Una roca procedente de un asteroide ha impactado contra la atmósfera y genera una bola de fuego sobre Madrid y Toledo. El fenómeno ha sido registrado desde el Complejo Astronómico de La Hita (Toledo) y ha podido ser visto desde todo el país, incluida Castilla y León. La roca entró en la atmósfera a 72 mil kilómetros por hora.
A las 0.58 (hora local peninsular) de hoy 5 de julio, desde todo el país ha podido verse cómo una brillante bola de fuego cruzaba rápidamente el cielo nocturno. El fenómeno, que llegó a ser casi tan luminoso como la Luna llena, se produjo al entrar en la atmósfera terrestre una roca procedente de un asteroide a gran velocidad y pudo ser grabado por los detectores que la Red de Bólidos y Meteoros del Suroeste de Europa opera en el Complejo Astronómico de La Hita.
Estos detectores trabajan en el marco del Proyecto SMART, que se desarrolla desde el Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC) con el objetivo de monitorizar continuamente el cielo para registrar y estudiar el impacto contra la atmósfera terrestre de rocas procedentes de distintos objetos del Sistema Solar.
También ha sido grabada por los detectores que esta misma red de investigación tiene instalados en los observatorios de Calar Alto (Almería), La Sagra (Granada) y Sevilla, según ha informado La Hita en nota de prensa.
Este fenómeno ha sido analizado por el investigador responsable del Proyecto SMART, el astrofísico José María Madiedo del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC). Este análisis ha permitido determinar que la roca que originó esta bola de fuego entró en la atmósfera a unos 72 mil kilómetros por hora sobre el noreste de la provincia de Toledo. Debido a esta elevada velocidad, el brusco rozamiento con el aire hizo que la roca se volviese incandescente a una altura de unos 81 kilómetros sobre el nivel del suelo, generándose así una bola de fuego casi tan brillante como la Luna llena.
Fue precisamente su gran luminosidad lo que provocó que el fenómeno pudiera verse desde más de 400 kilómetros de distancia. La bola de fuego avanzó en dirección noroeste y sobrevoló el sur de la Comunidad de Madrid, extinguiéndose a una altitud de unos 34 kilómetros sobre la localidad de Fuenlabrada. El estudio realizado ha podido determinar también que la roca se desintegró totalmente en la atmósfera, por lo que ningún fragmento consiguió llegar al suelo.