Como todas las buenas historias de amor, esta empieza con una pareja que cuando se conoció no se cayó demasiado bien. Sara García y Javi Vega protagonizaron en 2022 una de las pedidas de mano más sorprendentes y bonitas que se recuerdan en el mundo del motor. Ella venía de romper moldes triunfando en esta competición tan cerrada durante décadas. Él era su fiel compañero en Yamaha y decidió poner un broche de oro único a una experiencia ya de por si maravillosa. Tras esto, celebrarían este julio de 2023 la boda "más extrema" que nunca se imaginó.
Pero antes de eso, hay que volver a las dunas, en este caso las de Marruecos en 2016, para conocer el inicio de la historia de amor entre la zamorana y el madrileño. Ambos coincidieron en el mismo grupo de entrenamiento y por edad (35 y 38 años) les tocó hacer pareja de entreno.
"No me cayó muy bien, la verdad. Pensé que ya me habían puesto con la niña y que iba a ir lenta y me retrasaría", confiesa Javi. Pero la "niña" no iba precisamente lenta. En pocos minutos, el madrileño pudo ver como Sara era toda una campeona y que no se quedaba precisamente atrás con respecto a él o el resto de sus compañeros.
Pero es que a Sara le pasó lo mismo. La primera vez que se cruzó con Javi lo tuvo claro: "Este es el típico guaperas. Un chulito, que encima era esquiador freestyler y pensé que seguro que era un tonto". Empezaba la cosa regular.
Pero apenas hizo falta un rato entre las dunas para que todo cambiara. Cuando la pareja comenzó a entrenar y hablarse, los prejuicios se quedaron entre la arena de Marruecos y comenzó "el roneo". Entre risas la pareja reconoce que empezaron a ligar el uno con el otro desde el principio.
Pese a esta conexión inmediata en el país africano, a Javi le surgieron dudas por la distancia que podían tener entre ambos. "Yo pensaba que Sara vivía en Zamora y yo vivo en Madrid, pero cuando supe que también residía en la misma ciudad que yo lo vi más claro", explica. Así, la capital de España fue testigo de sus primeras citas. Sara y Javi comenzaron a cenar juntos, hacer planes y "se lió la cosa", explica Sara entre risas.
Del Dakar al altar
El Rally Dakar de 2022, celebrado en Arabia Saudí, no fue especialmente sencillo para Sara. Comenzó su andadura en él con un positivo en coronavirus que casi le deja fuera de la competición. Después fue enfrentando etapas durísimas con la mala compañía de una lesión en su brazo, durante las tres últimas etapas, que amenazaba también con bajarla de la moto.
Pero la zamorana es dura y ya se lo había demostrado a su chico seis años atrás en ese primer entrenamiento. Sara no solo logró terminar la competición más top del mundo, sino que lo hizo en un meritorio puesto 74. Por su parte, Javi acababa el Dakar en la posición 90, con el objetivo cumplido de "ayudar a Sara" como se había propuesto al inicio de la competición.
Un tándem perfecto al que Javi quiso poner el toque romántico. Y es que cuando Sara se encontraba arriba del escenario de la entrega de medallas, Javi apareció allí mientras otro corredor de otro equipo grababa con el móvil. Sara, ingenua o quizá despistada por todo lo que estaba viviendo, ni se pensó que su chico iba a hacerle la gran pregunta. "Al ver a Javi con el compañero del otro equipo grabando solo pensé que iba a hacerle un directo de Instagram sin más", explica.
Pero no. Resulta que Javi se plantó ante ella, hincó rodilla, sacó su anillo de compromiso y le pidió matrimonio. Una emocionadísima Sara no pudo contener la alegría y se lanzó a sus brazos incluso olvidando responder con ese 'sí quiero'. Y aunque era obvio, Javi quiso insistir y entre bromas dijo "no ha dicho nada, eh". Pero Sara reaccionó de inmediato y le respondió con un "pues claro que sí, gordo", que se hizo viral en medio mundo.
