Hoy, 22 de marzo, se celebra el Día Mundial del Agua, una jornada para reflexionar sobre la importancia que este recurso natural tiene para la vida. La escasez de agua afecta actualmente a más del 40% de la población mundial y se prevé que este porcentaje aumente en el futuro. Motivos más que suficientes para darnos cuenta de su valor y de la necesidad de trabajar juntos para evitar que se malgaste ni una sola gota de agua.
La preocupación sobre la evolución de los recursos hídricos es evidente, especialmente si tenemos en cuenta que los expertos vaticinan una mayor frecuencia de fenómenos extremos como sequías e inundaciones, que van a tener su incidencia también en la cuenca del Duero. De hecho, estudios propios de la Confederación Hidrográfica del Duero apuntan a una reducción de las aportaciones en torno al 11%, más acusada en la zona sur y este de la cuenca para los próximos años.
El agua es un motor fundamental de desarrollo de nuestro territorio. Por eso, es imprescindible aplicar en su gestión medidas eficaces y eficientes, que sean incorporadas y estén previstas en la planificación hidrológica. Sólo de esta forma se podrán atender las demandas de agua presentes y futuras bajo criterios de sostenibilidad, equilibrio, solidaridad y desarrollo.
El lema de este 2020: Agua y cambio climático, nos vincula directamente a un fenómeno global y, por supuesto, a la búsqueda de soluciones consensuadas para garantizar una gestión sostenible del recurso. Una estrategia plasmada en los planes hidrológicos que las confederaciones hidrográficas están actualizando, dentro del tercer ciclo de planificación. Un proceso que persigue una participación activa por parte de todos los usuarios y de la sociedad en general, y que busca concitar el mayor consenso posible.
El agua es vida, por eso, uno de los grandes desafíos en este momento es avanzar en una gestión del recurso que tenga en cuenta todos estos aspectos y sea capaz de garantizar un desarrollo sostenible, tal y como se plasma en la Agenda 2030.
La realidad en este momento es que el cambio climático está reduciendo la previsibilidad de la disponibilidad del agua y está afectando también a su calidad. Un hecho incuestionable en una cuenca donde la sobreexplotación de los acuíferos supone uno de los principales retos a los que debemos hacer frente, junto a una adecuada depuración de las aguas, la reducción de la contaminación difusa, la sostenibilidad del regadío, la eliminación de obstáculos que dificultan la normal circulación de las aguas o la sensibilización sobre los riesgos de inundación, episodios cada vez más frecuentes.
La Confederación Hidrográfica del Duero trabaja y lidera actualmente varios proyectos innovadores en la búsqueda de soluciones sostenibles que pongan en valor nuestros ecosistemas naturales y, sobre todo, aboga por mantenerlos y salvaguardarlos para garantizar a todos los usuarios la disponibilidad del recurso.
Un trabajo que debe complementarse con pequeños y grandes gestos por parte de toda la sociedad que contribuyan en la preservación de un recurso valioso y escaso.
El agua es un bien público, como lo es la responsabilidad sobre un buen uso de este recurso indispensable para el desarrollo económico, medio ambiental y social.