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¿Cómo es ser una mujer trans en Zamora?

12 noviembre, 2020 10:11

Aura Pastor tiene 18 años, es estudiante de Cocina y Restauración en el Centro Integrado de F.P. Ciudad de Zamora, y su aspiración es reunir dinero suficiente para estudiar maquillaje profesional. Es amante de los videojuegos y 'friki' del cosplay. Solo días antes del cierre de la hostelería había 'empapelado' Zamora con su currículum para encontrar un trabajo como camarera y poder ahorrar para pagarse su carnet de conducir. 

¡Ah! Y, sí, es una chica trans.

La verdadera identidad de Aura estaba dentro de ella desde el minuto uno. Como la de todos, cabe suponer. Pero la biología quiso que se le asignara un sexo al nacer, que no correspondía con su ser. Algo que ella reconoce haber sentido "toda" su vida, pero que comenzó a hacerse más latente, a partir de los seis años. Por aquel entonces, esta joven zamorana se hizo "en secreto" la promesa de que en la intimidad se iba a tratar como una chica. A los once recuerda haber pasado una semana "interpretando" el papel de una chica, tras jugar a ponerse tacones y ropa femenina con una conocida de la familia. "Una semana muy feliz", recuerda.

Ya con sus catorce años y la preadolescencia en plena ebullición, Internet tuvo un importante papel y comenzó a buscar información y ver vídeos de otras personas trans para sentirse identificada con aquellas chicas que contaban sus transiciones. Uno de sus primeros referentes fue la youtuber mexicana, Victoria Volkóva, la cual narraba su hormonación y transición, por meses, a través de sus vídeos, y que en estos días se ha convertido en la primera mujer trans en ser portada de PlayBoy en México. 

El polémico personaje de Alba Recio en 'La que se avecina' fue "un click" para retomar la búsqueda de información sobre la hormonación

Pero su verdadero despertar se daba con un personaje muy polémico y de gran debate entre el colectivo trans: Alba Recio en La que se avecina. Ríos de tinta han corrido sobre el límite entre la banalización y la burla que este personaje ha podido tener hacía la visibilización de las personas trans, pero para Aura, fue "un click" para volver a retomar esa búsqueda de información sobre hormonación y para recordar experiencias de su propia infancia, que le hacían entender lo que ella era realmente. 

"Yo comencé a decirlo en casa, como en broma". Hasta que dejó de ser una broma. Como zamorana con mucho carácter comenzó a insistir en su identidad, en que la llamaran por su nombre, y aunque muchos se lo tomaron "como una fase o que simplemente era homosexual", Aura quería ser ella misma. Un camino que comenzaba para ella, con bullying, burlas, desprecios y demás, que le hacían pedir ayuda al orientador del I.E.S. La Vaguada. Aura agradece que este profesional decidiera informarse sobre el tema y la dirigiera al Comité Anti Sida de Zamora. 

Todo este proceso donde esa joven quería reafirmar su identidad real coincidía con un accidente de tráfico que su madre, Eva Pardal, sufría por aquella época. Las difíciles circunstancias hacían que Aura "aparcara" temporalmente su lucha, aunque ya estaba en marcha. Pero un día, nada más entrar en casa, su madre la llamaba a gritos por su nombre, 'Aura', desde la cama donde se estaba recuperando. Eva había hablado con Raquel Ruiz, de Chrysallis (Asociación de Familias de Menores Trans) en Castilla y León. "Solo podía decirme que cómo había estado tan ciega y qué mal lo había tenido que pasar. Yo solo pude agacharme, darle un abrazo y llorar", recuerda. Al día siguiente Aura y Eva se fueron de compras y a que se hiciera los agujeros de los pendientes. Una jornada que la joven recuerda como "cumplir mi deseo desde pequeña". 

El proceso de transición se iniciaba con un tratamiento y evaluación psicológica, que se prolongaba durante dos años, para a los 16 comenzar con su hormonación controlada. Ahora con 18 su medicación continúa y ella misma espera que "el próximo día 30 pueda comenzar con los estrógenos". Habla clara y directa sobre su medicación y cambios físicos, porque para ella es natural y le ayudan a "sentirme bien conmigo misma". 

A Aura le cuesta recordar la burocracia, papeleo o requisitos necesarios para cambiar su nombre en el DNI. Y es que Eva ha sido la que se ha 'partido' la cara por sacar adelante todos estos procesos. Una gran suerte, que no todas las personas trans tienen. 

Aunque si hay algo que ha hecho darle seguridad en todo este proceso es su entorno. Familia y amigos han estado a su lado, sobre todo su madre, que pasó de creer que era una fase a presidir la asociación Chrysallis de Castilla y León. De hecho, a Aura le cuesta recordar la burocracia, papeleo o requisitos necesarios para cambiar su nombre en el DNI o qué hizo para que en el instituto la llamaran en las listas por su nombre real. Y es que Eva ha sido la que se ha 'partido' la cara por sacar adelante todos estos procesos. Una gran suerte, que no todas las personas trans tienen y que, a parte de luchar contra su propio género asignado y un cuerpo que no pidieron, tienen que pelearse con administraciones públicas y sistema sanitario para que se les reconozca su identidad única y real.

