La Policía Nacional ha desmantelado una organización criminal dedicada a la comisión de estafas informáticas en todo el territorio nacional. Para ellos desarrollaron un operativo que ha tenido como resultado la detención 27 personas en varias ciudades de España, incluyendo Zamora, Málaga, Madrid, Barcelona, Lérida, Tarragona, Zaragoza, Tenerife, Castellón, y Palma de Mallorca. Además, otras ocho personas están siendo investigadas en relación con este caso, aunque no han sido detenidas hasta el momento.
La red utilizaba técnicas de ingeniería social, en particular el smishing (envío de mensajes de texto fraudulentos) y el spoofing (suplantación de identidad electrónica), para llevar a cabo sus estafas, que han implicado a 64 personas, y los detenidos han sido acusados de delitos de estafa, blanqueo de capitales y pertenencia a grupo criminal.
La investigación se inició tras recibir un considerable aumento de denuncias por parte de los clientes de una entidad bancaria que habían sido estafados mediante la recepción de SMS aparentemente legítimos, enviados por el propio banco. Estos mensajes alertaban sobre posibles pagos fraudulentos y solicitaban datos de acceso a la banca en línea, así como la firma digital. Como resultado, lograron engañar a 45 personas, causándoles un perjuicio económico que superó los 75.000 euros.
La organización operaba utilizando páginas web falsas de una entidad bancaria, las cuales eran utilizadas como señuelo para engañar a los clientes y obtener sus datos personales. Tras un análisis técnico policial, se determinó que todas las páginas web falsas tenían un código fuente que provenía de una única fuente, compartida entre los miembros de la organización.
Hasta el momento, se han identificado 45 víctimas que sufrieron un perjuicio económico superior a los 75.000 euros como resultado de estas estafas. Además, se descubrió que el capital obtenido a través de estas actividades delictivas era gestionado por todos los implicados, utilizando empresas de intercambio de dinero Fiat y criptomonedas, así como Neobancos y Challenger Banks.
Dentro de la estructura de la red criminal, cada miembro tenía una función asignada, siendo la figura de la "mula" el eslabón más bajo. Estas personas eran reclutadas para recibir el dinero sustraído a través de sus cuentas bancarias o para facilitar sus datos a terceros.
Las mulas recibían una remuneración mínima por sus servicios y transferían el dinero a cuentas controladas por los verdaderos autores de los delito, quienes eran los beneficiarios principales. Las mulas desempeñaban un papel crucial en la ocultación de la identidad de los estafadores y en la transferencia del dinero robado entre cuentas.