Toro tiene una larga y variada trayectoria que se remonta a la época celtibérica y que se inició en el tránsito del siglo IX al X. Sede real, morada de nobles, cuna de reyes, fue lugar de nacimiento de Juan II, lugar de reunión de Cortes como las que tienen lugar en 1505 convocadas por Fernando el Católico donde se leyó el testamento de la reina Isabel y se promulgaron las '83 Leyes de Toro'.
Esta ciudad, como la conocemos hoy, es el resultado de su propia historia cuyo testimonio plástico resume su anterior grandeza, así como otros legados de interés cultural: las fiestas de Carnaval, Vendimia y Semana Santa declaradas de Interés Turístico Regional, además de las ferias y fiestas de San Agustín.
Recorrer sus calles es recorrer la historia contenida en sus rincones y plazas. De su pasado esplendoroso conserva una innumerable lista de notables edificios civiles y religiosos, entre los que cabe destacar un notable conjunto de iglesias románico- mudéjares, de ladrillo, construidas entre los siglos XII y XIII que hacen de la ciudad un importante núcleo del románico-mudéjar en Castilla y León.
De San Lorenzo el Real hay que destacar su artesonado, el sepulcro gótico-flamenco de los Castilla-Fonseca y el retablo de Fernando Gallego ambos del s. XV; de San Salvador de los Caballeros restos de pinturas murales, actualmente alberga el Museo de Escultura Medieval.
La iglesia del Santo Sepulcro único resto del antiguo monasterio perteneciente a la Orden de los Caballeros del mismo nombre, San Pedro del Olmo y la ermita de Nuestra Señora de la Vega que guarda la imagen del Cristo de las Batallas, patrón de la ciudad.
Patrimonio etnográfico
Como consecuencia de la importancia del cultivo de la vid y la elaboración de sus vinos a lo largo de la historia son innumerables las bodegas que horadan el subsuelo del casco antiguo de la ciudad, mostrándonos en sus fachadas ese patrimonio oculto a través de dos elementos singulares: respiraderos y zarceras.
Estas bodegas son el germen de las actuales. Toro atesora en su subsuelo un importante número de bodegas subterráneas, tanto particulares como públicas, puestas en valor durante los últimos años con importantes restauraciones en seis de ellas, recuperándolas para ser visitadas por todos aquellos turistas que se acercan para conocerlas, convirtiéndose así en un atractivo turístico más de la ciudad y que sin duda forman parte de la historia de Toro, de su evolución y la de sus gentes, todo ello ligado a la historia y evolución de uno de sus productos: el VINO.
Por los años 70 del siglo pasado se dan los primeros pasos para la creación de lo que con el paso del tiempo llegaría a ser la Denominación de Origen Toro, siendo una realidad en 1987.
En la actualidad, el Consejo Regulador de la Denominación de Origen Toro avala la calidad de 64 bodegas que se encuentran situadas en Toro y comarca. El compromiso con la calidad conlleva el cumplimento de una rigurosa normativa vigente, que dicta el Reglamento, por el que se rige la D. O.
Normativas que van desde la plantación del viñedo y sus prácticas culturales, elaboraciones y crianzas, hasta la comercialización del producto embotellado, detallándose en cada caso normas de calificación del producto amparado, etiquetado, de vendimia, de producción y de exposición del producto, garantizando así, la calidad de los vinos.
Viñedos, viñas y bodegas
Los viñedos, cuyos orígenes son anteriores al asentamiento de los romanos, cuentan con una larga tradición. Son numerosos los documentos que a lo largo de estos años ordenan, regulan y reconocen el cultivo de la vid y su repercusión económica en la ciudad.
La explotación del famoso viñedo actuó como agente dinamizador de la artesanía y el comercio, y del auge constructivo que la ciudad tuvo a partir del siglo XIII. Es sobre todo en la década de 1530 y hasta 1570 la que más huellas de edificaciones notables dejó, cimentada por la riqueza que aportaron los nuevos mercados que conquistó el vino, y del incremento del precio como consecuencia de la colonización del Continente Americano.
Igualmente, la literatura corrobora la importancia de estos vinos con los escritos de autores ilustres desde la antigüedad hasta nuestros días (Arcipreste de Hita, Quevedo…), del mismo modo, estudiosos y críticos extranjeros alaban sus virtudes.