Televisión Española confirmaba hace un par de meses que el Grand Prix volverá a llenar las pantallas el próximo verano. El éxito de su regreso ha sido tal, que la pública quiere darle una segunda edición, con más duración y muchos más pueblos participantes. 

En el nuevo formato del programa tenía que tener una vuelta de tuerca. Sin la vaquilla, TVE introdujo una serie de personajes, como la creadora de contenido Cristinini y, como no, el gran Wilbur. Su papel de payaso acróbata se ha robado el corazón de los más pequeños con sus posturas increíbles, su tono de voz de 'motivado' y su particular forma de probar cada prueba. 

Pero mientras llega el Grand Prix a la tele, este simpático personaje está inmerso en su propio espectáculo: 'Piensa en Wilbur'. Un show cargado de acrobacias, humor y mucho riesgo. Wilbur pone a prueba su propio físico como solo él sabe hacerlo, mientras involucra a los asistentes con su ocurrencias. 

Detrás de Wilbur está Víctor Ortiz, un alicantino que pasó de ser gimnasta profesional, a trabajar en el Circo del Sol, para luego crear su propia compañía de humor. Él mismo reconoce que no sabe donde acaba Víctor y empieza Wilbur y viceversa. Wilbur es Víctor sin censura o eso le ha contado a EL ESPAÑOL Noticias de Castilla y León antes de su actuación el viernes, 2 de febrero, en el Teatro Ramos Carrión. Un lugar muy especial para él, ya que tiene raíces zamoranas.

Pregunta.- ‘Piensa en Wilbur’ ha pasado por más de 30 ciudades y lo han visto más de 25.000 personas solo el pasado año. Para los zamoranos que aún no conocen el show, ¿cómo es su espectáculo?

Respuesta.- A ver, es una amalgama de muchas cositas. Hay monólogo, acrobacias, humor, gimnasia, baile, canción... Hay muchísimas cosas. Están mezcladas todas las cositas que me gusta hacer. Y el resultado lo dirige un personaje, que es Wilbur, un payaso.

P.- pero ¿hay algún hilo conductor?

R.- Es el propio personaje que es muy loco. Es un loco haciendo locuras, aunque tiene su dramaturgia y su mensaje. 

P.- Detrás del terremoto llamado Wilbur hay una persona llamada Víctor, que parece mucho más calmado. ¿Cómo llega a ser este ‘motivado’? 

R.- El personaje es muy parecido a mí. Entre Víctor y Wilbur no hay mucha diferencia. Simplemente, es Víctor sin censura. Es un personaje muy excéntrico y muy loco, pero realmente no está tan distante de mí. Salvando las distancias, se parece bastante a mi mismo. Si estoy en fiesta, con colegas o en un momento así divertido, muchas veces sale Wilbur, sin yo ni entrarme. 

¿No hay un momento en el que se construye este personaje? ¿Siempre lo tuvo dentro?

R.- Creo que es una mezcla de las dos. Siempre ha estado dentro de mí, pero empecé a trabajarlo cuando lo descubrí. Yo me di cuenta y me dije "yo creo que hago un personaje". Entonces, empecé a elaborarlo y sobre todo a echarle horas de vuelo. Y ocurre que cuantas más horas, más natural parece el personaje, incluso con lo excéntrico.

"Digamos que el personaje es una mezcla de todo lo que a mí me gusta"

P.- ¿Y en qué momento se da cuenta de que ese personaje está ahí?

R.- Pues cuando empecé a actuar, a los dos años más o menos. Cuando lo reconocí empecé a trabajar un poquito esta línea y me sentí muy cómodo. Me gusta este personaje que es una especie de entrenador personal, un fantasma, un flipado, que no tiene tanta idea de las cosas como el cree. Todas estas cositas así de personaje fantasmilla. Estos que solo se creen ellos mismos su película. Siempre me ha gustado mucho. Este rollo así que queda como patético. A mí estos antihéroes siempre me han hecho mucha gracia. Y viéndome en vídeo y enlazando un poquito con todas las cosas que me han gustado de pequeño, como las películas de acción que he visto; de Arnold Schwarzenegger, de Stallone... Sumado a deje muy ochentero y mezclado con la naturaleza, donde yo vivo además, se forma este personaje cuyo vestuario es de montaña, me salió este 'clown' campestre. Digamos que el personaje es una mezcla de todo lo que a mí me gusta.

P.- Antes de los shows y la televisión, fue gimnasta profesional. ¿Cómo llegó hasta la gimnasia artística? ¿Qué le enseñó esa experiencia?

