César Manrique tomó la alternativa en Valladolid en 2005, y en el 2010 dejó de pisar los ruedos como torero para organizar festejos populares y dedicarse a sus caballos, además de otras actividades.
César nos recibió en sus instalaciones cercanas a Rioseco, localidad donde nació hace 43 años. Esa tarde había invitados y, tras visitar los cercados de caballos y ganado, grabamos para Grana y Oro un reportaje. Luego disfrutaríamos viendo torear a los aficionados prácticos que se habían acercado hasta la finca aprovechando el buen tiempo tras las nevadas. Nuestro personaje cogió un capote para colocarle en suerte el añojo al aficionado.
César se doctoró en la feria de Valladolid de 2005 con Juan Diego de padrino y Mario Campillo de testigo ante un encierro de Fidel San Román.
Tengo un gran recuerdo de aquella tarde, que es única para un torero. Es la meta después de estar en esto del toro desde que con once añitos me puse delante de una becerra.
César nos comentó, además, que tuvo una etapa de novillero con caballos muy interesante: Me televisaron varias novilladas en Valladolid, Barcelona y Zaragoza. Debuté en Las Ventas, y una novillada que recuerdo con mucho cariño fue en Benidorm porque a raíz de esa tarde salieron muchos contratos.
El nieto de Amancio “El Taca” nos atendió con exquisita amabilidad. Y le recordé con ilusión cuando tuvo el gesto de brindarme un novillo en Tudela de Duero. No es normal que a un crítico le brinden… pero César fue agradecido por mi intervención para que torease en la novillada de San Pedro Regalado de 1993. Lo habían dejado fuera de los carteles. Entonces lo apoderaba Carlos Gallego (†), hijo de Angel Gallego. La novillada fue de Molero y el cartel inicial fue el siguiente: Juan Carlos García, Cristina Sánchez y Conrado Muñoz. Hablé con Tomás Rodríguez Bolaños (†), un buen alcalde y defensor de los toros y toreros de Valladolid, -como León de la Riva- y se pudo modificar el cartel incluyendo dos novillos más y el nombre de César Manrique. De esa forma el riosecano pudo hacer su debút con caballos en una plaza de categoría. Eran otros tiempos, cuando el consistorio de la capital organizaba la miniferia del santo patrón.
Por último, César se sinceraba respecto a lo difícil que resulta esta profesión y por qué la dejó tan joven. Nos dijo que siempre cobró sus honorarios allá donde toreó, además exigiendo los mínimos, algo que no gusta en exceso al empresariado taurino. De ahí, deduzco que quizás por ello no toreó lo que debiera. Cosas veredes del toreo. Y como con el Consistorio, eran otros tiempos.
César Manrique se vistió de luces por última vez en el año 2007, y de corto en un festival de Rioseco en 2010. Pero sigue manejando con primor capote y muleta. Suerte, torero.