más que eso. Aunque yo la usaba así como vía de escape, era muchas más cosas. Entonces ahí sigue y yo creo que seguirá todavía un tiempo más.
P.- Ese primer perfil fue en Twitter, una red social que abandonaste cuando recuperaron unos tuits precisamente de esa época y se te echaron encima. ¿Cómo viviste todo eso?
R.- Lo viví evidentemente mal, porque no fue nada agradable enfrentarse a su yo más 'malite', por ponerle un adjetivo divertido, que es algo que muy poca gente experimenta. Enfrentarte de repente de una manera tan visual y tan clara a esa persona que tú lograste cambiar en terapia, que tú sabes que no estaba muy bien de lo suyo, es muy duro. Todos hemos hecho cosas de las que nos avergonzamos, pero tenemos la suerte de que no tenemos que verlas, no había nadie ahí para grabarlas y ponernos las imágenes 10 años después. Aunque en tu mente sepas que hubo cosas bochornosas, solamente, está en tu mente, pero cuando te lo ponen delante, es un trago muy jodido. Primero acordarte de que tú fuiste esa persona y de que tú hiciste eso; y segundo no castigarte por ello, que no se desate ahora otro círculo de culpa, que pueda derivar en una recaída.
Yo me centré, gracias precisamente gracias haber hecho terapia, en coger las herramientas para enfrentarme a algo así a mi manera, mejor o peor, porque luego mucha gente también me ha venido a decir ahí "qué bien hiciste esto, qué bien lo gestionaste", pero mi objetivo nunca ese, solo hice lo que yo necesitaba en primer lugar. Quise ofrecer una disculpa verdadera y honesta, así que le dedicamos un episodio en el pódcast sea una hora y media, de disculpas y para reflexionar sobre ello. Sigue publicado y tampoco hemos tratado de taparlo, en otros episodios hemos vuelto a hablar sobre ello.
También me sirvió a nivel personal para darme cuenta de muchas de mis carencias y para ponerle solución. Pensé que era un buen momento ahora para empezar a trabajar en tu racismo y tu homofobia. Por ejemplo, me planteé empezar a escuchar a activistas de este tipo leer sobre este tipo de racismos, porque sí que era algo que no había hecho. Me tomé en serio las cosas, y eso sólo te puede venir bien, deconstruirte a nivel de racismo, homofobia o gordofobia. Porque que sea gorda no me convierte en no gordófoba. También te lo tienes que trabajar y me lo tomé como el empujón definitivo para dedicar tiempo a esto.
P.- Cuando se hacen este tipo de cosas en redes parecen más escarnios públicos que cancelaciones, ¿no?
R.- Evidentemente, no son cancelaciones porque yo he seguido viva y he seguido trabajando y no me ha afectado en mi trabajo. Son linchamientos. Una semana toca poner el foco en ti y la gente aprovecha que se ha abierto una veda, porque se permite y está bien visto que esa semana se te ataque a ti y aprovechar para sacar todas mis mierdas contra ti, y la semana que viene le toca a otra. Vemos que ocurre todas las semanas. Eso no son cancelaciones, son linchamientos.
"En un cuarto de hora recibí 29 amenazas de muerte y eso no le sienta bien a nadie"
P.- Tú decidiste coger todo ese odio y hacer algo bueno de ello.
R.- Yo no lo hice ni bien ni mal. Lo he hablado y reflexionado mucho con muchas peronas y creo que son juicios morales, que son no existe bien ni el mal, le ponemos nosotros el apelativo a lo que está bien y mal. Yo hice lo que necesitaba hacer. Cuando me cerré Twitter, porque en un cuarto de hora recibí 29 amenazas de muerte y eso no le sienta bien a nadie, por muy culpable que seas, se lo dije a todo el mundo: "Voy a estar una semanita fuera y voy a volver evidentemente porque Twitter es como mi lugar favorito en el universo", pero nunca volví.
Y es que cuando me quité Twitter me di cuenta de que mi rutina, por decirlo así, era levantarme y mientras hacía el desayuno empezaba a leer Twitter. Era lo primero que hacía todos los días nada más levantarme. Entonces, al dejar de hacerlo me di cuenta de que había desaparecido mi ansiedad. Yo me levantaba por las mañanas y ya estaba como ansiosa e, incluso, cabreada, y al dejar de leer Twitter por las mañanas, descubrí que eso desapareció. Así que entendí que ese nivel de activación chunga y para mal me lo daba a leer Twitter porque no deja de ser un espacio de discusión y donde se leen cosas que no son nada agradables. Por ejemplo, me pasaba con los comentarios sobre políticos, que lo primero que ves es una declaración de mierda de Isabel Díaz Ayuso, que sabes que es mentira, evidentemente, te enerva y te provoca unas sensaciones negativas, que ya te hacen empezar el día mal. Así que, al quitármelo, me di cuenta de que esas sensaciones desaparecían y que empezaba el día con calma, mucho más tranquila y trabajaba incluso mejor. Poco a poco, empecé a dar cabos y a pensar que igual Twitter no me estaba sentando tan bien como yo creía. Así que aguanté un par de semanas más, a ver qué pasa, y con esto ha pasado un año. Con esto no digo que no vaya a volver, porque no sé qué va a pasar en un futuro, pero a día de hoy, me mantengo mucho más tranquilita, la verdad.
