En Zamora si se piensa en buen café, se piensa en La Flor de América. Desde 1962, esta empresa familiar embriaga con su irresistible olor a buen grano tostado la ciudad de Zamora, desde su tostadero en el barrio de San Frontis. Su fundador, David Hernández Hernández, fallecía el pasado 11 de octubre, a los 86 años, y desde EL ESPAÑOL Noticias de Castilla y León ha querido conocer en profundidad su apasionante historia y cómo hizo de los zamoranos unos auténticos degustadores del mejor café.
David Hernández tuvo claro desde el primer día que quería ofrecer a sus vecinos la mayor calidad en productos cafeteros. Y todo ello en una época más que complicada para este exótico producto, que en la década de los 60, en plena dictadura franquista, no era una tarea nada sencilla.
Un año antes de la apertura de su primer tostadero y venta directa, ubicado en la calle San Andrés de la capital, David viajó a Gijón para impregnarse del saber cafetero de una cooperativa de la zona. Esta temprana experiencia lo introdujo en el mundo del café y plantó la semilla de lo que se convertiría en su legado. Allí aprendió cómo funcionaba el restrictivo negocio del café y regresó a Zamora para abrir, junto a su hermana Felisa y su esposa Mari Paz, el primer tostadero de café de la provincia.
Cabe recordar que durante la guerra civil española el arroz, el té y el café eran productos que ya estaban racionalizados en nuestro país. Algo que se extendió hasta los años 80, cuando finalizó el régimen franquista con la llegada de la democracia. Así, los años 60 y 70, se presentaron desafiantes tiempos para la incipiente empresa zamorana. En esa época, el abastecimiento de café estaba estrictamente controlado por el Estado, lo que significaba que la libertad de compra era limitada.
En momentos de escasez, la empresa a menudo tenía que recurrir al mercado portugués en lo que se conocía tradicionalmente como estraperlo. Su familia relata a este periódico que el tránsito habitual de este mercadeo paralelo era por Galicia.
David recibía llamadas de madrugada donde le avisaban de que un camión llegaría hasta Zamora con el café que necesitaba. Aunque esta procedía de Portugal, las peligrosas carreteras de Tras-os-Montes obligaban a que la mercancía de estraperlo se desviara por Galicia. A pesar de estas dificultades, David y su familia perseveraron y continuaron ofreciendo a sus vecinos el mejor producto posible, empujados por su pasión por el café.
De hecho, David siempre mantuvo una lucha personal contra el café torrefacto. Aquel que se consigue al añadir azúcar durante la tostación del café natural, creando una película homogénea sobre el café, que abarata los costes de su producción y aumenta su tiempo de conservación.
Un producto muy en boga en aquellos tiempos, cuando el café era un producto tan difícil de conseguir, y que se ha mantenido en el mercado español con especial incidencia. De hecho, el mercado cafetero portugués elabora este producto prácticamente en exclusiva para exportar a España. Pero la familia de La Flor de América ha mantenido esa cruzada contra este producto que inició su fundador.
Por este mismo tiempo, cuando la actividad principal era el tostado y venta de cafés, la familia también aprovechó su introducción en la hostelería, para ampliar mercados y dedicarse en conjunto a la distribución de vinos y bebidas espirituosas con las Bodegas franco-españolas.
A medida que los años avanzaban, Cafés La Flor de América expandió sus operaciones a ciudades limítrofes como Salamanca y León, abriendo tiendas de venta a granel que aún se mantienen en funcionamiento. Además, hoy en día también conservan dos establecimientos en la capital zamorana: uno en la avenida Tres Cruces y otro en la plaza de Castilla y León.
De hecho, el propio David Hernández dio nombre y regentó la popular cafetería Brasilia (Tres Cruces) hasta los años 80, que cerró recientemente sus puertas y que antiguamente era conocida por el nombre de cafetería Rossi.
Expasión del negocio
La década de 1980 marcó un cambio significativo en el mercado del café en España, ya que este, por fin, se liberalizó y se permitió la compra libre del mismo. Esto permitió a David y su empresa acceder a cafés de mayor calidad de regiones tan remotas en aquellos tiempos como Etiopía, Kenia y El Salvador, que anteriormente eran desconocidos para los amantes del café en Zamora.
