A pesar de la lluvia, la Coronación de la Virgen de la Soledad fue una ceremonia muy emotiva para miles de zamoranos y devotos. Al contrario de lo que estaba previsto en un principio, que la plaza de la Catedral acogiera una celebración en abierto con más de mil asistentes, debido a las precipitaciones hubo de celebrarse en el interior del templo. Gracias a que el evento se retransmitió en directo, miles de personas pudieron seguirlo en tiempo real.
Después de saludar a los presentes, el obispo Valera les invitó a escuchar las palabras de María: Vosotros sois mi corona, pero indicó que “es una corona de amor, entrelazada entre cada uno de sus hijos, un Amor crucificado que, como se canta en el himno de J.M. Chillón, fecunda nuestra vida”, porque solo quien ama sufre.
Continuó la homilía afirmando que Jesús no nos dejó huérfanos, dejó a su madre para protegernos y hoy sigue haciéndolo en esta Iglesia particular que peregrina en Zamora. Afirmó Valera Sánchez que “en las lágrimas de la Santa Madre de Dios nos acogemos en los momentos de sufrimiento, de turbulencias espirituales”, porque sabemos que la Soledad nos acoge, nos comprende, nos perdona y nos ama como madre: Y donde hay maternidad y vida, hay vida, hay alegría, hay paz, se crece en paz.
Mirando al cielo, Monseñor Valera reconoció que hoy tiene “corazón de madre y esa madre con sus lágrimas llenas de ternura te mira a ti. Una mujer vestida de sol, la luna por pedestal, corona de doce estrellas sobre su cabeza”. Y en Zamora, añadió, “existe una devoción profunda, silente, discreta, constante; es una devoción entrañada, como las entrañas fecundas de tantas madres de Zamora. Es una soledad acompañada, guardada en el corazón de tantos zamoranos. María lleva el sufrimiento de su Hijo, que es el dolor de los pobres, de los drogadictos, de los parados y los injustamente tratados, de nuestros pueblos que se vacían, de los hijos que se van lejos… Solo el amor transforma la corona de espinas en corona de vida en corona de solidaridad, en corona de Cáritas.
Fernando Valera pidió a los presentes que contemplaran a María en Soledad, que parasen “el reloj de las prisas, de las rutinas, de la autosuficiencia, del ya me lo sé todo”. Y que contemplasen a María, en su Soledad de Soledades, “su rostro, su corazón, su mirada clavada en el cuerpo inerte de su Hijo en la Cruz. Ese hijo que eres tú y yo. Mírala con los ojos del alma y luego vuelve a caminar. Mírala, ámala, imítala”.
Terminó su homilía reconociendo que Zamora “es un corazón que palpita, es Soledad de amor, es abandono, disponibilidad, entrega hasta el extremo, es fortaleza en la fragilidad, en la debilidad. Es fidelidad. Es plenitud. Es fecundidad: nunca es María tan madre como esta noche. Ese dolor elegante, sereno, dolorido es paz, es amor, ¡es Zamora!”
Al finalizar la homilía se procedió al acto solemne de la Coronación. En la celebración intervinieron el barítono zamorano Luis Santana, la Coral Aures Cantibus y el Coro Sacro.