El joven de 18 años y nacionalidad argentina E.A.G, acusado de tratar de asesinar a cuchilladas al novio de su madre en enero de 2019, ha alegado que aquella noche se "emparanoió" debido al consumo de drogas y
al creer que la víctima estaba agrediendo a su madre. "¡Solo intenté asustarle y en ningún momento traté de quitarle la vida!", ha sostenido el encausado.
Pese a ello, la fiscal del caso y la acusación particular han mantenido la calificación de tentativa de asesinato. Así, la primera ha rebajado de 12 a 10 años la petición de cárcel--aplica la atenuante de drogadicción-- mientras que la acusación particular ha mantenido su solicitud de 14 años, frente a los cinco años pedidos por el defensor por tentativa de homicidio, con las atenuantes de abuso de sustancias, arrepentimiento, trastorno antisocial y falta de madurez.
Los hechos se produjeron la noche del 7 de enero de 2019 en el domicilio que el joven compartía en la calle Joaquín Velasco Martín de Valladolid con su madre y el compañero sentimental de ésta, un hombre de origen marroquí, T.H.F, con quien el acusado, según ha reconocido, mantenía una "relación fatal" y al que no aceptaba como padrastro "porque en su cultura tratan muy mal a las mujeres".
En ese contexto, E.A.G, en declaraciones recogidas por Europa Press, ha relatado que las discusiones entre ambos eran frecuentes cada vez que la víctima aparecía por el piso aquellas veces en las que su trabajo como empresario del sector de la construcción, con cinco trabajadores a su cargo, le daba unos días de respiro para pasarlos con su madre.
La noche de autos, el joven sostiene que llegó de la calle tras haber consumido droga y se encerró en su habitación para no coincidir con T.H.F. Fue entonces cuando comenzó a oír golpes en la pared y se fue directo a la cocina a coger lo primero que pilló, en referencia a un cuchillo, ya que se "emparonoió" al creer que el marroquí estaba pegando a su madre.
Al encontrarse en el pasillo con la víctima, el acusado recuerda que tuvieron un intercambio de reproches. "Él es el doble que yo y me soltó un tortazo", ha asegurado E.A.G, quien acto seguido, con la única pretensión de defenderse "y sin intención de quitarle la vida", sacó el cuchillo de cocina que portaba y acometió al novio de su madre ya dentro del baño, sin saber dónde le dio ni el alcance de las lesiones.
Ni siquiera recuerda la intermediación de su madre, que acudió presta al oír la refriega, le empujó y evitó males mayores. El joven huyó de la vivienda y tras llamar por teléfono a su madre y ser informado de la situación acabó por entregarse voluntariamente.
En su declaración, el acusado ha relatado cómo llegó a Valladolid procedente de Argentina con 14 años y los otros cuatro que ha pasado entrando y saliendo de distintos correccionales--Los Manzanos, Los Perales y el Zambrana--por la comisión de distintos delitos contra el patrimonio, periodo en el que protagonizó también numerosas fugas de dichos centros. De hecho, la noche de autos se hallaba en situación de libertad vigilada.
Denunciado por su propia madre
Sin ningún tipo de estudios y dedicado la mayor parte del tiempo a juntarse en la calle con "latinos" a los que conoció en el Zambrana, con los que consumía todo tipo de sustancias y alcohol que se sufragaba robando, E.A.G. también llegó a ser denunciado por su propia madre por agredirla, episodio que no casa bien con el reproche realizado al lesionado respecto a que la cultura de éste se caracteriza por el maltrato hacia la mujer.
El aludido, T.H.F, ha negado haber golpeado al joven aquella noche y ha asegurado que tras el intercambio de reproches entre ambos, a causa del destrozo de una puerta y un televisor protagonizado por E.A.G, fue acometido por el encausado de forma sorpresiva ya que "venía preparado" a por él.
"Sacó un cuchillo, me lo clavó en la boca, luego me lo clavó en el abdomen y sin sacarlo volvió a empujarlo hacia adentro. Me quedó sentado entre la pared y el inodoro y entonces me quiso apuñalar en el cuello pero recibí otra cuchillada al interponer mi brazo", ha relatado el lesionado, para quien la intención de su oponente no ofrecía ninguna duda: "¡Es un intento de asesinato!".
La víctima pidió auxilio a gritos y fue su novia y madre de su agresor la que le quitó de encima a éste. "Si no llega su madre me mata", insiste T.H.F, quien recuerda también claramente el reproche que su agresor dirigió a la madre: "¡Suéltame la mano que le quiero matar!".
El herido, que salió corriendo a la calle donde fue finalmente auxiliado de las gravísimas lesiones sufridas, ha reconocido la conflictividad del joven, que incluso había pegado a su madre, pero ha apuntado que él siempre trató de no interponerse para evitar que la situación entre él y E.A.G. se enrareciera aún más.
De hecho, ha incidido que había ofrecido a su agresor un puesto de trabajo en su empresa de construcción, una mercantil que a raíz de lo ocurrido había perdido muchas obras debido a su larga convalecencia a causa de las graves lesiones recibidas, con hasta cuatro perforaciones intestinales de las que había salido vivo gracias a su fortaleza física.
La madre del acusado, al que ha definido como una persona "violenta", ha declarado que aquella noche se acababa de duchar y que al acudir a su habitación para vestirse oyó voces y un forcejeo.
Al acudir al baño, sin percatarse aún de la sangre, encontró a su hijo sobre su novio y dio un empujón al primero. "¿Qué hiciste?", recuerda que interpeló a su hijo, aunque la madre no recuerda que éste dijera que tuviera intención de matar a la víctima, contrariamente a lo que sí indicó en su día en el juzgado.
La progenitora mantuvo horas después una conversación telefónica con su vástago, después de que éste saliera huyendo del domicilio, en la que E.A.G. reconoció que había arrojado el cuchillo al río.
Las acusaciones, amén de las penas de cárcel pedidas para el joven, solicitan las correspondientes indemnizaciones. Así, la fiscal del caso interesa que el procesado indemnice a la víctima con 6.839 euros por las lesiones, otros 3.000 por el perjuicio estético causado y con otros 2.482 al Sacyl por la asistencia dispensada al lesionado.
La acusación particular, por su parte, pide 6.839,00 euros por las lesiones causadas, otros 3.000,00 euros por perjuicios estéticos y 6.000 euros más por los perjuicios económicos ocasionados a la víctima al no poder trabajar, tener que abandonar obras ya contratadas y no haber podido contratar "nuevas", junto con otros 2.482,75 euros al Sacyl.