La crisis sanitaria que vive el país por la pandemia del coronavirus impedirá practicar este año una de las tradiciones de la Semana Santa de Castilla y León, el juego de las chapas, que en 2019 fue autorizado en un total de 119 establecimientos de la Comunidad, la mayor parte de ellos ubicados en la provincia de Valladolid, con 37 licencias, seguida de León, con 34; Palencia, con 28; Burgos y Segovia, con ocho, y Zamora, con cuatro.
En concreto y según consta en el decreto que regula esta práctica, el juego de las chapas sólo puede ser autorizado para su práctica durante el Jueves, Viernes y Sábado de la Semana Santa de cada año, si bien esta tradición ha quedado en suspenso este año ya que todos los establecimientos hosteleros están cerrados en aplicación del citado estado de alarma.
Según han informado a Europa Press fuentes de la Consejería de Presidencia, la Junta regula el juego de las chapas desde el año 2003, cuando concedió un total de 172 autorizaciones. El mayor número de licencias corresponde al año 2010, con 180, mientras que el año siguiente sólo se autorizó el juego en 169 establecimientos, con 170 en 2012, 173 en 2013, 173 en 2014, 152 en 2015, 146 en 2016, 134 en 2017 y 126 en 2018.
En total, la Consejería de la Presidencia ha concedido 2.702 licencias para jugar a las chapas durante el Jueves, Viernes y Sábado de la Semana Santa cuando numerosas localidades de la Comunidad, principalmente de las provincias de León, con 886 autorizaciones desde 2003; Valladolid, con 855, y Palencia, con 576, recuperan un juego que recuerda el momento en el que los soldados romanos se jugaron la Túnica Sagrada de Jesucristo a cara o cruz (también conocido como lis).
El juego de las chapas estuvo prohibido durante la dictadura del General Franco aunque se siguió celebrando de forma clandestina, sobre todo en Jueves y Viernes Santo. Además, hay leyendas populares que hablan de partidas en las que se apostaron grandes sumas de dinero, propiedades e incluso la mujer o la hija.
En cuanto a la tradición, el evangelio de San Juan explica que cuando los soldados se repartían la ropa de los crucificados y la echaban a suertes en lotes dejaban aparte la túnica porque estaba tejida de una sola pieza y sin costuras (no cosida o inconsútil). Las monedas con las que se juegan son dos 'perras gordas', que era la moneda de 10 céntimos de la época de Alfonso XIII, en cuyo reverso se traza, normalmente pintada, una cruz o aspa.
Este juego de azar, totalmente regulado en la actualidad con prohibición de cualquier apuesta que no sea dinero en metálico --el decreto prohíbe expresamente efectuar apuestas sobre animales, bienes muebles o inmuebles o sobre su correspondiente valor económico-- consiste en lanzar dos monedas al aire con la posibilidad de que salgan dos caras o dos cruces, que es lo que genera las apuestas ya que si salen cara y cruz no gana nadie y se repite la jugada.
El lugar en el que se desarrolla el juego es conocido como el 'corro' ya que los jugadores se suelen colocar en círculo para rodear al lanzador de las monedas. Todo el proceso está organizado por el 'baratero' que, además de lanzar las monedas al aire para saber quién inicia el juego, se encarga de animar las apuestas y de cuidar el orden de la timba y el pago de las apuestas, de las que percibe un porcentaje.
Tras colocar las chapas cruz con cruz, las monedas se lanzan al aire lo más vertical y horizontalmente posible --si hay techo y las monedas lo tocan queda anulado el lanzamiento--. Si al caer al suelo salen caras ganan los que hayan apostado a caras y si salen cruces los que hayan apostado a esta posibilidad.
Según las normas de este popular juego, puede ocurrir que cuando las monedas están en el aire algún apostante quiera anular la tirada para lo que tiene que decir 'barajo' para que el 'baratero' anule la apuesta de este jugador.
El jugador que inicia la apuesta suele jugar contra el resto, que es la banca, y siempre debe elegir caras y seguir tirando hasta que falle para pasar entonces el turno a otro apostante de signo distinto. No hay límite de dinero ni de tiempo.
Entre los aspectos llamativos de este juego de azar es que los importes de las apuestas se depositan en el suelo por lo que es habitual ver acumuladas grandes sumas de dinero. Además, en algunos corros se permiten las apuestas 'por fuera', es decir apuestas entre jugadores que pueden estar o no en el 'corro' lo que puede provocar algunos problemas o disputas ya que el 'baratero' no recibe un tanto por ciento de ellas.