Hoy se cumplen 43 años del atentado de Orio, donde la organización terrorista ETA asesinó a los guardias civiles Antonio Gómez Ramos y Aurelio Navío Navío. Un atentado en el que también resultaron heridos tres agentes más, entre ellos, el zamorano Francisco Viloria Viloria, cabo primero. 

Un suceso ocurrido el 13 de julio de 1980 cuando este grupo de agentes de la Guardia Civil, que acababan de concluir su turno de vigilancia en una fábrica de municiones cercana a Orio, y que se convirtieron en el objetivo de este sangriento ataque. 

El comando de ETA robó un automóvil en Lasarte, amenazando al propietario con represalias si informaba a la policía antes de las 16.00 horas. Sin perder tiempo, a las 14.05, los terroristas llevaron a cabo su plan. Emboscados cerca del puente de la carretera principal, lanzaron granadas de mano contra los vehículos oficiales de los agentes y abrieron fuego indiscriminado. 

Sin embargo, la respuesta de sus compañeros no se hizo esperar. Un grupo de guardias civiles que se dirigía a la fábrica para iniciar su turno escuchó los disparos y acudió rápidamente en auxilio de sus compañeros. Gracias a su acción y aprovechando la ventaja del terreno elevado de la fábrica, lograron abatir a dos de los terroristas en un intercambio de disparos. Los demás miembros de ETA huyeron del lugar.

Recortes de periódico de la época

Tras el suceso, el zamorano Francisco Viloria Viloria y sus dos compañeros Jesús Díaz Blanco y Ramiro Cerviño Primero fueron ingresados con pronóstico grave en el Hospital de Cruz Roja en San Sebastián. Finalmente, todos lograron recuperarse de sus heridas y no hubo que lamentar más muertes.

ETA no tardó en reivindicar el atentado y se encontraron pruebas que corroboraban su participación. El automóvil utilizado por los terroristas fue hallado abandonado en San Sebastián, mientras que su propietario fue detenido por negarse a cooperar con las autoridades. En la escena del crimen, los investigadores encontraron casquillos correspondientes a armas de fuego Cetme y Remington, además de tres granadas sin explotar, una cuarta que no fue utilizada y documentos de identidad falsificados.

Las repercusiones de este cruel atentado no tardaron en producirse. Las fiestas de Barakaldo, que se celebraban esos días, fueron suspendidas en solidaridad con los miembros de ETA fallecidos, y concejales de Herri Batasuna, considerado el brazo político de ETA, organizaron huelgas en varios puntos de Euskadi.