Hablábamos antes de lo normalizado que está el concepto ‘salud mental’, pero en igual medida el ‘hate’ aflora con una facilidad increíble y, muchas veces, de las mismas voces. ¿No es un poco incoherente todo eso?
R.- ¿Y no somos los seres humanos completamente incoherentes? No somos robots, ni estamos programados, no somos un algoritmo, ni somos Elon Musk. No estamos programados para ser perfectos, entonces claro que es incoherente. Los seres humanos somos incoherentes y un día por la mañana, si algo nos afecta o nos toca de cualquier manera, podemos decir cosas horrorosas y ese mismo día por la tarde reflexionar y decir pensar esto no hay que hacerlo porque tiene consecuencias y no somos conscientes.
Creo que el problema no es que por la mañana eches tu rabia y tu bilis contra alguien y por la tarde digas ", por favor, no echéis vuestra rabia y bilis contra no sé quién". El problema es mucho más profundo y es un problema de que las redes sociales, al final, han sido un terreno primero nuevo. Nos pusieron un juguete nuevo y nos dejaron crear nuestras propias reglas y está muy mal regulado. Lo comentaba ayer mismo con una amiga que contó que había ido a escribir "mariquita" en Instagram y le saltó un aviso de no podía utilizar esta palabra, aunque ella se refería al animal. Me quedó loquísima porque tú fíjate qué cosa más tonta. Cómo puede ser que Instagram no te deje decir "mariquita", pero luego sí te deje lanzar amenazas de muerte a una persona.
Las redes sociales son una herramienta maravillosa, eso vaya por delante, pero todavía no hemos aprendido a usarla, porque está claro que estamos provocando masacres, personas que han sufrido bullying y ciberacoso a través de las redes y que también han terminado en un suicidio. Todavía no hemos aprendido a usarlas y no están bien reguladas y eso tiene consecuencias.
"Nosotros hemos sido la primera generación que nos hemos encontrado el juguete (redes sociales) y somos los conejillos de indias"
Creo que eso pasa pues porque nosotros hemos sido la primera generación que nos hemos encontrado el juguete y estamos siendo los conejillos de indias. Estoy completamente segura de que dentro de 20 años cuando los que dentro de 20 años tengan 15, se llevarán las manos la cabeza cuando vean cómo las usamos nosotros. Igual que ahora nuestra generación se está llevando las manos a la cabeza, por ejemplo, por cómo funcionaba la prensa del corazón en los 90, como vemos en documentales como el Caso Alcàsser, o el Caso Arny, los documentales sobre Britney Spears y todo lo que se hizo con ella, nos estamos dando cuenta ahora, muchos años después.
Las redes sociales aparte de ser un juguete, es un juguete un poco cabrón, porque cambia continuamente y que evoluciona, incluso, más rápido que los que somos usuarios. Y no se nos puede olvidar, que esto se nos olvida mucho, que las redes sociales son unas empresas en manos de multimillonarios que están 'cucú'. Todo todo lo que las redes sociales están generando en tu vida, sobre todo lo malo, es para pensar do realmente necesito alimentar el cesto de los huevos de oro de un multimillonario que, claramente, no tiene ningún afán social sino económico. ¿Realmente tengo que estar yo aquí pasándolo mal para alimentar una rueda que no me va a repercutir a mí en nada?
P.- Esto que te ocurrió a ti lo hicieron o lo intentaron también con Carolina y Victoria de ‘Estirando el chicle’, con Henar Álvarez de ‘Buenismo Bien’ o con PennyG de ‘Riot Comedy’. ¿Ves un patrón?
R.- El linchamiento en redes sociales afecta tanto a hombres como a mujeres, pero como todo en la vida, existe el sexismo y vivimos en una sociedad machista. En las mujeres afecta de otra manera y yo sí que veo que existe un patrón, porque los ejemplos que ha seleccionado son muy concretos, pero también se lincha y se cancela a otro tipo de mujer, tipo a Marta López Álamo o Sara Sálamo. Cada semana se lincha una persona y les va tocando a todas. Es innegable afecta a hombres y mujeres, pero como nuestra sociedad es machista, evidentemente, a las mujeres afecta de otra forma.
Un caso muy concreto que creo que ejemplifica muy bien lo que quiero decir es Shakira. Ya no te digo gente que podemos haber hecho algo malo como fue mi caso, aunque el linchamiento nunca está justificado, pero por lo menos hay una causa real. Pero el caso de Shakira, que saca una canción diciéndole a su exnovio "que te den por el culo, ahí te quedas y come bien de mermelada", que ese sería el resumen, recibe un linchamiento culpándola de no pensar en sus hijos y que está sacando dinero de su vida íntima. Es un claro ejemplo de que ella no ha hecho nada malo porque ella fue ella a la que engañaron y, sin embargo, también se lleva el linchamiento, Eso nos demuestra que a las mujeres no se las lincha igual que a los hombres.