¿Cómo se vive en Zamora siendo una chica trans?


Y tras este largo camino, que aún sigue, y que dura muchos años más, es una chica trans en Zamora. Aura reconoce que, desde pequeña, pensaba que tendría que mudarse a una ciudad más grande, como Madrid, para poder vivir su vida como quería. "Zamora me daba mucho miedo, porque somos los mismos habitantes que un barrio de Madrid", reconoce. 

Aura tenía que enfrentarse a que la llamaran por su deadname (nombre de nacimiento de una persona transgénero) y que toda la sala de espera se le quedara mirando cuando se levantaba 

A través del empeño de su madre, Aura conseguía que su tratamiento se realizará en Zamora (ya que inicialmente querían que se realizará en Valladolid). Su primer endocrino tuvo que informarse a cerca de cómo era un proceso de hormonación para la disforia de género, y "aunque no estaba muy contento" con tratar a Aura, comenzó su transición. Ahora tiene su DNI con el nombre cambiado, pero sigue apareciendo su género asignado al nacer, algo que solo podrá cambiar tras dos años de hormonación y una evaluación psicológica y médica favorable. Algo que puede parecer superfluo, pero que resulta "horrible" cuando en una sala de espera, Aura tenía que enfrentarse a que la llamaran por su deadname (nombre de nacimiento de una persona transgénero) y que toda la sala de espera se le quedara mirando cuando se levantaba. "Te sientes toda la vida disfrazada, y cuando por fin te lo quitas, vuelves a sentir que todos te ven con un disfraz", reconoce. 

Con el inicio de su proceso llegaba el cambio de instituto, al I.E.S. María de Molina, donde su madre presentaba un escrito solicitando que todo el mundo la llamara Aura y, menos en las listas oficiales de los exámenes, así era. Pese a eso, era Zamora, y "me conocían 500 personas", que fueron haciendo saber cuál era el pasado de Aura. Pese a eso, ella siguió hacia adelante, tuvo sus primeros 'novios' y un grupo de amigos que le apoyaba. Claro que tuvo que escuchar sandeces como "la chico-chica", "el maricón", "esa tiene más rabo que yo" y estas lindezas que, aún hoy en día tienen que escuchar las personas trans. 

"Me han gritado insultos en plena Marina, sin tan siquiera conocerme, porque alguien les había contado quién soy"

El verdadero cambio para Aura ha sido su llegada al CEI. Pese a que su apariencia física no difiere demasiado a la de su época de instituto, "el cambio ha sido brutal". Aura explica que el hecho de que a este centro acudan personas desde los 16 a los 40 "hay más respeto". Y es que curiosamente, personas más mayores, de otras generaciones incluso, que podrían rechazar más su realidad, han hecho que Aura se sienta "más segura de sí misma". Y es que el mayor rechazo lo recibe de gente de su edad y similares, que en plena Marina le han gritado insultos, sin tan siquiera conocerla, porque "alguien les había contado quién soy". 

"Ella caminó para que las demás pudiéramos correr"


Aura recuerda que fue la primera niña transgénero en Zamora, al menos en darse a conocer de forma pública y abierta. Algo que también le ocurrió a Cristina Ortiz 'la Veneno'. "Ella caminó para que las demás pudiéramos correr", menciona la serie de Los Javis en sus últimos episodios. La joven zamorana considera que la serie ha podido "ayudar" a saber "lo que somos" al resto de la sociedad. "Es positivo, porque necesitamos esa visibilidad. Otro tipo de sexualidades están más visibilizadas, pero nosotros no", reconoce.

A día de hoy, la joven sí conoce a otras personas transgénero de Zamora. Sobre todo chicos y chicas jóvenes que han acudido a su madre, como antes presidenta de Chrysallis, en busca de asesoramiento y ayuda. Destaca, entre ellos, una chica trans, que pertenece al colectivo gitano, y que no está teniendo buena aceptación entre su familia. A través de un tweet, un mensaje en Facebook estás personas han ido encontrándose para poder formar una red de apoyo.

Pero si echamos la vista atrás, por ejemplo a esos años 90, donde Cristina Ortiz tuvo que batallar por su identidad, sola y sin referentes, la propia Aura se sorprende de "cómo pudieron saber" qué es lo que eran y cómo convertirse en mujeres u hombres trans. De ahí la importancia de visibilizar la realidad de este colectivo. Y es que seguramente haya muchas niñas y niños, jóvenes y mayores, que sepan que algo no encaja en ellos, y es necesario dar voz a personas como Aura, Elsa Ruiz, Aydian Dowling, Lola Rodríguez, Daniela Santiago, Jedet, Isabel Torres y miles más, para que puedan saber que "no están solos" y hay otras personas como ellos.