Las hilanderas de las zonas rurales son un símbolo del patrimonio cultural de la provincia de Zamora. Grabadas en la retina del colectivo están esas mujeres que, sentadas frente a un huso o una rueca tejían la lana que, en muchas ocasiones, era la ropa que utilizaba toda su familia. Eran las encargadas de vestir a todos los miembros del hogar. Un oficio que con la llegada de la industria se ha ido perdiendo hasta ser apenas un recuerdo, un bodegón mental de la historia de Zamora.
Así que para que esta tradición no se olvide y no se pierda, Esmeralda Folgado (Abejera, 1983) creó su proyecto 'Lana y Candil'. Una iniciativa que abarca varios ámbitos, pero donde en todos ellos confluye el mantenimiento de la tradición hilandera y de la lana en Zamora. Lo hace a través de talleres y exhibiciones donde ella misma muestra los procesos de fabricación artesanal que se hacían antaño con la lana, también vende sus productos hechos de esta forma y está en proceso de ofrecer una actividad de turismo experiencial, donde los visitantes puedan aprender de primera mano este oficio ancestral.
La pasión por la lana llegó a Esmeralda tras un proceso de búsqueda personal y también algo de casualidad. Esta joven alistaba estudió en el colegio rural de su Abejera natal, en pleno corazón de Aliste. De allí, pasó al CEI de Zamora, para terminar completando sus estudios en Educación Musical en Asturias. Pasó unos años trabajando en Madrid y retomó de nuevo sus estudios formándose en Educación Especial, también en Oviedo.
Pero con la llegada de la maternidad, ella y su pareja (también alistano) decidieron que era hora de volver a casa. Esmeralda tiene dos hijos, un niño de once y una niña de ocho, y en este punto llegó la lana a su vida. "Estas cosas que haces mientras estás maternando", bromea Esmeralda. Resulta que quiso hacer un regalo original a una amiga que también acababa de ser madre y buscando encontró las Hadas Waldorf. Se trata de una de las figuras más representativas de esta pedagogía alternativa y que se elaboran con lana de oveja merina peinada.
Con este primer paso, Esmeralda se interesó por el origen y los procesos que se necesitan para elaborar la lana y descubrió "la problemática de la manufactura de la lana en la industria textil y que es la que más contamina". Los residuos que genera la lana en esta industria son altamente contaminantes y los lavaderos han ido cerrando por las estrictas normativas que se exige en Europa para ejercer su actividad.
Así que cuando inició su camino en este oficio tuvo que buscar un proveedor que fuera respetuoso con el medioambiente, y que no proviniera de China, donde se exporta la mayor parte de la lana española para que la sometan a estos tratamientos y se trae de vuelta a España para su venta a precios mucho más altos.
Su tía Tomasa
Ante esta nueva aventura, Esmeralda se encontraba con que no tenía ni idea de cómo trabajar esta materia prima. Ella misma cuenta que, en la tradición zamorana, este aprendizaje llegaba a través de la familia materna, pero a su madre no le gustó nada. "Cuando era pequeña le pusieron a hilar estopa, no le gustó y tiró la rueca", explica.
Así que Esmeralda ha tenido dos fuentes de formación principales: los vídeos de YouTube y su tía paterna Tomasa Folgado. Y es que como suele ocurrir hoy en día, Internet es una gran fuente de información que, además, permite aprender a nivel global. Esmeralda se ríe al reconocer que de quienes más ha aprendido a elaborar textil con lana es de "las rusas". Y de paso, hasta está aprendiendo algunos conceptos en ruso.
Bromas a parte, esta artesana explica que su gran fuente de inspiración y aprendizaje ha sido su tía Tomasa, de 93 años, y la única hilandera viva que queda en la pequeña localidad de Abejera. Fue ella quien "intentó" enseñar a Esmeralda el histórico arte de hilar la lana. Pero la artesana reconoce que "no se me da muy bien y ella me lo dice". Así que la artesana ha preferido central su actividad en el afieltrado de lana, otro proceso de elaboración textil donde la lana no se hila ni teje. "Es como si te saltases esos pasos", apunta.
