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Zamora es un momento de calma, bajar el ritmo, frenar las locuras cotidianas. Una ciudad bella, donde encuentras sosiego y recuperas los placeres de la lentitud o incluso consigues reconquistar la espiritualidad… placeres de una naturaleza diferente.

Aquí hay momentos de plenitud, de sonrisas en espacios singulares creados durante siglos, experiencias casi olvidadas de sentirse integrado en la historia humana y en la naturaleza, en el paisaje cultural.

Es un destino único, es una ciudad puramente románica con sus espacios sacrales que te transmiten algo… una sensación enigmática un … no sé qué. Y también un bello ritmo en sus calles, sus plazas, las pequeñas tiendas y bares que te invitan a observar con sosiego cómo está pasando el tiempo.

Escribir los pensamientos

Esta ciudad ofrece una amplia experiencia espiritual, una experiencia de desconexión, con la serenidad que transmite por ejemplo cada una de las iglesias románicas, templos que reflejan la profunda historia medieval, el origen de la ciudad, verdaderamente románica.

Los espacios sacrales te hablan mediante su silencio y su arquitectura directa y humana. Este estado de ataraxia también se encuentra en el silencio de la noche que solo se rompe con el sonido de las tranquilas aguas del Duero, y las sonatinas que emiten los animales que, al oscurecer, salen de sus escondites en las riberas del río.

Una ciudad que nada más poner un pie en ella transmite sosiego y relajamiento, calles llenas de espacios tradicionales y bellos monumentos que te cautivan e hipnotizan.

Una ciudad para curiosos que quieren descubrir algo nuevo y diferente… Sí, Zamora es tu vecina desconocida.

Una ciudad segura, acogedora y abierta a la experiencia de los visitantes, un lugar con ambiente y joyas en sus museos que solo hay que descubrir: enormes tapices sobre la Guerra de Troya, el Tesoro de Arrabalde, los pasos grandes y teatrales de la Semana Santa, esas extrañas caras y figuras de las fachadas y capiteles de las iglesias románicas.

Una barca por el río Duero

Y si te gustan estos demonios, Zamora tiene más de 20 iglesias románicas.

Después de pasearte por la ciudad, con aire limpio y mucho espacio, alguien te prepara una pequeña mesa, y picas algo y tomas un vino… casi como en casa, pero descubriendo el placer de lo casero en otro lugar, en una ciudad como Zamora, donde puedes hacer precisamente estas cosas…

La joya arquitectónica de la ciudad es la Catedral, un templo de la transición del románico al gótico, una arquitectura vanguardista en su tiempo cuyos maestros de obra venían de Europa.

Junto a ella, se encuentran los jardines del Castillo, un lugar tranquilo donde relajarse y poder apreciar las esculturas del artista Baltasar Lobo que brillan en los últimos rayos de sol de la tarde.

El Castillo ofrece una de las vistas más impresionantes de la Catedral, aunque no la única, recorrerlo y apreciar la historia de esta fortaleza que ha sufrido tantas batallas y asedios.

Visita a una iglesia románica de Zamora

Y cuando cruzas a la margen izquierda del río, podrás disfrutar de la más bella vista de Zamora, ese emplazamiento defensivo que se erigía sobre el Duero, frontera entre cristianos y moros y lugar de intercambio cultural.

Una ciudad que también cuenta con bellos corredores de naturaleza en sus zonas ribereñas e islas, en su parque de Valorio, un pequeño bosque anexo a la ciudad donde poder pasear y observar la riqueza de aves, mariposas e insectos, que se ha convertido en los últimos años en un destino importante del pajareo urbano. Puedes, en fin, dejar tu mente en blanco, o disfrutar de una rica merienda.

Zamora es también un destino donde todo lo tienes a tu alcance, tanto si la recorres a pie o en bicicleta es una experiencia que guardarás en tu memoria, dentro de ti, para volver sin duda algún día.