Cabe recordar que este momento estaba siendo inmortalizado por decenas de cámaras de televisión de todo el mundo, más otros cientos de dispositivos móviles emitiendo a través de Internet. Así que esta original pedida de mano terminó siendo un fenómeno y el precioso momento de la pareja fue compartido y celebrado por miles de personas. En especial por sus paisanos zamoranos, que llenaron de mensajes de enhorabuena a la pareja.
"No se me podía escapar"
Aunque empezaron regular, Javi tenía claro que "de todas las novias que había tenido, Sara era con la que más coincidía en forma de ser, por la pasión con el deporte, la forma de ser en casa y, en definitiva, por todo". Así que el madrileño no dudó ni un momento en que "no se me podía escapar porque va a ser la única que me iba a aguantar" y si había miles de testigos para que no se arrepintiera mejor.
Sara se quedó en shock durante ese momento, no tenía ni idea de nada pero no será que Javi no la había avisado. "Bromeaba a veces con que me lo iba a pedir así, en un sitio llamativo y yo le decía que ni se le ocurriera, que me moría de vergüenza", recuerda la zamorana. Y así fue.
Tras ese enero de 2022, la pareja necesitaba un tiempo para recuperarse de todo el desgaste mental y físico que fue la gran aventura del Dakar. Además, Sara necesitaba recuperarse por completo de su lesión en el hombro y someterse a una operación para reconstruir su ligamento cruzado anterior y meniscos de la rodilla izquierda, que superó en febrero de 2023.
Esto hizo que la pareja decidiera no participar en la edición de 2023 del Dakar y poder centrarse más en organizar su boda, que como cabía imaginar, no iba a ser una boda cualquiera. De hecho, la bautizaron como "la boda más dura del mundo".
La boda más dura del mundo
Sara y Javi se casaron a finales de julio de 2023 en una celebración que duró nada menos que tres días. La boda se celebró en el castillo de la Isla del Burguillo, en Ávila, y los invitados "no tenían ni idea" de todo lo que iba a pasar. Para empezar, todos ellos accedieron al recinto en barco, ya que es la única forma de entrar en la isla abulense. Y una vez allí, se les explicó que la boda serían "tres días de supervivencia" con tiendas de campaña y esterillas. Una aventura total.
La aventura comenzó con una fiesta de pijamas y máscaras al abrigo de esta preciosa isla abulense, donde no faltaron los juegos, los bailes y, por supuesto, las risas. Y aprovechando que se encontraban rodeados de agua, la jornada continuó con baños en el pantano de Burguillo, paseos en colchonetas hinchables y wakesurf, como si de un auténtico campamento de verano se tratase.
Una vez llegado el momento de la ceremonia tampoco nada iba a ser normal. Para su enlace, Sara eligió un vestido completamente negro, con una larga cola doble que salía de los propios tirantes del vestido. Mientras, Javi se vestía con un traje de chaqueta con estampado de serpiente en tonos dorados y negro y un sombrero tipo outback, también en negro. La ceremonia fue oficiada por "un amigo que se vistió de cura y en traje corto. Digno de ver.
Aunque ambos explican que "fue una boda más normal de lo que parece", con sus momentos emotivos, amigos y familia emocionados y hablando de esta preciosa pareja, también admiten que todos ellos se fueron diciendo que "jamás habían estado en una boda así".
Porque si creíamos que la locura solo se había producido en los festejos previos, estamos muy equivocados. Tras la ceremonia, aparte del DJ, la buena comida y bebida, Sara y Javi también contrataron a un tatuador y un peluquero que hacía crestas, por si alguien quería aprovechar el momento para cambiar de look.
Tras un par de meses de matrimonio, siguen igual de convencidos de su decisión. La pareja comparte el mismo estilo de vida, combinando su pasión por el motocross con sus trabajos habituales. En ese sentido, Sara explica que "dedicarnos a lo mismo ayuda mucho, porque cuando te sientes con la batería baja o agobiado, el otro te anima".
"Es imposible estar con alguien que no comparta este hobbie y esta forma de vivir", recalca Javi. Y es que entre su trabajo, los entrenos y la preparación de sus motos "el tiempo libre lo dedicas a esto y ninguna pareja va a entenderlo si no lo comparte", apunta. "Así nunca peleamos", añade Sara entre risas.