El lobo ha vuelto a atacar en la provincia de Zamora. En esta ocasión lo ha hecho a plena luz del día y en una zona cercana a una carretera que en estas fechas de verano tiene más tránsito de vehículos.
Cuatro ovejas muertas y una desaparecida, eso es lo que ha perdido Jesús Pintado, un ganadero de Gáname, que en la mañana de ayer, sacó a su ganado a una zona vallada que posee a escasos dos kilómetros del pueblo, y que al poco tiempo se encontró con esta situación. "Cuando los buitres están sobre los animales, algo malo ha pasado".
Este ataque es el segundo que sufre este verano, el pasado 27 de junio, también sufrió otro ataque de lobo en la misma zona. Jesús denuncia que ante estas situaciones "como nadie hace nada, nos tendremos que ir de allí". Afirma que ya no es la pérdida lo que más molesta, porque "pagan más por cabeza ahora, que hace unos años", sino la "intranquilidad" de no saber lo que va a pasar con tu negocio. "El malestar no se paga con dinero" agrega.
Además, asegura que "las administraciones valoran más a un animal salvaje que a una comarca que vive de la ganadería". Esto provocaría que en una profesión donde cada vez hay menos gente, termine desapareciendo, y solo puedan dedicarse a la ganadería intensiva, que señala "es mucho más sacrificada".
Jesús destaca las pocas ayudas que ofrecen para evitar esto ataques que van a provocar que se acabe con la "ganadería extensiva y con los pueblos". Ya que la comarca de Sayago vive en su mayoría de este tipo de ganadería, "y se la están cargando".
Sostiene que con estos ataques "se están cargando la comarca", ya que somos los ganaderos los que "pagamos para que el ganado" limpie el monte y no se está valorando. Por eso, si cambiamos la ganadería extensiva, para evitar los ataques de lobo, al final el campo quedará "libre para los animales salvajes y el fuego".
Jesús subraya que el problema de estos ataques no es el dinero, sino que se acabe con una profesión, "a la que no se protege" que da de comer a muchas familias. Asimismo, destaca que hay poco compañerismo entre ganaderos, ya que hay algunas personas que no avisan para "dar la voz de alarma", cuando el lobo ha atacado a su ganado.