Además, si somos mujeres posicionadas en la izquierda se nos lincha todavía con más ganas y con más ímpetu, como a Henar, yo misma, o por ejemplo mí me causa mucho dolor cómo tratan a Ángela Rodríguez (Pam), que se la ha deshumanizado muchísimo. No es que exista un patrón, es que vivimos en una sociedad que es como es.
"Creo que lo mejor que nos ha pasado es que Carolina Iglesias y Victoria Martín llenaran el Wizin Center en menos de 24 horas"
P.- Todas ellas y tú misma sois ejemplo de que las mujeres tenían un espacio, y no pequeño precisamente, en el humor, pero, vaya lo que ha costado hacer ese hueco, ¿no?
R.- Creo que lo mejor que nos ha pasado es que Carolina Iglesias y Victoria Martín llenaran el Wizin Center en menos de 24 horas. Fue un éxito para todas, aunque el dinero lo ganaran ellas, el éxito es simbólico y se necesitaba. Todavía existía la narrativa de que las mujeres no son graciosas y de que las mujeres no venden tanto como los hombres. No hay nada más bonito que decir "te lo voy a demostrar, cariño". Lo que pasó en el Wizin fue histórico a muchos niveles y fue una manera de demostrarle a la industria, que lo único que le importa es el dinero, que también hay hueco y también hay público para mujeres y que también generan dinero, que es lo que importa a la industria.
Me alegro un montón de vivir en esta época en la que las artistas cuyas entradas más valen más caras sean Madonna, Rosalía o Beyoncé; y que las cómicas que llenan espacios gigantescos sean 'Estirando el Chicle' o Martita de Graná, porque es un "zas en toda la boca" a la industria.
P.- Y cambiando de tema completamente para acabar, hablemos de Zamora. Siempre has hecho bandera en tus redes de tus orígenes, mostrando la Semana Santa, los sitios que te gustan… Pero, sobre todo en los últimos tiempos has comenzado una campaña mucho más seria de promoción de la provincia. ¿Por qué?
R.- Porque a finales de 2022 vi que una revista internacional de viajes seleccionó a Zamora como destino que hay que visitar en 2023 y yo dije ·pues tienes toda la razón y me voy a subir a este carro". Así que pensé que durante 2023 voy a intentar hablar de cada vez que voy a Zamora. Así hago un vídeo, visitó algún lugar y lo enseño. Me parece muy bien que la gente visite Zamora porque es una ciudad y provincia increíble. Me escribe muchísima gente en Instagram pidiéndome recomendaciones y preguntando qué puede hacer, y luego me escriben de vuelta diciéndome que les sha encantado, que se han sorprendido muchísimo y que van a repetir. Entonces, si a la gente le gusta es porque algo tendrá. Creo que Zamora mola un montón sinceramente.
P.- Siempre decimos que Zamora no sabe venderse.
R.- Yo creo que no la verdad y sobre todo cuando la comparas con otras ciudades similares. A ver es muy fácil criticar desde fuera, pero sinceramente considero que Zamora no sabe venderse, ni ponerse guapa, porque todavía tiene zonas que hay que mejorar y que se podrían poner muy bonitas. Por ejemplo, lo que se está haciendo con la Muralla me parece una idea buenísima, pero queda muchísimo trabajo por hacer. Y con la promoción ha mejorado también. Me da mucho gusto entrar en el Metro de Madrid y ver un cartel gigantesco de Zamora, pero no es sólo eso. son muchísimas cosas más. Parece que ya hemos empezado a andar y que han cambiado cosas, pero queda mucho camino por recorrer. El mercado del turismo es muy competitivo y atraer a la gente a tu ciudad y a tu provincia es difícil, pero nosotros no lo hemos estado a la altura. Creo, además, que tenemos una provincia súper rica, con un montón de sitios para visitar como Toro, Fermoselle, Puebla de Sanabria... Son espectaculares todos.
P.- También intentaste ayudar desde tu posición a dar visibilidad al incendio de la Sierra de la Culebra.
R.- Cuando lo viví me afectó muchísimo a nivel emocional. Fue horrible. Tan horrible como que a día de hoy no he sido capaz de pisar La Culebra, algo se ha quedado dentro de mí que duele. Cuando hay un incendio de esas características lo que sientes es impotencia y ante la impotencia yo decía "a ver qué puedo hacer yo", y yo lo único que podía hacer era amplificar el mensaje, porque no le estaban dando la importancia que tenía. Cada uno colabora en lo que está en su mano y en mi mano solo estaba amplificar un mensaje a mis followers, que tampoco son tantos, que no soy yo aquí Dulceia, pero al menos transmitirles lo que estaba lo que estaba pasando en Zamora. Luego cuando surgieron asociaciones para pedir ayuda, lo mismo, intenté amplificar el mensaje de estas asociaciones y tratar de llegar a más gente para que haya más ayudas.