Javier Sánchez (Valladolid, 33 años) es un tipo optimista por naturaleza. Amante de las motos, de acudir al gimnasio para guardar la línea y de la cocina, suma ni más ni menos que 13 años de experiencia en el sector de la hostelería, como camarero, e incluso en cocina, colaborando y dirigiendo.
Ya en el mes de marzo, con el primer confinamiento, este vallisoletano entró en un ERTE tras cerrar el establecimiento en el que trabajaba, establecimiento que colgó el cartel de “se alquila” definitivamente allá por el mes de junio.
Javier volvió a encontrar trabajo en la cocina de otro bar vallisoletano ubicado en el barrio de las Delicias pero ahora, otra vez, tiene que entrar en ERTE con las nuevas medidas restrictivas de la Junta de Castilla y León que entraron en vigor el pasado viernes, 6 de noviembre.
Pregunta. Otro palo más para la hostelería con la entrada de estas medidas restrictivas desde el viernes que ahondan aún más en la crisis de un sector ya muy golpeado.
Está siendo un año muy complicado para nosotros
Respuesta. La verdad es que sí. Está siendo un año muy duro para nosotros. Intentamos reponernos pero no podemos. Adaptamos nuestros establecimientos a las nuevas medidas pero no parece que sea suficiente.
P. El jueves participó en la manifestación que se desarrolló delante de las Cortes. ¿Cómo lo vivió?
R. De manera tranquila. Teníamos claro que debíamos protestar ante esta situación que se está convirtiendo en insostenible y allí estuvimos presentes. Es cierto que faltó mucha gente que aprovechó el “último rato de trabajo” antes de cerrar.
P. ¿Cómo valora, a titulo personal, estas medidas? Y ¿Cuál habría tomado usted para contener el virus?
R. Más mal que bien. Cierto es que al cerrar la hostelería el contacto social se ve claramente reducido pero también lo es, desde mi punto de vista, que los principales focos de contagio se producen en fiestas en casas privadas y reuniones familiares. Ahí es dónde se debería de poner el punto de mira de las medidas. También en hacer un llamamiento al sentido común de la gente aunque ya vemos que esto último, tristemente, tiene poco efecto.
P.Da la sensación como de que se está demonizando a un sector muy tocado ya tras el primer confinamiento. ¿Cómo lo ve usted?
R. Así es. Se vio claramente que los primeros rebrotes importantes se producían en fiestas descontroladas, con medidas de protección mínimas, gente hacinada y sin mascarillas y esas imágenes nos hicieron mucho daño. Muchos intentamos trabajar de manera controlada, limitando aforos, desinfectando mesas y sillas y pidiendo constantemente a los clientes que cumplan las medidas de seguridad. Estamos siendo cabeza de turco para nuestros políticos, no para los clientes que siempre nos han apoyado.
P. ¿Cómo le afecta a usted el cierre de la hostelería? ¿Perderá su puesto de trabajo? ¿En qué situación se encuentra?
R. Me deja en una situación complicada. Al no saber cómo van a avanzar las cosas, no puedes pensar más allá de dos meses. Por suerte, yo tengo la certeza de que seguiré trabajando cuando se levanten las restricciones pero hay mucha gente que no podrá hacerlo. Tampoco nos tenemos que olvidar de todos esos trabajadores que mantienen su puesto porque no pueden ser despedidos hasta final de año. Vemos el futuro muy negro.
P. En el primer confinamiento también lo pasó mal, en otro establecimiento que también tuvo que echar el cierre.
R. Fue un palo duro. No sabíamos lo que iba a pasar cuando nos confinaron en casa. Entramos en un ERTE que tuve la suerte de cobrar y cuando pudimos volver a nuestro puesto de trabajo la cosa duró poco más de un mes hasta que cerramos. Había mucho miedo al virus, se notó en la clientela y las ventas y tuvimos que cerrar.
P. Un trabajo sumamente sacrificado para que ahora suceda esto.
R. La hostelería es un trabajo duro y poco agradecido. Alguien tiene que trabajar para que otros disfruten. Por eso no entendemos este linchamiento hacia nuestro sector que van a provocar que muchos tengan que echar el cierre. Lo que está claro es que volveremos a reinventarnos para seguir siendo uno de los motores económicos el país.
P. ¿Sería clave el recibir ayudas para que el sector no muera del todo?
R. Esto es clave ya que hay muchos gastos en un bar aunque esté cerrado. Tanto el alquiler como la luz, el agua, el IVA, los empleados… Las ayudas que han prometido no van a aliviar la situación. Aunque no se qué va a ser peor porque me temo que este dinero no va a ser gratis y tendremos que devolverlo en la renta.
P. ¿Cree que en 15 días, los que en principio duran estas medidas, se podrá volver a abrir?
R. Siendo sincero, tengo pocas esperanzas de que vayan a ser solo 15 días. Ya han sido “solo 15 días” varias veces y luego la cosa se alargó un mes. Son ya tantas mentiras que no sabes cuánto va a durar esta vez. Tengo la esperanza de trabajar en Navidad pero viendo la evolución del virus creo que está más cerca el confinamiento general que la reapertura de la hostelería.
P. ¿Cómo ve su futuro y el del sector?
El 2021 va a ser muy duro porque la economía se va a resentir el doble que este año y ya nos queda poco colchón
R. Bastante negro. El 2021 va a ser muy duro porque la economía se va a resentir el doble que este año y ya nos queda poco colchón.Tenemos la esperanza de que mejore la situación con la vacuna pero otro año sin Semana Santa, temporada de verano, Fiestas Patronales y el empuje del turismo puede ser la estocada definitiva para nuestro sector.
P.Un objetivo y un deseo.
R. Volver a vivir lo más parecido a como era todo antes y poder juntarnos con nuestros familiares y amigos sin tener el miedo de contagiarles o contagiarnos. Desearía poder volver a celebrar las tradiciones de los pueblos pues al final son los que más están perdiendo con esta situación.