Una cooperativa agrícola de San Cristóbal de Aliste, del municipio de San Vitero, en la provincia de Zamora, formada por quince productores, perdió, al menos, 85.000 plantas de tomate, destruidas por el pedrisco caído ayer. El granizo caído a última hora de la tarde afectó, al menos, a seis kilómetros cuadrados del municipio, especialmente en San Vitero y en San Cristóbal. El resto de pedanías, concretamente, El Poyo, San Juan del Rebollar y Villarino de Cebal, localidades que se vieron afectadas por fuertes lluvias y vientos pero en las que no hubo pedrisco.
"Cayó de tal forma que se formó una capa de una cuarta de granizo, incluso junto al arroyo. A las ocho menos cuarto de esta mañana, el termómetro marcaba 17 grados, pero no impidió que se formara un bloque compacto, que sigue, en gran parte, en las calles, en las fincas y en las huertas", describió, en declaraciones a la agencian ICAL, la alcaldesa de San Vitero, Laura Vanesa Mezquita.
"Estamos considerando la posibilidad de pedir la declaración de zona catastrófica. Se ven afectadas todas las explotaciones de la cooperativa en esta zona y eso afecta a unas 50 personas que se dedican a producir tomate de Aliste. Es una pérdida económica tremenda y, para bastante gente, es una parte importante de su renta", aseguró.
Rebeca Lázaro, una de las productoras afectadas de la cooperativa Campo Aliste, describió su explotación como "una mezcla de barro y plástico", después de la caída del granizo de grueso calibre. "No se aprecia en la superficie nada más que hojas en el suelo. No se ha salvado nada. Planté hace un mes y medio y había plantas de unos quince centímetros, que empezaban a florecer y, ahora, están todas por el suelo", lamentó.
"Teníamos tomate azul, tomate rosa, tomate pata negra, que se llama… No sabemos qué vamos a hacer. Estamos intentando asumirlo. Están los seguros, pero son muchas horas de trabajo, mucha gente implicada y nuestro empeño. Preparas una parte del año para trabajar la otra parte", explicó.
La posibilidad de replantar se antoja complicada, ya que habría que conseguir miles y miles de plántulas y, en el mejor de los casos, se habrían perdido dos meses en el proceso, como mínimo, sin contar con las consecuencias para los clientes que esperan un producto de calidad suprema en tiempo y forma.