R.- Pues por el azar de la vida. Me apuntó mi padre porque le gustaba ese deporte. Él no lo había hecho; pero en la 'Mili' había visto unas anillas y un potro, antiquísimos. Y le gustaba la gimnasia sin haberla realizado. Un día se enteró de que había un club de gimnasia que llevaba muy poquito tiempo en Alicante, me apuntó; y tuve la suerte de que se me daba bien ese deporte. Comencé en las escuelas municipales y al año ya me metieron en el club, empecé a ir a campeonatos de provinciales, autonómicos, campeonatos de España, etc. 

P.- Tenías un don para esto.

R.- Bueno tenía bastantes facultades para ese deporte y tuve esa suerte. Luego he practicado muchos, porque me gusta el deporte muchísimo. Pero sí, en la gimnasia estuve desde los 7 hasta los 23 años. 

"Yo era el tonto de mi casa, el tonto del colegio, el tonto de gimnasio y el tonto allá donde yo fuera"

P.- ¿Por qué no continuó?

R.- Me lesioné el brazo y ya me estaba planteando dejarlo. Entonces con la rotura del brazo acabó de decidirme y me subió a los escenarios. Y al final, fíjate, acabé encontrando mi profesión. Otro azar de la vida. Conocí a una persona en el gimnasio que hacía circo y empecé con él. Pero, vamos, siempre había sido muy payaso. Yo era el tonto de mi casa, el tonto del colegio, el tonto de gimnasio y el tonto allá donde yo fuera. Entonces, lo que no sabía que podía dedicarme a ello. Que podía ser una profesión, y cuando vi la posibilidad y dije "¡ay, pues quiero hacer esto, claro que sí!". Y tuve la suerte otra vez de que se me daba bien. 

P.- ¿Qué le enseñó esa experiencia en la gimnasia?

R.- Pues lo que te enseña el deporte, valores muy importantes: disciplina y trabajo duro. El deporte te pone en tu sitio. Porque tú primero eres un flipado y cuando vas al primer campeonato dices "¡ay, hay gente mejor que yo! Hay gente muchísimo mejor que yo". Esto te hace hacer la toma de tierra y poner los pies en el suelo. Y te das cuenta de que esto hay que trabajarlo para tener resultados. Son unos valores que yo he visto que son fundamentales y los he llevado a mi trabajo. Antes de hacer actuaciones buenas tienes que hacer miles malas. Entonces, tienes que tener tu corazón preparado para ese fracaso. Sobreponerte y decir voy a montar otro show y voy a actuar y qué mal ha salido este. Pero al día siguiente pensar que seguro que sale mejor. Todos estos valores de sacrificio y esfuerzo a mí me los ha dado el deporte. Seguramente, si no hubiese hecho gimnasia a un nivel alto no hubiera dedicado esto. Igual al año y poco hubiera dicho "¡qué sufrimiento es esto de hacerlo tan mal!" y me hubiera buscado un trabajo normal. Estoy casi convencido. 

P.- Y de ahí al clown y al Circo del Sol. ¿Cómo llega a este espectáculo?

R.- Estuve muy poquito, solo unos meses. Y fui porque era un gimnasta retirado y prácticamente casi todos los acróbatas que acaban en el Circo del Sol son gimnastas, porque tienen unas cualidades físicas óptimas. Entonces, da igual que sean los aparatos que usan en gimnasia, allí los pueden adaptar físicamente al show. 

En mi caso, ocurrió que el equipo McLaren, que estaba Fernando Alonso en esa época, celebraba un evento privado en la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia. Y contrataron un espectáculo privado del Circo del Sol, porque Manolo y Paqui contratan para su boda a un payasito y estos que tienen mucho dinero, al Circo del Sol. Total que hicieron un castin y me cogieron. Estuve en tres o cuatro eventos privados. Lo que pasa que no estuve realmente dentro y yo tampoco esas ganas. No quería ser solo acróbata, quería hacer comedia. Así que me fui a Madrid, fundé una compañía pequeña y empecé a hacer yo las cosas, pero ya más enfocado en la comedia y el payaso. Prefería estar haciendo lo que quería hacer en una compañía chiquitita que estar en el Circo del Sol siendo acróbata. 

"Cuando me llamaron para el Grand Prix me comentaron un personaje que estaba hecho a medida para mí"

P.- El gran público le ha conocido especialmente por su participación este verano en regreso del ‘Gran Prix’. ¿Cómo le surge esta oportunidad?

R.- Por redes. Aunque uno de los directores también me conocía del programa 'Un país para reírlo', presentado por Goyo Jiménez, y con el que había colaborado. Cuando me llamaron para el Grand Prix me comentaron un personaje que estaba hecho a medida para mí. Se les había ocurrido que alguien hiciera unas pequeñas comedias con las pruebas, tuviese ciertos movimientos acrobáticos y también que fuera cómico. Hay muchos cómicos, muchos acróbatas, pero un cómico acróbata, que haga acróbatas y volteretas, pues hay menos. No hice ni castin. Cuando me llamaron fue como "esto o lo haces tú o no metemos este personaje". Fue casi a medida

P.- ¿Cómo fue esta experiencia del Grand Prix?

