Juanma de Saá / ICAL
El nuevo obispo de Zamora, el sacerdote murciano Fernando Varela, aseguró hoy, tras su ordenación episcopal, que viene a “una iglesia con raíces profundas, situada en la España recia, fecundada de esperanza”.
Monseñor Varela pronunció estas palabras en la catedral de Zamora, ante 250 personas, durante una ceremonia marcada por las medidas sanitarias ante la pandemia de coronavirus. “Cuánto os debe la historia de esta nuestra amada España. Cuánto os debe esta iglesia, cuanto Evangelio derramado por toda la humanidad. ¡Cuánto espera de nosotros esta iglesia y este mundo!”, subrayó. Esa reciedumbre, esas raíces, llenas de vida, que tienen que seguir fecundando de Evangelio nuestra historia. Donde hay raíz, hay vida, hay futuro: la raíz de la fe, de una profunda experiencia de Dios para mostrar la gloria de Dios”, añadió.
El prelado agradeció al “buen Dios que me ha dado Jesús” que, “sin merecimiento alguno”, le haya “infundido su Espíritu medio de la Imposición de manos y la Oración consecratoria, en este Pentecostés de su Gracia” y aseguró: “Hoy me vuelve a confirmar en que soy de Jesús. Mi vida le pertenece. Vuelve a decirme: Permanece en mi amor. Permanece en el camino místico de la Cruz, como me decía un seminarista”.
Igualmente, expresó su agradecimiento al papa Francisco por elegirle para pastorear “la Iglesia que peregrina” en Zamora. “Una iglesia significada por muchos templos de estilo románico; su misterio, su belleza y su sencillez en la línea dibujan con, carácter universal, una fisonomía propia del estilo de Jesús. Este obispo, nonagésimo octavo en la sucesión apostólica iniciada en San Atilano, quiere nutrirse de esta belleza”, afirmó.
También dedicó en su agradecimiento un apartado al nuncio apostólico, Bernardito Auza, y a cardenales, arzobispos y obispos y, de forma especial, a su padres. “Hoy, en la comunión de los santos, me acompañan y me recuerdan el camino de la sencillez y el trabajo. Gracias, sor Teresa, por comunicarme el amor de Dios. Gracias a mis hermanos, a sus esposas mis hermanas, mis sobrinos. A toda la familia. Aquellos que sois la familia que la fe me ha regalado. Sois la carne de Cristo en los lazos de la amistad y el amor”, añadió, visiblemente emocionado.
El obispo de Zamora no olvidó mencionar al presbiterio y a toda la Iglesia de Cartagena “donde he nacido a la fe y me ha forjado como pastor”; al Seminario Mayor y Menor, y a amigos personales, al administrador diocesano de Zamora y al Colegio de Consultores de la Diócesis. “Gracias a todos los que me habéis formado y habéis dedicado vuestra vida, vuestro tiempo a mí. Al Seminario que me formó, a su rector Juan Benito. A los profesores que me formaron, a la compañía de Jesús, hoy lo personalizo en don Luís López Yarto, que dedicó su tiempo, su ciencia y su sabiduría espiritual a forjarme interiormente”.
Por último, el prelado incidió en haber vuelto a escuchar “¡Sígueme! Ponte en camino” y concluyó: “Ya no importa el miedo, las negaciones. Esta mañana, el Señor me ha preguntado de nuevo: ¿Fernando, me amas? Hay un nuevo inicio por gracia, por amor” No dejes que te bloquee sobre ti mismo, tu debilidad, tus miedos. Déjate interrogar, déjate amar. Es en el amor donde se asienta la fidelidad a esta vocación. Solo el amor. Eucharistomen. Gracias”.