“Puedo prometer y prometo” -que diría el gran presidente Suárez- que el título no obedece a publicidad alguna. Ni el refresco bejarano por antonomasia necesita de apoyos publicitarios ni yo estoy por la labor. Pero es que amigo, el maestro Gonzalo Santonja, quién no sólo adora a su Béjar natal, sino que, de tanto perseverar sobre su terruño, me ha convencido de pleno que hay que beber “Gaseosa Molina”, de Béjar, naturalmente.
Gonzalo, mi amigo del alma, insiste y dice que también hay que vestirse con paños bejaranos, o utilizar las mascarillas de Béjar, que están de plena actualidad. Pero ítem más: -y este añadido es de mi cosecha- hay que ir a Béjar y conocerla profundamente. Yo ya lo hice y deseando estoy volver.
Ya comenté en mi artículo sobre mi visita a Béjar hace unos años que me encantó. Fue una velada deliciosa la que pasamos en la entrega de los premios de la Asociación de Amigos de la Plaza de Toros de Béjar, entonces presidida por José Álvarez-Monteserin. Naturalmente acompañado por Gonzalo y María Antonia, su esposa.
Pero Evelio ya no está entre los bejaranos porque se lo llevó el maldito coronavirus recientemente. Hoy era su funeral y me lo decía Gonzalo Santonja en nuestros continuos wasapeos.
En aquél almuerzo, me di cuenta de la importancia de las empresas locales, respecto a sus colaboraciones y patrocinios de toros, deportes, revistas, entrega de premios, etc. Porque en aquella gala taurina se encontraba Evelio Rodríguez, el patriarca de “Molina” junto a familiares. Rodríguez fue el creador de la citada asociación taurina. Y allí estaba con su patrocinio por delante.
Porque además, Carbónica Molina patrocina desde hace 50 años la singular tradición de "Los Arcos de San Juanito". Luego de ser bebida oficial del Open Ciudad de Béjar, y tantos y tantos patrocinios publicitarios.
Pero Evelio ya no está entre los bejaranos porque se lo llevó el maldito coronavirus recientemente. Hoy era su funeral y me lo decía Gonzalo Santonja en nuestros continuos wasapeos.
Se ha ido un histórico de Béjar. Allá quedan los años 30 cuando la compañía se creó en la calle Mansilla. Hoy, tercera generación de industriales que siguen fabricando y distribuyendo bebidas y refrescos. De las 140 fábricas de gaseosas que hubo en Salamanca sólo queda “Molina”. Con razón recalca mi amigo Gonzalo.
“La diferencia está en el agua”, rezaba una frase para recordar cual era la mejor gaseosa. Por lo que habrá que aplicar el final de un poema delicioso del paisano Gabriel y Galán: ¡De aguas puras los rumores, frescas sombras, brisas sanas y perennales verdores! ¡Qué hermoso vergel de flores es el vuestro bejaranas!
Era una dedicatoria a El Castañar de Béjar. Por ello, y por otras frases de mi entrañable Gonzalo Santonja, por ejemplo cuando habla de los jardines de El Bosque en su precioso libro “El Júbilo de los días”, a mí me enamoró Béjar.
“Gracias a Dios soy de Béjar”, dice ufano el catedrático, para añadir después: “A mí me gusta compartir lo que he aprendido en mi tierra, porque sólo se puede compartir lo que se quiere”. Su amor a Béjar es infinito; ahí están los 400 libros que él y su hermano Rafael han donado al Museo Textil. La única condición impuesta es una placa en memoria de su padre, el doctor Manuel Santonja.
¡De aguas puras los rumores, frescas sombras, brisas sanas y perennales verdores! ¡Qué hermoso vergel de flores es el vuestro bejaranas!
Quiero finalizar con un brindis dedicado a Evelio Rodríguez, significando además que soy un “gaseosófilo”, que diría mi colega Pablo Álvarez (La Nueva España). Mi “Gaseosa Molina” -aún tengo una botellita- con un “Viña Picota” suena a verano celestial…
A nadie le amarga un Vega Sicilia, desde luego, pero además de ser carísimo te deja la gaseosa (“Molina”) hecha unos zorros. El auténtico “gaseosófilo” sólo le pide una cosa al vino o a la cerveza: que no le estropeen la gaseosa (Molina). ¡A que va ahora algún listillo y la prohíbe!
¡Va por usted, Evelio!
Fotografías: extraídas de la web de Molina y Open