La declaración del Estado de Alarma, el pasado 14 de marzo, y las estrictas medidas de confinamiento, necesarias para combatir al virus COVID19, han tenido repercusiones alarmantes en las personas que ya se encontraban antes de la crisis sanitaria, en situación de riesgo y exclusión social.
La imposibilidad de salir a la calle y la paralización de la economía ha incentivado la precariedad en nuestro país. Es por todo ello que desde Cáritas Diocesana de Zamora se duplican los esfuerzos, a través del programa de acogida y atención primaria, para atender a todas las personas que han llegado a la entidad en busca de ayuda mediante tarjetas de alimentación, pago de suministros, ayudas de alquiler, alimentación e higiene infantil o productos de farmacia.
LA AYUDA EN DATOS
En Cáritas Diocesana de Zamora se ha apoyado a 1.293 personas y a 457 familias desde el día 15 de marzo de 2020. Estos datos revelan un claro repunte de personas en situación de vulnerabilidad a las que la entidad ha dado repuesta a través del programa de acogida y atención primaria. Antes de la crisis sanitaria el promedio de ayudas por mes se situaba en las siguientes cifras; 300 familias y 845 personas. Estas intervenciones han supuesto un aumento en torno a 30.000 euros en las partidas presupuestarias, a mayores de lo que la entidad destina habitualmente al programa de acogida y atención primaria.
Los sectores más intensivos de mano de obra como el comercio, la hostelería o la construcción, junto con el agrícola, son los ámbitos en los que habitualmente se mueve la mayoría de las ofertas de trabajo en la provincia de Zamora por lo que la elevada destrucción de empleo en estos sectores en marzo y abril ha supuesto que numerosas familias pierdan toda fuente de ingresos. Por otro lado, el parón económico y el confinamiento también han tenido repercusiones en las actividades formativas interrumpiendo la profesionalización de muchas personas.
Además, las personas que disponían de ingresos de venta ambulante, realizando trabajos precarios o de economía sumergida como recogida de chatarra y reparaciones esporádicas, se han encontrado sin posibilidad de ejercer estas actividades y también sin prestaciones por falta de cotización.
Capítulo aparte lo ocupan las empleadas de hogar, un sector feminizado casi al 90%. En algunos casos han podido mantener su empleo, pero con gran miedo al contagio por escasez de buenas medidas de protección como ya apuntaba, en un comunicado a nivel regional, el delegado-director de Cáritas Diocesana de Zamora y presidente de Cáritas Castilla y León, Antonio J. Martín de Lera. “Es habitual que carezcan de medidas de protección, y además, suelen estar en contacto con población de riesgo, con las posibilidades de infección que eso supone, tanto para ellas como para sus empleadores”.
El cuidado de los niños así como el acompañamiento de nuestros mayores resulta esencial en el engranaje social. Cáritas intenta dar respuesta a las personas a todas las que les urge una ayuda en estos momentos. El trabajo de Cáritas Diocesana de Zamora es estar al lado de las personas y velar por que nadie se quede fuera. “Esta pandemia nos recuerda que todos somos iguales”, Papa Francisco.