Álvaro Gacho, natural de Zamora, es un químico investigador de la Universidad de Salamanca y escritor que ha participado en la iniciativa de la editorial Babidi Bú de crear un relato futurista bajo el título ‘¿Abuelit@, qué pasó en marzo de 2020 en España?’.
“Me pareció una iniciativa preciosa, pues querían transmitir un mensaje de esperanza: ¡Un final muy feliz!” explica este zamorano que ya ha publicado su microrrelato. La idea del relato es ponerse en la situación de cómo contaríamos mediante un cuento esta situación a nuestros nietos.
"Es verdad que estamos en una situación muy difícil, pero debemos intentar sacar algo bueno de ella. Estoy seguro de que cuando todo esto pase, habremos aprendido y seremos mejores", resalta.
"Mi relato, como se expresa en la última frase, trata de enseñar que no debemos esperar a que estemos en situaciones extremas para apreciar lo que tenemos en el día a día, y en especial, a las personas que tenemos más cerca. Como investigador, soy consciente de la gravedad de la situación en la que estamos, sin embargo, como persona estoy cansado de escuchar malas noticias y esta iniciativa me parece maravillosa.
Me ha hecho recapacitar en que es lo que quiero sacar de bueno de esta cuarentena. Además, creo que puede ser de mucha ayuda para todos los padres que traten de explicar que es lo que sucede a sus hijos" explica Álvaro.
Este es el relato de Álvaro Gacho:
Abuelita, ¿qué pasó en marzo de 2020 en España?
En los años 20, un virus sacudió el mundo, se extendió por todas las ciudades y pueblos, y para combatirlo nos tuvimos que quedar en nuestras casas. Parece sencillo, ¿no?... Pues aquello resultó difícil, pues con una vida tan acelerada que teníamos, nos costó pararnos y recordar lo que era hablarnos y querernos. Un día, limpiando la casa, encontré una muñeca de trapo en una vieja caja. La muñeca tenía un vestido viejo y las costuras maltrechas por el paso de los años. Pero me apiadé de ella y la rescaté. Cuando estaba totalmente arreglada, la pequeña marioneta comenzó a hablar y a contarme que había esperado años para encontrar a alguien que la quisiera. Hablé con ella toda la noche sobre unas y otras aventuras, y no quedó ahí la cosa, durante todo el tiempo que estuve en casa me hizo compañía y forjamos una gran amistad. Con el paso del tiempo, la muñeca pasó a formar parte de la familia hasta el día de hoy. Ahora te la entrego a ti, mi querida nieta, para que os cuidéis la una a la otra como ella me cuidó, y, recuerda, no esperes a que se pare el mundo para comenzar a apreciar a aquellos que están contigo.