Cambiar el lugar de residencia, mudarte a otra ciudad por trabajo, aunque complejo, muchas veces es necesario. Aunque son muchos los que toman su decisión al contrario, dejar la gran ciudad para volver a las raíces.
Un cambio en la vida que es esencial para avanzar, poder luchar por los sueños personales, y poder alcanzarlos con mucho trabajo.
Una decisión que en plena pandemia tuvo que tomar Ruth Fonseca, quien desde los 14 años lleva dedicada al mundo del flamenco, cuando comenzó a acudir a clases, junto a una amiga, en una academia de Salamanca, "por casualidad".
Tras años formándose en Salamanca, decide avanzar en su vida, y se traslada a Madrid donde continúa aprendiendo sobre todo lo que rodea a este mundo, tal y como expresa, "es allí donde aprendí lo que es flamenco de verdad".
En su afán por continuar bailando y aprendiendo todo lo que hay alrededor del asombroso arte del flamenco, se trasladó a Sevilla, cuando se enteró de que la familia de los Farrucos, daban clase en la capital hispalense.
Hasta allí se trasladó para probar una "maravillosa experiencia", de la que guarda "grandes recuerdos". Además, fue el lugar donde pudo experimentar como "me sentía cuando bailaba", una sensación que aún no ha perdido.
Después de pasar un tiempo en Sevilla, se volvió a Madrid, donde pudo aprender de algunos de los mejores profesionales del mundo del flamenco, de los que aprendió mucho más sobre lo que es "el flamenco de verdad".
Aunque en su época en Madrid, no pudo dedicarse todo lo que hubiera querido al baile, ya que a nivel económico, no tenía una estabilidad, por lo que tuvo que compaginarlo con trabajos totalmente distintos.
Como a muchas otras personas la pandemia hizo un punto de inflexión en su vida laboral, por lo que llegado el momento, y animada por si familia, decidió volver a Fuentesaúco, donde su familia regenta una carpintería metálica.
Con ello, Ruth volvió a sus raíces, el lugar que la vio nacer como bailaora flamenca, en su actual oficina, ella se pasaba horas practicando, y aún hoy, conserva diferentes elementos que usaba en su día a día.
Entre sus planes de futuro, le gustaría poder hacer varios bolos por distintas localidades. Un espectáculo junto con a compañeros cantaores y músicos que puedan llevar el arte del flamenco a diferentes localidades.
Pero, ese proyecto actualmente está parado, ya que dedica todo su tiempo a su hijo de poco más de un año, por lo que el baile, ha quedado de lado en su día a día. Además del cuidado de su hijo, lleva la administración de la empresa familiar.
Ruth destaca que "me gustaría volver a retomar el baile y volver a practicar", pero antes de hacerlo a nivel profesional, "tengo que ponerme en forma de nuevo y entrenar mucho".
Esta zamorana comenzó su andadura en el mundo del baile, algo complicado para una persona introvertida, pero con mucha práctica, esfuerzo y dedicación, ha sido capaz de transmitir lo que siente cuando baila, algo que resalta orgullosa "encima del escenario me transformo".
Un ejemplo de superación que demuestra que con esfuerzo los sueños pueden alcanzarse, y no hay nada imposible en la vida, "solo hay que perseguir los sueños, para lograrlos".