Su técnica es menos habitual en la zona de Aliste, pero sí se hacía en otros territorios como Sanabria, Galicia o Euskadi, donde la lana de las ovejas es más tosca. En este caso, el proceso comienza con un vellón de lana, al que se le da humedad, jabón y se comienza un proceso de fricción con las manos. Todo con una técnica tradicional que la somete a presión, fricción y cambios de temperatura de agua fría, agua caliente y jabón. Tras esto, Esmeralda coloca sobre un molde de goma eva esta lana hasta que toma la forma deseada.
Con esta técnica, la artesana hace, por ejemplo, calcetines a medida de los pies de quien vaya a usarlos. Algo que su tía Tomasa no podía creer hasta que se lo demostró. "Cuando se los hice y se los terminé en sus pies, alucinaba", añade. Algo que generó una sinergia entre ellas, donde se comparten saberes entre estas dos artesanas.
Tomasa en sí misma es un tesoro de tradición que Esmeralda pone en valor en sus narraciones orales. Y es que otra pata de 'Lana y Candil' es su parte de divulgación. Esmeralda recorre pueblos, asociaciones y cualquier evento que se ponga en contacto con ella para trasmitir esta tradición tan rural y zamorana. Y en alguna ocasión, Tomasa ha acompañado a su sobrina en esta tarea de divulgación. Mientras Esmeralda narraba la historia de este oficio, su tía, demostraba que el saber artesano y la destreza no se pierde ni con 93 años. "Ha participado de manera activa porque me parece que es importante darle también su lugar como artesana", explica.
Una experiencia tras la cual Tomasa quedó "muy contenta". Y es que quién iba a decirle a esta nonagenaria, que se ha pasado una vida entera con la lana entre las manos, que a sus noventa y muchos años iba a ser parte protagonista de que ese oficio, que ella siempre ejerció, no caiga en el olvido.
Una divulgación que Esmeralda también realiza con su obra 'Cuentos de lana', donde mezcla el trabajo con lana y los cuentos. Ella va hilando, escarmenando, cardando y tejiendo mientras va contando historias. Así, esta artesana muestra a través de su puesta en escena los oficios relacionados con el trabajo del tejido de lana y las herramientas utilizadas para trabajar con un relato fantástico.
Turismo experiencial con la lana
Quizá el proyecto más ambicioso de Esmeralda es el que aún tiene por completar: un centro de interpretación de la lana en Grisuela. Su idea es crear un aula educativa en la que generar formaciones tanto para la gente local como experiencias turísticas.
Una idea que casa maravillosamente con la idea que también tiene la Diputación de Zamora de diferenciarse en el sector turístico como un lugar que ofrece experiencias enriquecedoras y distintas a quienes visiten la provincia. Esmeralda cree que las futuras visitas a este centro de interpretación pueden ayudar al sector local. "En Grisuela hay una casa rural, en San Vitero otra, y también restaurantes, por lo que es perfectamente viable contratar la actividad, venir un fin de semana o, al menos, quedarte a comer y llevarte una experiencia", explica.
Pero Esmeralda no quiere quedarse solo en el visitante. También quiere que los vecinos de la zona puedan disfrutar de su taller y su futura aula educativa. Tiene pensado que este proyecto también tenga una parte social, de recuperación también de los espacios típicamente femeninos "que se han ido perdiendo, como los lavaderos o los hilandares". Por eso también quiere que sea un lugar de reunión, de poder estar.
Al fin y al cabo un espacio multidisciplinar, donde también desearía que acudieran profesionales de la artesanía del mundo textil y otras disciplinas. "Mi idea es que podamos formarnos entre nosotros, porque, por ejemplo a mí me faltan conocimientos en algunos ámbitos y sé que hay profesionales que me pueden formar a mí, pero a otras artesanas también". Una formación entre profesionales de la artesanía.