A Salamanca le ha sentado mejor que a nadie en Castilla y León el toque de queda en lo que a contagios se refiere. Después de ir desatados hacia arriba en una preocupante curva que cada vez amenazaba más al hospital, la provincia ha logrado descender la incidencia de una manera clara casi desde el primer día de la medida.
Es cierto que esta llegaba después de otras que ya habían sido tomadas anteriormente y entre las que se encontraban el confinamiento perimetral de la ciudad y el cierre de la hostelería a las 23 horas y no a la 1 como marcaba la norma extendida. Además, posteriormente se tomó la consideración del cierre de todos estos establecimientos, así como de los centros deportivos y estos comercios.
Salamanca llegaba, además, como habían reiterado desde Sanidad e, incluso, la propia consejera, con una situación preocupante que venía en gran medida por una subida impropia en los contagios entre los más jóvenes, de 16 a 29 años. Aunque crecía en todos los grupos de edad, era este el que más preocupaba debido a que la diferencia se notaba incluso con otras ciudades.
Desde que esto se comprobó, la propia Policía Local y las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado pusieron más énfasis en las medidas sanitarias, especialmente en la prohibición de las reuniones de más de seis y en la mascarilla, así como en las fiestas que se realizaban en domicilios tras el cierre de la hostelería. Para un mejor control de ello también se implantó el toque de queda desde las 22 horas, dificultando así que el ocio se trasladase de los bares a las viviendas.
La respuesta en el número de contagios no ha podido ser más positiva. Desde los datos consolidados del 5 de noviembre, que tienen un retardo de unos cinco días por lo que los datos están más cerca del 1, con apenas una semana de toque de queda, la curva ya comenzó a bajar. Desde los 1.072 contagios por cada 100.000 habitantes a los 14 días se ha pasado en apenas doce a los 768 con una previsión, además, de un mayor descenso. Todo ello acompañado de una positividad cada vez menor, es decir menos pruebas positivas de las realizadas, y una trazabilidad mayor, que permite controlar mejor de dónde proceden los contagios.
Y es que en el caso de la incidencia de los siete días ha pasado de 531 y una previsión de 1.062 a los 14 días, poco menos que lo marcado entonces, a los 351, y una previsión de 702, que sí está por debajo de los 768 actuales. Ello quiere decir que el descenso seguirá produciéndose al menos en los próximos días cercanos.
Además, este descenso ha tenido su repercusión en el caso de los hospitales, a pesar de que tengan también un retraso con respecto a los contagios de una o dos semanas en el caso de los ingresos en planta y de más en el caso de las UCI. Así, en planta, aunque siguen en 198 se mantiene estable e, incluso, con un ligero descenso de los más de 200 de principio de mes a los que se llegó tras una subida preocupante de casi 80 hospitalizados más en apenas dos semanas. En el caso de la UCI, por su parte, el descenso es más amplio, de los 32 máximos el cinco de noviembre a los 23 actuales.
En la mortalidad, por último, tras varios días de siete fallecidos, en los últimos días se ha estabilizado la cifra en datos menores. No en vano, en los últimos cinco días se han sumado esos siete muertos que había hace poco en solo un día.