Marga es limpiadora en un centro de salud de Zamora, una de las ‘imprescindibles’ en la cadena sanitaria y que, como el resto de sus compañeras, está viviendo uno de los momentos más complicados a nivel laboral de su vida.
Marga nos cuenta su día a día en tiempos del coronavirus, dentro de un gremio que históricamente no ha estado valorado como se merece y ha tenido gran invisibilidad, pero es que “detrás de los médicos y enfermeras, nosotras también somos importantes en la cadena, ellos no podrían desempeñar su trabajo sin que nosotras previamente hubiéramos realizado el nuestro”.
“Hay gente que todavía es algo clasista, cada vez menos porque normalmente son más los que te valoran y los que te tratan de tú a tú, pero en ocasiones sigues siendo ‘la que limpia’”, algo que asegura, no solamente ocurre en los centros de salud.
Pero “somos parte fundamental de la cadena y se nos está empezando a valorar”. En las últimas semanas este hecho todavía se ha hecho más visible, cosa que les ha levantado mucho más la moral porque “que te valoren más se agradece, pues no hacemos un trabajo limpio”.
Y también está la otra parte, su exposición y riesgo frente al coronavirus: “Vas a trabajar con miedo, pero el miedo no es por contagiarte tú, sino por contagiar a los demás y es que aunque procures la máxima distancia con la gente y llevar a cabo todas las medidas, en el trabajo es difícil. Es nuestro trabajo estar ahí y tomamos todas las precauciones, pero no puedes saber dónde está el virus”.
Ellas realizan un trabajo complicado: limpian antes, durante y después de que haya un posible paciente con coronavirus y en los centros de salud ya no llevan los EPIS iniciales, ahora, cuenta Marga, no tienen calzas, las gafas las tienen que desinfectar continuamente porque no tienen más, llevan doble mascarilla, la cónica con filtro de carbono y una segunda de tela, pues las de filtro tienen que reutilizarlas al no haber suficientes, mientras que las de tela las desechan después de cada jornada.
Además, desde el viernes utilizan unas batas de plástico que han fabricado en una industria textil ubicada en Coreses y que después de cada jornada también tienen que desinfectar con agua y lejía para dejarlas listas para el día siguiente.
Ellas sí son muy imprescindibles, ya no son invisibles y merecen el respeto y el apoyo de la sociedad. Un aplauso por vosotras.