Los forenses judiciales han descartado que la muerte de José C, desangrado al ser alcanzado por un navajazo que le cortó la yugular en el transcurso de una reyerta con el hijo de su entonces pareja registrada en 2018 en una calle de Nava del Rey (Valladolid), se produjera de forma accidental durante un forcejeo entre ambos contendientes.

La pericial ofrecida por los dos forenses de los juzgados desmontaría así la versión exculpatoria que el acusado, Sansón F, ha venido sosteniendo en cuanto a que aquella mañana se limitó a agarrar por las manos a la víctima, instantes después de que ésta sacara una navaja de gran tamaño, y en el forcejeo José C. recibió hasta cinco lesiones en la cabeza, una de las cuales, mortal de necesidad, le seccionó la vena yugular y provocó su muerte en pocos minutos a causa de un shock hemorrágico.

Ambos peritos, en la tercera y última jornada del juicio que se celebra desde el viernes pasado en la Audiencia de Valladolid, se han mostrado categóricos al calificar de "imposible" tal versión, sobre todo por la "trayectoria" del navajazo que, de izquierda a derecha y por detrás del cuello, alcanzó al fallecido y penetró siete centímetros hasta seccionar la yugular.

Los dos expertos, en declaraciones recogidas por Europa Press, consideran más factible que el acusado llegara a arrebatar la navaja al fallecido y le acometiera con ella, tal y como atestiguaría también las lesiones de defensa que la víctima presentaba en varios dedos de la mano izquierda, con pérdida incluso de las yemas.

A VUELTAS CON EL MANGO DE LA NAVAJA

La principal duda para dar por sentado que los hechos sucedieron como vislumbran los forenses judiciales radica en que de las muestras tomadas al arma homicida, una navaja de 17 centímetros de hoja tipo 'Curro Jiménez', como así definió uno de los testigos, se objetivaron en la hoja restos de perfil genético tanto del fallecido y propietario de la misma como del acusado, mientras que en el mango únicamente apareció ADN del primero.

La incógnita la despejaron poco después agentes de la Guardia Civil del Departamento de Biología del Servicio de Criminalística del Instituto Armado, quienes, por videoconferencia, explicaron que posiblemente los restos de sangre de José C. hallados en la navaja pudieron "enmascarar" las epiteliales que el encausado pudo dejar en el mango.

El jurado, sin embargo, habrá de confrontar la referida pericial con la aportada por la defensa del joven Sansón, ya que en ésta los peritos sí avalan la versión de que las heridas, incluso la mortal, se produjeran en el transcurso de un forcejeo en el que víctima y procesado estuvieran agarrados por las manos y el fijo de la navaja oscilara entre ambos.

De hecho, los dos expertos consideran "inusual, atípica" la herida que alcanzó al fallecido por detrás del cuello, una lesión que, como así coinciden ambos, "no es la típica que lleva a cabo alguien que quiere matar a otro de forma intencional, sino que es más compatible con un forcejeo en el que la víctima la pudo recibir al perder el equilibrio y caer al suelo".

En su intervención, fuertemente contestada por una de las acusaciones particulares--la pericial la tiene impugnada--, los peritos también han destacado que Sansón presentaba lesiones de defensa en su mano izquierda y, sobre todo, la ausencia de restos de perfil genético del inquilino del banquillo en el mango del arma, lo que, a su entender, probaría que no llegó a blandir la navaja en momento alguno.

Otra de las pruebas que tampoco favorecen los intereses del procesado es la pericial toxicológica realizada a la víctima, ya que en su día Sansón relató que su padrastro se había vuelto "loco" tras meterse una "raya de coca" y los análisis practicados constatan que José C. no había tomado ninguna sustancia de este tipo. Sí arrojó una tasa de 1,12 gramos de alcohol en sangre, lo que, según los forenses, "implica más lentitud de reflejos y mayor impulsividad".

La tercera sesión, en la que también se han escuchado las primeras comunicaciones telefónicas entre el acusado y el Servicio de Emergencias 112 tras el incidente, ha concluido con los informes de las partes en las que éstas han mantenido sus peticiones respectivas.

El fiscal ha retirado del capítulo indemnizatorio a tres hermanos del fallecido y su padre, al renunciar éstos a cualquier responsabilidad civil, pero ha mantenido su petición de 12 años por delito de homicidio convencido de que si bien la víctima fue la que sacó la navaja, Sansón llegó a hacerse con ella y, en "venganza", posiblemente por el maltrato que daba a su madre, la emprendió a navajazos con él.

Los acusadores particulares, por su parte, elevan la petición de cárcel a 25 años por asesinato, mientras que el defensor, que pide un fallo absolutorio, sigue calificando los hechos como un delito de homicidio imprudente, con la eximente de legítima defensa, y alternativamente rebaja la condena a entre uno y dos años en caso de aplicarse la atenuante de provocación o arrebato.