Un pionero que hizo un sobresfuerzo y asumió los sobrecostes económicos y de transporte para trabajar con los mejores importadores europeos, con sus correspondientes trámites burocráticos, para trabajar con fincas internacionales muy concretas y de alta calidad.
David no era simplemente un comerciante de café; era un apasionado y enamorado de la calidad y un pionero en la introducción de cafés 100% arábica y 100% de tueste natural en la provincia. Por ello, visitó algunos de los países de origen, como Brasil, para conocer de primera mano las plantaciones de los cafés que luego ofrecía a los zamoranos.
A principios del siglo XXI, David Hernández tomó una decisión estratégica al desprenderse de las operaciones relacionadas con el mundo de la hostelería y centrarse exclusivamente en la venta minorista, ante los convulsos tiempos que se avecinaban. Su enfoque empresarial se centró en ofrecer café de calidad, fresco y recién tostado a sus fieles clientes.
Algo que los zamoranos recibieron de muy buen grado y se mostraron dispuestos a pagar por la calidad que David les ofrecía. A la vista está que más de 60 años después, La Flor de América continúa siendo uno de los negocios señeros de la capital. De hecho, al igual que el primer día, el café se vende recién molido en sus tiendas a día de hoy. Los granos se muelen y empaquetan delante de cada cliente que entra por la puerta de sus establecimientos.
El legado de David Hernández Hernández en el mundo del café es innegable, junto a otros importadores europeos como el francés Philippe Jobin. Su visión, pasión y dedicación marcaron el camino para la revolución del café en el siglo XXI, conocida como 'specialty coffee'.
Este fenómeno se enfoca en la calidad del café, desde el productor hasta el consumidor, pasando por el tostador y el barista. Una forma de trabajar que mejorado la vida de los agricultores y ha permitido a los amantes del café disfrutar de productos excepcionales.
Una preocupación por los productores que sus hijos han recogido con mucha responsabilidad. Y es que, la empresa zamorana acaba de lanzar una nueva línea de productos, La Rendición. Una gama de cafés muy selectos, que trabajan en microlotes, y cuyo sabor es muy intenso por su alta trazabilidad. Con esta nueva selección, La Flor de América da a conocer no solo el país de origen, sino la finca y el agricultor que ha generado ese café.
Su idea es dar valor a ese gran trabajo y "poder pagar mejor, en una compra directa con ellos". Esta compra más sostenible sirve para que "los productores dediquen más tiempo a seleccionar los mejores cafés y sea de la mejor calidad". Y, de este modo, también se protegen los propios territorios donde se produce, evitando la sobreexplotación.
Siempre recordado
Además de su contribución al mundo del café, David Hernández será siempre recordado por su gentileza, amabilidad y su disposición para ayudar a otros profesionales en momentos difíciles. Hosteleros históricos de Zamora recuerdan bien como David y su familia fueron una mano amiga cuando comenzaron sus negocios y la economía no ayudaba.
Su influencia perdura en la comunidad de Zamora, y sus herederos quieren que este homenaje sirva también para que se destierre esta "cierta tendencia derrotista", recordando que Zamora vivió épocas de apertura de establecimientos hosteleros modernos y se permitió a los zamoranos disfrutar de productos de alta calidad, incluyendo, como no, el café.
De hecho, David Hernández ejerció durante décadas como un benefactor muy activo de diferentes causas sociales y deportivas en la provincia. La Flor de América fue patrocinadora de diversas competiciones, desde equipos de fútbol, pruebas ciclistas, campeonatos hípicos y hasta torneos de mus. David Hernández se involucraba de lleno en el desarrollo de Zamora, en todos los ámbitos a su alcance, no solo ofreciendo un producto de excelente calidad, sino como apoyo de todos los que pidieron su colaboración.
Tras su marcha, solo nos queda recordar su gran labor empresarial, pero sobre todo humana, cada vez que nos llevemos a la boca una buena taza de café de La Flor de América.