R.- Ha sido fantástica y volveré a repetir en esta nueva edición. La tele es diferente al teatro, pero había muy buen rollo con Ramontxu. Ha sido muy guay, pero es verdad que va a un ritmo muy rápido. Yo estoy muy acostumbrado a hacer un show de una hora y media, donde a la gente le da tiempo a conocerte y tal. Y es que en la tele va todo a la prisa. Es un falso directo, pero no deja de ser un directo, con las pruebas, grandes montajes, donde como mucho se para media hora para colocarlo. Pero aún así es una buenísima experiencia y he hecho muy buenas migas con Ramontxu, que ha venido a verme a mis espectáculos. 

P.- ¿Se esperaba el recibimiento que ha tenido su personaje?

R.- Ha tenido muy buena acogida, sobre todo con el público infantil. Creo que se había perdido esa figura del payaso en televisión, de un personaje en carne y hueso para los niños. Para un niño mi personaje es la caña. Con la cinta en el pelo, los andares, los saltos, la forma de hablar... Pensarán "a este le faltan dos golpes de microondas" y les fascina. Creo que si Wilbur no estuviera en el próximo Grand Prix no querrían verlo, se enfadarían porque no estuviera. Dirían "ya no se ve el Grand Prix". 

P.- Una parte del show precisamente es que tu mismo hagas las pruebas. ¿Son tan difíciles como parecen?

R.- Todas son complicadas, sí. Están diseñadas para que el espectador se ría y para que los concursantes se caigan. Está todo controlado y con mucha seguridad, pero se dan unos piñazos del copón. Si para mí que soy profesional, se me hacen complicadas para no caerme. Pero es que se caería hasta el campeón del mundo de gimnasia. Y las que son más sencillas les atan los pies, le ponen un traje de sumo o les tapan los ojos.

P.- En su espectáculo tiene tres amigos inseparables: Contractura, Tirón y Desgarro. ¿Ha sufrido muchas lesiones?

R.- No, la verdad es que no. Es un deporte de riesgo y algún dedo me he roto, pero es lo normal. A mí me hace gracia decir eso porque ya tengo 42 años y tengo que cuidarme más. Tras el show, a veces, siento que tengo algún dolorcillo, que se me ha olvidado estirar o enfriar y llegan estos amigos. Son los achaques que uno tiene con la edad y claro, yo estoy ahí muy en el borde. Me pego, me caigo al suelo, me hago mis acrobacias y tal, y eso puede pasar factura.

P.- También hace participar al público, concretamente a los niños. ¿Es difícil ganárselos y que vayan a favor? 

R.- Estoy muy acostumbrado porque siempre he trabajado con público infantil y familiar. Es verdad que también he trabajado seis años en un cabaré en Madrid, y funcionaba muy bien, pero yo nunca he cambiado nada. Me refiero que aunque a veces venga el 90% de público adulto, yo no cambio nada. Y la gente sale contenta. Tras el Grand Prix vienen muchos más niños al show y yo estoy encantado. Empiezo a sacarlos al escenario, encanta jugar mucho con este niño especial y ver qué va a decir. Me encuentro muy cómodo.

"Dejo que el timón muchísimas veces sea el niño en el escenario y yo le sigo. Y salen maravillas al final"

P.- ¿Pueden ser los niños el público más complicado de manejar?

R.- A mí siempre me van a favor. Me encanta esa espontaneidad que no sabes cómo te van a sorprender. Me resulta mucho más suculento que un adulto. Porque un adulto es más plano. Luego crecemos y somos todos iguales. El niño siempre sorprende y yo les dejo. Siempre les hablo como a colegas, lo fácil sería meterme con ellos o tratarlos con condescendencia, pero yo me pongo de su lado. Me encuentro muy a gusto. O Wilbur se encuentra muy a gusto en esa frecuencia. Dejo que el timón muchísimas veces sea el niño en el escenario y yo le sigo. Y salen maravillas al final. 

P.- ¿Qué le decimos a los zamoranos para que se animen a ir al Teatro Ramos Carrión el próximo viernes?

R.- Pues que se agarre toda la familia y se venga. Wilbur se lo pone fácil. No hay un mejor plan para ese día. Primero porque no tienes que estar pensando dónde dejar a los niños y segundo porque no tendrás que comerte un tostón que solo les interese a ellos. Es un plan familiar para luego comentar las mejores jugadas en casa. Y para quien no tiene familia y quiere ir con su pareja, también es perfecto, porque hay un montón de gente adulta que viene y se lo pasa en grande. 

P.- Para terminar, ¿conoce Zamora?

R.- He estado alguna vez actuando y mi madre es de Aspariegos. Así que Wilbur tiene un 50% de Zamora. Aunque sea solo por eso tenéis que venir.